lunes, octubre 14

¡Por Lucas, por todos!

Por: Alexro, Buenos Aires, Argentina.

La noche del vil atentado a Lucas Villa y a sus compañeros, me encontraba a punto de enviar la caricatura del otro día a Cuarto de Hora, ya con esa sensación del deber cumplido. En esas irrumpe bruscamente en el cuarto mi compañera, completamente aterrorizada: ¡Acaban de matar dos manifestantes en el Viaducto! – me dijo. Sin ver todavía el doloroso video y sin saber el estado de las víctimas, pensé en los compañeros de la UTP, pensé en mis hermanos, en mis amigos, en los compañeros del Movimiento Estudiantil, en los del Sindicato de Educadores, en mi gente de la Perla del Otún, como quien entiende que la muerte acaba de pasar justo por donde tantas veces gritamos arengas en contra del sistema y contra un gobierno violento e indiferente, el mismo desde que empezamos a hacer militancia siendo adolescentes, el mismo contra el que lucharon nuestros padres y abuelos, el mismo de siempre.

Los que somos de Pereira sabemos que el momento más emocionante y el más esperado de toda jornada de protestas es cuando todas las marchas convocadas desde distintos puntos de la ciudad se unen en el Viaducto, conformando esa fuerza popular que saltando alegremente hace temblar el puente y pone a temblar al gobierno de la ciudad, bloqueando el punto de unión con Dosquebradas. Todos tenemos fotos en ese lugar, todos dimensionamos lo que había acabado de pasar, la balacera había sido en nuestra propia casa y entre las víctimas podía estar hasta un familiar.

Sin identificar a las dos personas que se hallaban en el piso, sentí la responsabilidad de difundir internacionalmente de inmediato, tal y como lo veníamos haciendo noches atrás sin dormir, quizás por ese compromiso con la patria a pesar de tener que estar lejos de ella. Mientras lo hacía, empezó a llegarme el mismo video por parte de conocidos con el mensaje de “menos mal ud se fue”, “Parce, cuando veo lo de Lucas, pienso usted”, recordándome la tarde desafortunada en que un representante político me tomó una foto en una marcha y la difundió en redes tildándome de “guerrillero infiltrado”, desencadenando lo que después terminaría por condenarme al destierro.

Todos hemos llorado a Lucas porque como dice su familia, él nos representa a todos los colombianos, representa ese pueblo alegre, digno y fuerte que lucha por la paz. Todos sabemos quién dio la orden, todos entendemos que una vez más se nos llevan un compañero, precisamente después de que la autoridad hizo un llamado a conformar un “frente común” entre fuerza pública y la ciudadanía contra el paro. Todos sabíamos que iba a pasar con Lucas o con cualquiera. Nos mataron a Lucas, nos mataron un pedacito de cada uno de nosotros. Todos hoy exigimos justicia y seguimos en resistencia, pues no nos pueden seguir arrebatando los sueños.

¡Nos están matando en Colombia! – gritó Lucas ese mismo día a las cámaras, con la fuerza de quien no es capaz de callar ante las injusticias. Ese mismo día que se la pasó bailando como siempre, abrazando policías, alentando a la multitud que protestaba pacíficamente, porque Lucas es, como diría Eduardo Galeano “un fuego loco que llena de luz y chispas, un fuego de los que arden vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende”. Por eso, por Lucas y por todos, por los heridos, por los asesinados y desaparecidos, porque nos merecemos el derecho a vivir en paz, como cantó Víctor Jara: ¡Colombia resiste! ¡Viva el Paro Nacional!

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