Por: CELSO TETE CRESPO /twitter: @elsemblante (Analisis)
Lo que está sucediendo en Colombia respecto al metro de Bogotá, a la dependencia petrolera, a la presencia de carteles mexicanos en el país, a la corrupción electoral y a la reforma tributaria actual comprueban que Gustavo Petro tenía razón. Era sólo cuestión de tiempo…
Comencemos con el metro de Bogotá
Nunca antes la capital colombiana había estado tan cerca desde el punto de vista técnico y financiero de hacer realidad la construcción del metro como lo estuvo en el 2014, cuando el subterráneo tuvo los estudios fase III y se encontraba ad portas de licitación.
Gustavo Petro advirtió en su momento que los estudios del metro subterráneo estaban más avanzados que los del elevado y hoy se corrobora que es cierto.
Un informe de la Contraloría General de la Nación en octubre de 2019 concluyó que el metro subterráneo alcanzó el nivel de ingeniería básica avanzada o ingeniería de detalle “para su construcción de manera subterránea”.
Mientras que el metro elevado no sólo es carente de estudios de factibilidad, sino que cuenta con 45 hallazgos administrativos con incidencia disciplinaria, fiscal y penal, según el mismo informe del ente fiscal.
Si hilamos un poco más fino, nos permitiríamos vincular el metro elevado con cálculos políticos para el 2022, donde el evidente objetivo es desvanecer el nombre de Gustavo Petro del más grande proyecto de infraestructura del país y así sacarlo del camino a la Presidencia venidera, pero eso nos tomaría otra columna.
Sobre la dependencia petrolera
A lo mejor se acuerden de las burlas de las que fue víctima Petro en la anterior contienda electoral a la Presidencia cuando, de forma simbólica, situaba al aguacate como el futuro motor económico de Colombia por encima de un commodity de la economía local como lo es el petróleo.
En realidad, la figura retórica que usó hacía referencia a su propuesta de potenciar la agroindustria colombiana e ir dejando paulatinamente la dependencia económica del petróleo, por un tema de cambio climático y autosuficiencia financiera.
Pues bien, hoy se demuestra que Petro tenía razón. Era sólo cuestión de tiempo… Miren por qué:
El 50% de las exportaciones nacionales provienen del sector minero energético y los ingresos que este genera aportan en gran medida a los ingresos del Estado colombiano, razón por la que el desplome del precio del petróleo y los choques externos afectan seriamente las finanzas del país y el valor de la moneda colombiana.
Por otro lado, según datos del DANE, las exportaciones de aguacate colombiano en el 2019 crecieron 36.7% con relación al año 2018, convirtiéndose hoy en uno de nuestros productos estrella.
Sobre la presencia de carteles mexicanos en Colombia
En enero de 2018, Gustavo Petro advertía sobre un nuevo fenómeno de violencia con controles territoriales en Colombia: “Los ejércitos privados del narcotráfico con mando en los carteles mexicanos”. La respuesta a su alerta consistió en esbozar señalamientos hacia él como: “Incendiario”, “polarizador” y “demagogo”.
Pues bien, debo decirles que, otra vez, Petro tenía razón. Era cuestión de tiempo… Vean las razones:
Según datos de la Policía Nacional de Antinarcóticos de Colombia, los carteles mexicanos controlan cerca de 100 mil hectáreas de coca. Organizaciones criminales como: el Sinaloa, Jalisco Nueva Generación y los Zetas están estableciendo hegemonía en el negocio del narcotráfico en el país, al mismo tiempo que desencadenan macabros escenarios de constreñimientos y asesinatos al mejor estilo de la violencia que padecimos en los 80s y 90s. Y tengamos en cuenta que este flagelo está directamente involucrado con la creciente cifra de líderes sociales y reclamantes de tierra asesinados.
Con la corrupción electoral y la reforma tributaria
En mayo de 2018, Gustavo Petro declaraba lo siguiente: “Estamos ‘ad portas’ de que no podamos en ningún momento garantizar la transparencia electoral de las elecciones presidenciales de Colombia”, a lo que también agregó: “El software de la Registraduría presenta alteraciones de algoritmos que no dan garantías”, vaticinando desde esa época lo que para él se constituía desde ya en un posible hecho de corrupción electoral.
A tales advertencias del líder de la Colombia Humana se sumaban las del entonces Fiscal General de la Nación Néstor Humberto Martínez, quien antes de la segunda vuelta presidencial en 2018, manifestó desde Cartagena que daría a conocer (después de las elecciones de segunda vuelta, curiosamente) una “nauseabunda” red de compra de votos en la costa atlántica colombiana. Lo cual nunca pasó.
Pues bien, otra vez Petro tenía razón. Era sólo cuestión de tiempo… Observen por qué:
Aída Merlano, excongresista de la República patrocinada por clanes políticos Gerléin y Char, prendió el ventilador e hizo graves acusaciones desde Venezuela de la existencia de toda una parafernalia criminal de compra de votos en el Departamento del Atlántico que salpican directamente a la campaña presidencial de Iván Duque en segunda vuelta. ¿Será esa la famosa “nausebunda” red de la que en su momento habló el fiscal Martínez? Todas las circunstancias apuntan a que sí.
Tampoco podemos pasar por alto el más reciente escándalo destapado por el periodista Gonzalo Guillén, donde se evidenció que el testaferro de un narcotraficante en La Guajira, conocido como el “Ñeñe” Hernández, compró votos y aportó recursos en ese Departamento para la campaña del actual presidente de la República Iván Duque.
¡Otra demostración más de la corrupción electoral en la campaña presidencial “Duque Presidente”!
Con la reforma tributaria
Este fue uno de los temas en los que más hizo hincapié Gustavo Petro durante la campaña presidencial. El actual dirigente de la oposición en Colombia sostenía que Germán Vargas Lleras e Iván Duque coincidían en su plan de reforma tributaria consistente en reducir impuestos a las petroleras, carboneras y a los banqueros con el supuesto objetivo de “crear más empleos”, premisa que, según Petro, era falsa.
Para el líder político progresista, la reactivación del empleo en Colombia implicaba más salarios reales y más impuestos a los capitales improductivos.
Pues bien, estimados lectores, otra vez le asiste la razón a Petro. Era sólo cuestión de tiempo… vean por qué:
En diciembre de 2019 se sancionó en Colombia la Ley 2013 que obliga a altos funcionarios a hacer pública la declaración de bienes y renta y el registro de conflicto de intereses, lo que se convirtió en una plataforma de polémicas en la opinión pública al vislumbrarse las pírricas sumas de impuestos sobre la renta que paga la oligarquía criolla en el poder.
Además, sirvió también para reconfirmar la tesis de Petro referente a que los grandes latifundistas como Álvaro Uribe, por ejemplo, le pagan al Estado muy bajas sumas por la tenencia de miles de hectáreas de tierras improductivas, lo que de facto se traduce en desigualdad social y afectación directa a la economía colombiana.
En lo que se refiere al empleo, la revalidación del postulado de Gustavo Petro al respecto no podía ser de menor medida.
En pleno auge de la “ley de financiamiento” estipulada en el gobierno actual, dicho sea de paso: un eufemismo para no hablar de una reforma tributaria empecinada en bajarles impuestos a los grandes capitales con el ficticio propósito de “generar más empleos”, cuando hoy Colombia viene experimentando los mayores niveles desempleo de la última década; a tal punto, que en enero de 2020 llegó a la cifra histórica del 13%.
Dicho lo anterior, quedan comprobadas dos tesis de Petro:
1. Era cierto que Vargas Lleras y Duque compartían el mismo modelo tributario a través de la implementación de la “ley de financiamiento” que apoyaron sus bancadas.
2. Bajarles los impuestos a las grandes empresas no es equivalente a la generación de más empleos, más bien es al revés en términos de ocupación y desigualdad social.
No vamos a deducir con esta columna de opinión que Gustavo Petro es un Nostradamus, ni el poseedor de un oráculo, ni el “mesías”, ni el dueño de la verdad revelada, ni un inmune a los errores. Nada más lejano a la realidad que eso… pero lo que sí podemos inferir es que tiene a Colombia y a sus flagelos bien claros en la cabeza como muy pocos líderes políticos en el escenario actual.