Por: Ángela María Robledo
Hace dos años decidí trabajar por el proyecto político de Colombia Humana y acepté la invitación que me hiciera Gustavo Petro para acompañarlo como su fórmula vicepresidencial. Siempre he expresado en múltiples espacios que esos breves e intensos meses de campaña fueron mágicos, llenos de alegría y de esperanza porque teníamos la certeza de contar con la mejor propuesta política para transformar a Colombia, uno de los países mas desiguales y violentos del mundo.
Gustavo llenó cientos de plazas públicas a lo largo y ancho de Colombia y desde allí con la fuerza de su palabra y su aguda inteligencia nos explicó a millones de colombianas y colombianas, desde un maravilloso ejercicio de pedagogía política, qué significaría alcanzar nuestro sueño: transitar hacia una Colombia en paz, con Justicia Social. De esta manera revivió el valor de la plaza pública e invitó a votar masivamente para ganarle a las castas políticas y corruptas que por siglos han ocupado el poder en nuestro país. Plazas multicolores, llenas de alegría fueron un hermoso testimonio de que la política, como el arte de estar juntas y juntos los distintos, estaba de vuelta, después de tantos años de guerra.
Yo entretanto, me reunía en cientos de territorios urbanos y rurales con las “ciudadanías libres “. Recorría las calles de las grandes y pequeñas ciudades, visitaba las casas de algunas de las familias, preguntaba, dialogaba. En medio de estos encuentros cálidos y llenos de vitalidad escuché por horas y horas a mujeres, a los pueblos indígenas, a jóvenes, animalistas, comunidades afro, campesinas y campesinos, estudiantes. Recogí día a día en mis “cuadernos de campaña“ los anhelos, las expectativas, los miedos, los reclamos de quienes han luchado y deseado por décadas vivir en un país donde el amor y la dignidad sean la base de nuestras relaciones afincadas en la política de la vida.
Estas ciudadanías libres, deseantes, rebeldes, impacientes nos acompañaron en las urnas en la primera y segunda vuelta de la campaña presidencial. Obtuvimos una votación histórica , más de 8 millones de votos, para las fuerzas progresistas y democráticas de Colombia. Siempre dudamos del resultado oficialmente reportado por la Registraduría y hoy tenemos la certeza de un fraude que nos arrebató miles de votos. Se cumplió aquello que decía Camilo Torres hace muchos años, en Colombia yo voto, tú votas, ellos escrutan.
Y regresamos al Congreso, en julio del 2018, Gustavo al Senado y yo a la Cámara, no era lo que anhelábamos pero regresar era compromiso que habíamos adquirido con los millones de personas que habían confiado en nosotros. Una reforma a la Constitución Política creó las curules para la segunda votación a la Presidencia y Vicepresidencia. El Acuerdo de Paz del gobierno de Juan Manuel Santos con la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común establecio como una de las condiciones para la Apertura Política y democrática, el desarrollo del aplazado Estatuto de la Oposición. En el marco del Estatuto de la oposición se crearon las curules que yo he llamado las curules de la paz, con el propósito de fortalecer nuestra precaria democracia.
Desde el retorno al Congreso de la República Gustavo y yo hemos sido víctimas de acoso político y judicial a través de demandas ante la Corte Suprema de Justicia y el Consejo de Estado. También hemos sido amenazados en distintas ocasiones por de las llamadas águilas negras. Nuestro retorno al Congreso, donde se dice que vive la democracia, no ha estado sembrado de rosas.
En abril del 2019 por una demanda interpuesta por supuesta doble militancia, me anularon la credencial como Representante a la Cámara. Vale la pena recordar que una demanda similar fue interpuesta contra la Vicepresidenta Martha Lucía Ramírez. Y fue la misma instancia, la Sala 5, el mismo Magistrado Moreno quien conservó la investidura a la Vicepresidenta y a mí me arrebató la curul de la paz, con el salvamente de voto presentado por la Magistrada Lucy Janette Bermúdez. Y empezó así una larga y kafkiana travesía, llena de obstáculos, dilaciones, largas esperas. Por fin el 10 de marzo después de muchos ires y venires gané la tutela que me otorgaba el derecho de regresar al Congreso. La Sala Segunda del Consejo de Estado, preservó el carácter fundamental de los derechos de la oposición y reconoció que no existían precedentes jurídicos sólidos para establecer la doble militancia como causa de inhabilidad para aspirar a la Presidencia y Vicepresidencia de Colombia.
El presidente de la Cámara Carlos Cuenca, dilató por meses mi reintegro, sólo una nueva tutela y su mandato de inmediato reintegro, dejo a Cuenca sin espacio político para impedir mi al regreso al Congreso.
Durante estos quince meses tan duros vitalmente siempre estuve acompañada por el inmenso amor de mi familia, mis amigas y amigos y por miles de personas que me alentaron a resistir de manera empecinada. Jorge Iván Palacio y Jefferson Dueñas más que mis abogados, se convirtieron en los protectores por excelencia de mis derechos políticos y sociales, lo hicieron desde una total gratuidad, hoy les renuevo mis agradecimientos eternos .Siempre me dijeron, con las causas justas vamos hasta el final.
Como lo han registrado en las redes sociales y los medios de comunicación, regresa una feminista al Congreso de la República y es así, regreso a representar un poder femenino afincado en la defensa de los derechos humanos de las mujeres, en sus luchas cotidianas y colectivas para vivir en libertad y dignidad. Regresa la mujer rebelde y desobediente frente a los mandatos patriarcales.
Regreso a continuar la defensa férrea de una paz precaria y amenazada. Regreso a trabajar para construir una agenda política donde muchos de los propósitos de Colombia Humana estén presentes y también una agenda política que sume para enfrentar las elecciones del 2022. Regreso a tejer y destejer como las Penélopes del mundo entero que sostienen y recrean la vida día a día.