lunes, septiembre 16

URIBE DIO LA ORDEN

Por: Gustavo Bolívar Moreno

Uribe dio la orden a la Fuerza Pública: usen sus armas. Fue una orden explícita, directa, infame, sin empatía alguna por la humanidad, por sus compatriotas, por la especie. Lo volvió a hacer. Ordenó, veladamente, que policías y soldados, disparen a los manifestantes, a quienes tilda de terroristas y vándalos que se pueden convertir en “buenos muertos”. “Una masacre con criterio social” dijo hace algún tiempo.

Tal vez piensa, con su mente enferma: “Matamos dos pájaros de un solo tiro: Acabamos con los terroristas y disminuimos las estadísticas de pobreza. ¿Qué mejor que acabar la pobreza de raíz, esto es, acabando a esos pobres problemáticos que ya no quieren vender el voto y que protestan por todo?

Para Uribe, dentro de su mente abyecta y torcida, los que salieron a las calles son “terroristas” que no tienen por qué protestar. No hay desempleo, no hay hambre, Colombia entera está vacunada contra el Covid. No hay violencia. Este es un país de desagradecidos. Las 178 masacres de la era Duque, y los 757 líderes sociales y defensores de derechos humanos asesinados durante este gobierno son un invento de la izquierda. Las cifras están infladas.

Esta es la interpretación enajenada uribista de la realidad de Colombia. Aquí no pasa nada. Colombia es un paraíso de exenciones tributarias y por eso a los inversionistas no les importa que este gobierno improvisado y nervioso haya presentado tres reformas tributarias en menos de tres años. Eso no sucede en ningún país del mundo pero para la secta es algo normal, pasa en las mejores familias. Y no es cierto. Se gastaron los cartuchos de las primeras dos Reformas Tributarias, que suelen usar todos los presidentes, regalándole billones a los ultrarricos. Ahora que están apurados por los estragos de la pandemia, no son capaces de reversar sus embarradas, por ejemplo, derogando la Ley de Financiamiento, como propone Petro. En cambio, tratan de cargarle el déficit fiscal dejado por el derroche, la corrupción y las dádivas tributarias, a los más pendejos, a los sumisos, los obedientes, los esclavos, los perezosos, los indiferentes, los importaculistas, los conformes, los que nunca protestan por miedo a perder un ojo o la vida. Para eso compraron más tanquetas, más proyectiles saca ojos y más escopetas calibre 12.

Para el uribismo, sus áulicos, sus focas, que aplauden hasta la llegada de unas poquitas vacunas y, por supuesto, para sus tuiteros pagos con nuestros impuestos, el manejo de la pandemia es el mejor. Aquí han muerto solo 75 mil personas –90 mil si tenemos en cuenta el subregistro probado– pero pudo ser peor. Si no hay vacunas es porque no se las quisieron vender. Si no las aplican con eficacia es porque el clima o las protestas no ayudan.

Ellos tienen una disculpa infantil para todo. Para ellos no hay motivos para protestar. Los vándalos son terroristas que salen a ponerle la cara a las balas de la Fuerza Pública porque les gustan los deportes extremos. Porque quieren incendiar el mundo por culpa de Petro cuando trina y por culpa de Petro cuando no trina, pues no escribió un solo tuit durante los días de manifestaciones.

Esto es más o menos lo que tienen en la cabeza estos cavernícolas con respecto a los grandes temas de la nación, en esta coyuntura de paro nacional, violación de derechos humanos y reformas lesivas para la gente más pobre.

De modo que un periodista incisivo, obtendría de Uribe, más o menos, las siguientes respuestas:

—¿Qué opina de la Reforma Tributaria, exsenador? Le pregunto a usted porque su protegido dice no saber lo que contiene la misma.
—La reforma era buena y necesaria pero como se volvió impopular, yo creo que hay que hacerle ajustes. Es que Iván no me escucha, es otro Santos. Uno los elije y se vuelven piedras sueltas, traidores de tiempo completo.
—Pero su hijo fue a Palacio a decirle lo que tenía que poner y quitar.
—No se equivoque. Tomás fue a tomar medidas para las cortinas de Palacio porque ya todos saben que será el sucesor de ese traidor de Duque.

—La oposición dice que la Reforma es inoportuna y regresiva porque grava a la comida de los pobres, el salario de la clase media, los servicios públicos de los estratos 4, 5 y 6, las pensiones de los viejos y los servicios funerarios de todos.
—Ganas de joder. Todo mundo tiene que pagar impuestos. Los que tienen menos tienen que pagar más y los que tienen más tienen que pagar menos. Esa es la ley del libre mercado, la ley neoliberal. No de otra forma podemos hacer que los ricos generen más y más empleo.
—Pero está demoestrado que rebajar impuesto no genera más empleos.
—Si el vaso de los ricos se llena, al plato donde reposa el vaso caen las gotas que sobran para que los pobres puedan vivir y ser felices. Entre más gotee mayor felicidad, Por eso hay que mantener ese vaso lleno con contratos, con los fondos de pensión, con plata barata del Banco de la República para que ellos la presten a tasas 10 veces superiores. Es cuestión de pragmatismo y de confianza inversionista.
—Pero lo que pasa, exgobernador, es que el vaso nunca se llena.
—Algún día se llenará. No estaremos vivos ni usted, si sigue haciendo esas preguntas, ni yo que aspiro, legítimamente, a cumplir los 100 años, un poquito más que Augusto Pinochet. Siguiente pregunta.

—¿Y la Reforma de la salud, expresidente?
—Ganas de joder. Las EPS lo han hecho de maravilla y hay que entregarles la red de hospitales públicos y las universidades para que terminemos de privatizar lo que la ley 100 no pudo. Es obvio que hay críticas pero las EPS no se pueden dejar quebrar. Por eso, a veces, para evitarlo, tienen que recurrir al acetaminofén para curar cáncer, sida, hepatitis B y fracturas craneoencefálicas. Pero eso es síntoma de estar en manos de buenos administradores, buenos tecnócratas. Y que paguen más plata en abogados para rechazar tutelas que en médicos para curar la gente, son los gajes del negocio.

¿Y el aumento de la pobreza, expresidiario? El 32% de los colombianos solo come una o dos veces al día. El 89% de la tierra productiva está en manos del 1% de los propietarios. El 0,006% de los colombianos tiene el 96,1% del dinero que hay en los bancos. ¿No le parece una desigualdad ni la hijodeputa? Y discúlpeme la expresión.
—Esas son mentiras de la izquierda neocomunista, neocastrochavista, petromadurista. Aquí sobra la comida, aquí se bota la comida.
—Pero son datos del DANE
—Ahhhh. Eso debe ser que el DANE ya está infiltrado por el narcoterrorismo.
—¿Con esta desigualdad tan aberrante, cómo compiten los niños desnutridos de La Guajira, Putumayo, Guaviare, Amazonas o Chocó con niños del Nueva Granada, el San Jorge de Inglaterra, el Gimnasio Británico, los Nogales o el San Carlos, que estudian en dos o tres lenguas y comen cinco veces al día?
—Compitiendo. El que quiere ser rico lo es. Cuanta gente no se hace a pulso. Los mantenidos son los que no progresan. Quieren todo regalado.
—Si ustedes no son mantenidos porque reciben millonarios subsidios del Estado.
—Para generar empleo, para generar riqueza, para generar recaudo a la DIAN.
—Pero ustedes no pagan impuestos. El Ubérrimo de 1.500 hectáreas paga menos predial que un apartamento de 100 metros en Bogotá.
—Siguiente pregunta.

Hasta aquí la parodia.

Duque respondería cosas peores, por eso ni me tomo el trabajo de simular una entrevista con este personaje. Podríamos terminar todos aplaudiendo en su programa diario “Prevención y Acción”. Ya imaginar las respuestas del dueño del circo es suficiente.

Uribe ha promovido la guerra sectaria a lo largo de sus 40 años de carrera pública. Cuando dijo que los defensores de derechos humanos eran terroristas, les puso la lápida en el cuello a varios de ellos. Cuando dijo que sus secuaces matones eran buenos muchachos inspiró a toda una generación a venerar a los asesinos. Cuando dijo que los jóvenes de Soacha, disfrazados con camuflados y botas de caucho para asesinarlos y luego presentarlos a la prensa como guerrilleros dados de baja, “no estarían recogiendo café”, incitó a esa práctica espantosa después llamada “limpieza social”. Cuando dijo que había muertos buenos, coincidencialmente fueron asesinados testigos y gente incómoda en sus procesos judiciales. Cuando dijo que podía haber masacres con criterio social, justificó la violencia contra la Minga. Cuando dijo “Prefiero 80 veces a los guerrilleros en el monte” estaba soñando con el reinicio de la guerra, proyecto que va consiguiendo con total éxito. El viernes, cuando dijo que los policías y soldados podían disparar sus armas para defenderse de los terroristas, como denomina a los manifestantes, estaba incitando de forma directa a los uniformados a desenfundar sus armas contra los civiles.

Las consecuencias de su orden escrita en un tuit que fue borrado por la red social dado su alto impacto en la generación de violencia, saltan a la vista. Según organismos de derechos humanos, entre ellos Defender La Libertad, hubo 7 asesinatos la noche del viernes solo en Cali, la capital de la indignación en Colombia. A la noche del sábado 1º de mayo se cuentan en el total nacional al menos 11 homicidios a manos de la Fuerza Pública. Hay seis jóvenes sin un ojo, una mujer fue violada por un agente del ESMAD en presencia de sus compañeros y otras cinco sufrieron agresiones basadas en género. A la noche del sábado se cuentan casi 300 detenidos, 31 personas desaparecidas, 45 defensores de derechos humanos agredidos, 161 heridos.

Esas son las consecuencias de su lenguaje incendiario y mafioso que no tiene consecuencias derivadas de la torpeza. No. Cada sílaba escrita por el sociópata es pensada, cada palabra es calculada, cada frase es premeditada. Él conoce sus alcances. Él sabe que aún quedan rescoldos de poder que sabe usar a su antojo. Uribe es un monstruo de las cavernas que mantiene su mente en la Edad Media. No admite otras ideologías. No cabe en su cabeza que la gente pueda pensar distinto. Ama la guerra, aunque nunca ha estado en ella ni ha enviado a sus hijos al campo de batalla como sí lo hacían los nobles medievales. Detesta que le lleven la contraria. No admite que su autoridad sea desafiada. Por eso, si al hijo no le gusta el jugo se lo tiene que tomar y si lo vomita se tiene que tomar el vómito. Por eso, si a los colombianos no les gustan las reformas de la derecha, casi todas tendientes a imponer exenciones tributarias para los más poderosos o a cuadrar caja para tapar el hueco fiscal que deja la corrupción, pues se la tienen que tragar. Y si no se la tragan y la vomitan, se la hacemos tragar a las malas porque “plomo es lo que hay, plomo es lo que viene”.

¿Y por qué este ser actúa así? Porque de infundir miedo pasó a tener miedo. Tiene miedo de volver a la cárcel. Tiene miedo de perder el poder. Tiene miedo de quedarse sin ese discurso taquillero que por cuatro décadas ha girado en torno a dos ejes que se complementan: La guerra, la FAR, la guerra, la FAR, la guerra la FAR. Tiene miedo de que las FARC sigan en política y lo desarmen.

Su “viejo gobierno de difuntos y flores” está llegando a su fin. Las hojas de los árboles del jardín de muerte que sembró Uribe, están cayendo. Uribe es el otoño del patriarca. Uribe es la mugre en el jardín, el cáncer de esta sociedad para vergüenza ya, por fin, de muchos de sus paisanos.

Termino esta columna dirigiéndome al comandante del Ejército, general Eduardo Enrique Zapateiro y al comandante de la Policía Nacional, general Jorge Luis Vargas Valencia: Es una lástima que estén llevando a sus instituciones al desprestigio y al odio ciudadano por defender a unas élites corruptas que se reparten el país tomando whisky y sentados a manteles en los grandes clubes, o las grandes haciendas, mientras dan la orden de disparar al pueblo.
¿Dónde está el honor militar, generales?
¿Dónde el juramento de proteger la vida de las personas que pagamos sus salarios? ¿Dónde queda el mínimo grado de humanidad que debe tener un uniformado?
¿Dónde está la empatía para con sus subalternos, también víctimas de esta violencia fratricida?
¿Por qué no se hacen querer como los militares de Ecuador. En ese país los uniformados nunca disparan contra las multitudes. Allí el pueblo ama a sus fuerzas armadas por su neutralidad.
¿Por qué se volvieron propiedad de una facción política e ideológica? ¿Acaso las Fuerzas Armadas no le pertenecen a todos los colombianos? ¿No pagamos todos los colombianos su funcionamiento?
Es hora de enderezar el rumbo, generales. Es hora de ponerse del lado de la gente, del pueblo, de los necesitados, de la verdad. Queremos que nuestras fuerzas armadas inspiren respeto, no miedo. Inspiren cariño, no odio. Porque es muy fácil ganar obediencia y sumisión con métodos represivos, pero eso, a largo plazo, no es efectivo. Lo efectivo es ganar respeto actuando en justicia, haciendo uso proporcional de la fuerza, cumpliendo los protocolos de Derechos Humanos para actuar.

En el pasado sus hombres mataron a Dylan Cruz, mataron a Dimar Rueda, quemaron vivos a unos muchachos en el CAI de Soacha, mataron a 13 personas desarmadas el 9 de septiembre del año pasado en Bogotá. Los del INPEC masacraron a 23 presos de la Modelo.

En los días en curso el terror se ensañó contra los caleños. Un policía le disparó por la espalda a Jeison García, un niño de 13 años que le había propinado una patada. Un miembro de la policía disparó contra Marcelo Agredo, un menor de 17 años quien posteriormente murió en el hospital Valle de Lilí. Miembros de la Policía mataron a Miguel Angel Pinto de 23 años en el punto de concentración “Puerto Resistencia”. En medio de las protestas de ayer fueron asesinados: El comerciante Edwin Villa Escobar, el pensionado Einer Alexander Lasso, el docente de primera infancia Jovita Osorio, y otras tres personas en proceso de identificación. De igual forma fueron abaleados Angely Vivas en su pierna izquierda y otras tres personas por identificar. Han sido detenidas y denuncian torturas, robo de sus pertenencias y vejámenes más de 200 ciudadanos y ciudadanas más. Hay nueve personas desaparecidas, algunas de ellas fueron previamente capturadas. Una mujer fue violada por un agente del ESMAD delante de sus compañeros, entre ellas una mujer.
¿Esto los hace sentir bien? ¿Saber que están masacrando al pueblo los deja dormir tranquilos?

¿Son culpables los policías y soldados de estos crímenes o simplemente están cumpliendo órdenes?

Me quedo con el mensaje de Leidy Natalia en Twitter. Ella es una de las jóvenes que perdió su ojo por disparos del ESMAD: “Un abrazo grande a todos, perdí mi ojo pero les juro que siento que tengo 10 mil más allá afuera, sigan en pie de lucha que esto acá no acaba. Fuerza y cuídense mucho, no me alcanzará la vida para agradecer a cada uno de ustedes, me hacen sentir acompañada”.

Y el agente que le sacó el ojo, como si nada. Seguirá su vida haciéndole el juego a los poderosos que lo convierten en un asesino a cambio de un salario miserable sin posibilidades de ascenso.

Y lo que es peor. ¿Ante quién se quejan los heridos? ¿Ante qué entidad se quejan los familiares de los muertos? ¿Ante la Fiscalía hoy en manos de quien dio la orden? ¿Ante la Procuraduría, hoy en manos de quien dio la orden? Ante la Defensoría del Pueblo, hoy en manos de quien dio la orden?. Una verdadera desgracia estar en manos de un autócrata. En términos precisos, esto es una dictadura que puede terminar mal. Porque, como lo dije ayer en un tuit, si Duque no retira la Reforma Tributaria, puede pasar que la Policía y el ESMAD sean insuficientes para controlar la gran cantidad de focos de protesta que se vayan presentando a diario y esto obligue a Duque a dar la orden de disparar al Ejército. Nada más peligroso. Podría estar dando inicio a una guerra civil. De ese tamaño es su irresponsabilidad. ¿Acataría esta orden general Zapateiro? ¿Llevaría el país al desangre por defender una Reforma que ya está muerta en el Congreso?

En medio de la desesperanza queda una luz, la luz de la valentía. Cali puso el ejemplo. Colombia perdió el miedo. Duque y Uribe se equivocaron esta vez. Devaluaron la vida y cuando la vida vale poco, cuando los pueblos tienen poco o nada tienen que perder, las calles pueden ser tumbas o redención.

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