jueves, octubre 10

Vinimos haciendo el cambio

Por David Racero

¿Cuántas veces nos dijeron que no podemos ganar?

¿Cuántas veces nos hicieron creer que los escenarios políticos ya están comprados?, que por más que lo intentáramos, el poder era inaccesible. ¿Cuántas veces nos dijeron que era imposible vencerles? Durante tantas décadas se han encargado de igualar la política a la corrupción, la mafia y la violencia, que muchos pensaron que estos eran, precisamente, los únicos modos de hacer política. Convirtieron la política en un lodazal y buscaron convencernos de que para entrar teníamos que untarnos de su barro.

A los ciudadanos de a pie, y a los sectores políticos alternativos, nos han golpeado durante toda nuestra historia con tanta injusticia, y nos han repetido tantas veces que no podemos acceder al poder, que muchos cayeron en la desesperanza y terminaron menospreciando cada lucha y cada logro. Otros incluso cambiaron de bando. Como advertía un argentino, hincha de San Lorenzo, cuando vino de visita hace un par de años, “trataron de robarnos la esperanza” y nos volvieron injustos con nosotros mismos. Al final, en algo tenían razón, y es que cuando no tomas atajos, el camino realmente es más largo. Pero la dignidad, el sacrificio y el compromiso de recorrer ese largo camino dará sus frutos: la decencia ganará. Lo puedo asegurar.

De hecho, déjenme decirlo, ya hemos venido ganando, los últimos años muestran que esa realidad histórica está cambiando. Los alternativos hemos crecido como muy pocas veces en la historia del país. Hemos logrado victorias impensables hace un par de años, que debemos tener presentes y analizar estratégicamente, porque esta generación está demostrando que David puede vencer a Goliath. Y lo mejor, es que lo hemos hecho sin el menor asomo de violencia, simplemente demostrando que ese Goliath no es ningún gigante.

La lucha y la resistencia de un valiente de izquierda, víctima reiterada del conflicto y de la persecución estatal, como lo es Iván Cepeda, tiene hoy a Uribe en la cárcel. Puede que esté una finca de lujo, puede que siga teniendo los micrófonos encendidos, pero hoy la foto de su detención es la tarjeta de presentación de Colombia ante el mundo como un proyecto real de democracia. Se demostró, por fin, que no hay nadie intocable, que no hay nadie invencible. Ahora les tocó llorar a ellos.

Hace una semana, y como fruto de un trabajo juicioso de meses, recuperamos un poco de ese Estado que ellos, los mismos de siempre, han capturado como su propiedad familiar. Demostré por vías legales que la hija de la histórica lider conservadora Noemí Sanín, había sido nombrada Cónsul en Londres de manera irregular. Y depués de demandas y tutelas, de retrasos y excusas, tuvo que salir del cargo. Una victoria contra la mermelada y el clientelismo, a favor de la meritocracia. Un trabajo que hemos venido haciendo palmo a palmo, persona a persona, para evidenciar el manejo irresponsable de la política exterior de éste y el anterior gobierno, y que cada vez, con mayor o menor notoriedad, viene dando resultados claves para el rescate de la moralidad pública.

Del mismo modo, recurriendo a las vías legales, logramos otra victoria importante. Gracias a nuestras denuncias y a nuestra presión política logramos que se aplicara la figura de la “silla vacía” a la curul de la prófuga Aida Merlano. Por estar avalando candidatos delincuentes se castigó al partido Conservador prohibiéndole reemplazar esa curul en el senado. ¡Otro logro contra la corrupción!

Esta victoria tiene una significación crucial en la política nacional, primero lanza un ultimátum a los partidos que se valen de la politiquería para engrosar sus filas en el Congreso: la responsabilidad penal es individual, pero la responsabilidad política es colectiva. O se cuidan de que sus listas no estén permeadas por la mafia y la politiquería, o ustedes mismos pagarán las consecuencias. Se acabó el carrusel de reemplazos. Y en segunda medida, y sólo cuando volvamos a la presencialidad en el Congreso, el país notará el simbolismo de una silla vacía en el capitolio, que estará diciéndole al país que ahí trató de colarse la delincuencia y que gracias a la acción firme de la ciudadanía no lo permitimos.

Y hablando de ese Congreso ¿qué me dicen de nuestra lucha por la democracia y la separación de poderes respecto a las sesiones presenciales? A pesar del deseo de muchos de ellos, a los Representantes de la Cámara ya les tocó ir a votar el pasado viernes. Nuestra acción legal que terminó con el pronunciamiento de la Corte Constitucional, y la opinión pública, hicieron evidente algo que era de sentido común: es inmoral que mientras más del 95% del país haya retomado la normalidad, los congresistas puedan seguir “trabajando” desde la comodidad de sus fincas. Una victoria que, aunque es parcial de momento, ataca esos privilegios de aquellos que abusan de su posición de poder.

Estas victorias, entre muchas más, deben recordarnos que sí es posible ganar, que el cambio ya está pasando, y en consecuencia debemos afirmar nuestra alegría y seguridad porque lo estamos haciendo. Sólo la confianza en nosotros mismos y en lo que podemos hacer, puede llevarnos a superar esta larga noche en que nos tienen sumidos los mismos de siempre.

Ya lo había escrito el gran Eduardo Galeano en su poema “Son cosas chiquitas”:

“Son cosas chiquitas.
No acaban con la pobreza

no nos sacan del subdesarrollo,
no socializan los medios de producción
y de cambio, no expropian las cuevas de Alí Babá.

Pero quizá desencadenen la alegría de hacer,
y la traduzcan en actos.

Y al fin y al cabo, actuar sobre la realidad
y cambiarla aunque sea un poquito,
Es la única manera de probar
que la realidad es transformable”

Así que, ¡Ánimo muchachos! Que este país es nuestro.

Una nota dolorosa: Durante la construcción de este documento, que pensaba ser un llamado al optimismo y a la acción viva y alegre del poder popular, nuestro país ha vivido una de las semanas más crueles y sanguinarias de los últimos tiempos. Además, con profundo dolor, esta oleada de masacres que se ha desplegado ante la impavidez e indolencia del pseudo-gobierno, se ha ensañado precisamente con esa juventud en la que estaba pensando cuando escribí estas líneas. Por eso, esta columna, y todos mis pensamientos de ahora y siempre, van en memoria de esa juventud que se resiste a morir y por la que venceremos.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *