viernes, abril 26

¡Tanto escándalo por 20 millones!

Por: Germán Navas Talero y Pablo Ceballos Navas
Editor: Francisco Cristancho R.

Absténgase de intentar ser quien no es; es ese el primer paso al fracaso.

Lo de Laura, Vicky, Benedetti y el resto, es lo más parecido al chisme –de cocina–sobre quién se puso la ropa de la señora sin pedirle permiso a ella. Estas denuncias eran frecuentes en los permanentes o en las comisarías, donde una muchacha decía que la otra, aprovechando la ausencia de la señora de casa, usaba las prendas elegantes de esta para asistir a un festín o pachanga, y lucir ropas y joyas auto-prestadas.

Todo se reduce a que la empleada doméstica o sirvienta –como quieran llamarla los clasistas– dicen, no nos costa, se embolsilló siete mil dólares que tenía guardados la señora Laura Sarabia producto de sus viáticos. Como dice el gamín: No son más allá de 20 pinches millones de pesos. Ese es el origen del escándalo: el hurto, extravío o apropiación indebida de 20 millones por parte de una empleada. Jurídicamente diríamos que es un hurto agravado por la confianza. Lo que da risa es que tanto escándalo por 20 millones cuando todos los días se hurtan un pichirilo o carrito, cuyo valor supera fácilmente los veinte, treinta o cuarenta millones. ¿Este escándalo por qué se hizo? Porque ocurrió en casa de una funcionaria de la Presidencia y se armó el chisme. Quienes lo armaron fueron periodistas inoficiosos que necesitaban mostrar un tamal donde no había sino unas hojas. El objetivo: tirarse a Petro por la actuación de una tercera persona que era empleada suya.

En este país de mojigatos y periodistas inoficiosos el mejor deporte es desacreditar a un gobierno de izquierda.

Como algunos pseudo-periodistas vieron en esto un componente fantasioso y dramático se aseguraron de que no se hablara de nada más y por eso el chisme ocupó las mesas en el desayuno, almuerzo y comida de todos los colombianos. Idiota aquel que eso consume, y tramposo el que afirma que eso es noticia cuando no pasa de chisme de cocina.

El error de Gustavo Petro fue haber visto la cáscara y haberla pisado, en vez de dejarla de lado y haber seguido su camino como si nada. Quienes sabemos leer y escribir conocemos ya las malandrinadas del heredero de Néstor Humberto, más conocido como, “Barbosa el inepto” –perdón– “Barbosa, el mejor fiscal del mundo”.

En resumen, ese es todo el problema. Quieren hacer de un hurto en confianza un cocina-gate. Somos tan copietas los colombianos que ni siquiera estos escándalos los hacemos con algo que valga la pena.

Pero miremos a la otra Colombia…

Como quien busca colombina siempre encuentra una para chuparla, ya comenzaron algunos currinches con la bobada de las encuestas para las elecciones de octubre. Aparecen los mismos candidatos aupados por encuestadoras que no dan ni una. Los sabios de la estadística ya mostraron sus cartas y expresaron sus intenciones. Encabeza la lista un joven desconocido, sin una sola credencial que acredite su capacidad o experiencia necesaria para el cargo. Toda la gracia del señor Oviedo, candidato de Duque y sus mariachis, es haber sido colaborador del uribe-duquismo. Hace unos días escuchábamos al señor Oviedo en una entrevista radial y nos preguntábamos si él puede explicarnos cómo es que al pagar para eximirse del pico y placa se deja de contaminar. Dado que estamos en vísperas de los sufragios nos preocupa que este señor sea la “alternativa” más viable entre los electores, con lo cual solo nos queda decir: ¡estamos condenados!

Señores comunicadores, por favor, no vendan sus ideas ni vendan su ciudad por un pan frío y recalentado. Estamos condenados a soportar las mentiras de estos bla bla bla y no hay medio serio que los empelote o desnude.

–Cambiando  de tema– Qué vergüenza que el ICETEX haya prestado dinero a tramposos para que se capaciten en hacer más trampas. Es lamentable lo que descubrió el director de esta institución, Mauricio Toro, respecto de las artimañas de las que se valen futuros profesionales para hacer trampa al Estado y así aparecer más necesitados de lo que son, arguyendo ser discapacitados sin serlo. La sanción a quien se coja en una trampa de estas debería ser no prestarle un peso, pues no se justifica capacitar a un delincuente para que después de que estudie sea un tramposo bien preparado. Duele de verdad que estas personas engañen al ICETEX y con ello reduzcan las posibilidades de otros verdaderamente necesitados y legitimados para acceder a los beneficios previstos en la ley. Un exalumno de Germán, quien ha hecho todo lo posible por pagarse su educación, comentaba que la práctica denunciada por Toro es común, especialmente en los departamentos de la costa Caribe, coincidiendo con lo reportado en edición del viernes de El Espectador. No hay alternativa distinta a retirar los beneficios de quienes se pruebe que no tenían las condiciones exigidas para beneficiarse de estos. Los problemas no se dejan crecer, por el contrario, se extirpan en cuanto se conocen.

Raciocinio que nos hacemos: a ese delincuente le daré la segunda oportunidad para que en la segunda oportunidad, ya bien preparado por el Estado, no se deje agarrar. No, no y no. Este individuo debe ser sancionado de una vez por este hecho.

Nuestro país es uno de ‘farolos’. Una persona emigra a otro país, ejerce tareas dispendiosas que en Colombia nunca haría y cuando regresa se vanagloria de haber pertenecido a otra cultura, trayendo consigo expresiones y acentos propios del país al que se fue a trabajar. Un ejemplo, para que nos vayamos entendiendo, es el cada vez más frecuente “vale”, que debieron conocer bien por televisión ora por un familiar residente en Madrid. El colombiano es tan poco amante de lo suyo que ya no abre cuenta en un banco, sino que la apertura. No importa que lingüísticamente sea incorrecto o que sea un neologismo innecesario, lo utilizan desde los más comunes hasta los altos oficiales del Estado.

Otra cosa incómoda es el abuso del tuteo. Recordamos a una señora caldense, muy simpática, quien cada vez que un desconocido la tuteaba respondía “¡no sea igualado!” Nos gustaría saber qué opinaría ella al atender llamadas de perfectos desconocidos quienes abren la conversación con un “¿cómo estás?”. Lo anterior no es nuevo ni pasa solo acá. Veíamos una película clásica, de la década de los 70, que tenía lugar en EE.UU. y en la que una mujer joven se refería a un capitán como “tú”, expresión que fue rápidamente protestada por el superior, quien le recordó que en razón de su cargo y por el hecho de ser la primera vez que se cruzaban debía tratarlo de “usted”. En este momento recordamos a esa amiga caldense que no tenía empacho en reclamar el respeto debido a cualquier ciudadano. Usted solo puede tutear a sus pares, no a sus mayores y muchísimo menos a quienes acaba de conocer. Eso disgusta a las personas. Póngase en su lugar. Sabemos que hay personas que ni su edad ni su cargo inspiran respeto, pero ese es el tratamiento que les debemos dar.

Adenda: si Enrique Jardiel Poncela –famoso humorista español– viviera, tendría material para escribir una de sus obras de humor que sin duda titularía “Benedetti: ¿un poeta o un alcahueta?”

Adenda dos: oportuna la advertencia que hace el senador Wilson Arias –del Polo Democrático– frente a la compra de grandes extensiones de tierras a precio de huevo por parte de comunidades religiosas menonitas. No es que las religiones sean malas, pues quienes son capaces de desplegar la maldad somos los seres humanos. Lo que nos preocupa es que esta comunidad se destaca por unas prácticas consuetudinarias que contravienen los derechos humanos. Es preciso abrir la discusión que ha tenido como principal promotor al senador Arias. Estaremos atentos al debate en el Congreso y confiamos en que los congresistas encontrarán una causa común en nuestra integridad territorial, así como en la defensa irrestricta de los derechos humanos.

Recomendación de lectura: sugerimos leer un artículo de La Nueva Prensa sobre la mafia que se ha tomado la Fiscalía General, al que pueden acceder dando clic acá.

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