Por: Urías Velásquez /twitter: @UriasV
En asocio paramilitares y narcotraficantes están amedrantando brutal y descaradamente a la población del Chocó, particularmente en Quibdó, establecen toque de queda, pegan panfletos amenazantes en las muros, envían mensajes de whatsapp e inundan las redes sociales con amenazas, se pasean en motos armados, ordenan cerrar negocios y, como si fuera poco, a quien desobedezca lo agarran a “rejo” en la calle.
Todo con la anuencia y ayuda de la Policía. La situación está tan tensa que en los últimos días no cesan los tiroteos, el de anoche fue en barrio Loma de San Judas.
Nada diferente a lo que sucedía a finales de la primera presidencia de Uribe y comienzos de la segunda cuando los paramilitares en todo el territorio nacional, pero especialmente en Antioquia y el Chocó, amedrantaban, secuestraban y asesinaban a civiles con la complicidad de los organismos del Estado, hechos que son ya verdades judiciales y por los cuales algunos paramilitares y ex oficiales del ejército, la policía y el extinto DAS –entre otros- han pedido perdón públicamente.
Pero la situación actual, incluso, parece peor porque esta vez y abiertamente estos grupos paramilitares admiten estar asociados con los carteles mexicanos que –presuntamente- operan en la región. “Ya somos las segunda autoridad del departamento”, rezan los panfletos que en la parte superior traen la bandera de México y que se ven por toda la ciudad.
Lo cierto es que las amenazas son directas y salvajes: “al que veamos tarde en la noche lo picamos. O le metemos bala (…) Piensen antes que sea tarde (…) el que se descuida se muere. Atentamente: los gaitanistas de Colombia… la cosa es enserio”. Dicen los mensajes de Whatsapp que están circulando.
El gobierno municipal de Quibdó guarda silencio, no se sabe muy bien si por complicidad o por miedo. En todo caso, los grupos reivindican su labor como una ayuda a la campaña que el Alcalde de la ciudad, Martín Sánchez, adelanta -sin éxito- en contra del Covid-19.
Mientras tanto las autoridades nacionales mantienen el hermetismo y no dicen una sola palabra, en parte porque, y como lo han probado -más allá de cualquier duda razonable- los investigadores Gonzalo Guillén y Julián Martínez, es un gobierno puesto por la mafia y el narcotráfico y, en parte, por la doctrina del miedo y el amedrentamiento que quiere imponer el gobierno Duque y que sin tapujos expone cada vez que tiene la oportunidad el senador Álvaro Uribe: “o se callan o los callamos”, le dijo el senador hace algunos meses a una multitud que lo abucheaba.
La situación es tan critica que ya las personas no saben qué hacer: “si salimos nos pegan, quizás hasta nos maten, y si nos quedamos en casa nos morimos de hambre”, le dijo a este reportero vía celular una habitante de la región. Por lo pronto los líderes sociales del Chocó resisten y le piden a toda la comunidad nacional e internacional visibilizar su situación: “si ustedes que están fuera de este infierno no dicen nada aquí nos van a masacrar sin que las autoridades legales hagan algo”.