martes, septiembre 26

PANDEMIA, FRACKING Y TRANSICIÓN ENERGÉTICA

Por: Andrés Camacho Morales 

“La pandemia de Covid-19 ha causado más trastornos en el sector energético que cualquier otro evento en la historia reciente, dejando impactos que se sentirán en los próximos años”

World Energy Outlook (WEO) 2020

La pandemia por Covid-19 a escala global representa un profundo reto civilizatorio; las proyecciones indican una posible reducción de la esperanza de vida a escala planetaria. La continuidad de la “normalidad” en nuestra agitada vida diaria ha dado paso a la incertidumbre mundial, nacional e individual.

De acuerdo con la edición de junio de 2020 del informe Perspectivas económicas mundiales del Banco Mundial, esta sería la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial, y la primera vez desde 1870 en que tantas economías experimentarían una disminución del producto per cápita, según las proyecciones del Banco Mundial, la economía se contraerá un 5,2 % este año.

Ante el panorama actual, considerando además que nuestras economías dependen casi exclusivamente de los minerales fósiles, principalmente carbón y petróleo, tanto de su extracción como de su producción derivada, es determinante la acción decidida de los gobiernos y de la comunidad internacional para atender la emergencia sanitaria, para proteger a la ciudadanía, especialmente a los más vulnerables, para preservar el medio ambiente y avanzar hacia economías libres de carbono. Tenemos la posibilidad de enfrentar el Cambio Climático y diseñar un mundo sostenible para después del COVID 19, para ello debemos poner en marcha una transición energética hacia las energías renovables con menor huella ambiental, descentralizadas y producidas nacionalmente.

Precisamente el reciente estudio de perspectiva mundial frente a la energía de la Internacional Energy Agency (WEO) publicado en octubre de 2020, examina estas posibilidades, para ello analiza los efectos de la pandemia y las alternativas para una transición rápida a la energía limpia. Según el informe, la demanda mundial de energía se reducirá en un 5% en 2020, mientras que las emisiones de CO2 relacionadas con la energía se reducirán en un 7%. En otras palabras, la pandemia ha favorecido al medio ambiente, esto producto de la contracción de la economía, es así como se estima una disminución de emisiones anuales de CO2, las cuales retrocederán a los niveles en donde se ubicaban hace una década.

No obstante, esta no es una situación planeada, el bajo crecimiento económico ha producido este comportamiento, lo cual no es una estrategia de bajas emisiones, solo representa una reducción momentánea en la tendencia de las emisiones. Si mañana una retornáramos a la “normalidad”, se encenderían las centrales eléctricas, plantas industriales, edificios y vehículos con las tecnologías actuales, con lo cual regresaríamos en un periodo de 10 o 20 años al escenario de emisiones antes de la pandemia.

Así que atravesamos un punto de inflexión, de las políticas que apliquemos dependerá el futuro energético y ambiental del planeta. Según las proyecciones de la International Energy Agency, en un escenario de políticas ambientales controladas, considerando que el Covid-19 se controla gradualmente en 2021 y la economía mundial vuelve a los niveles anteriores, retornaríamos a niveles de demanda de energía cercanas a los niveles de 2019. En un segundo escenario con una recuperación demorada de la pandemia y con políticas ambientales controladas, el resultado es un daño duradero en las perspectivas económicas. La economía global regresa a su tamaño anterior a la crisis solo en 2023, y la pandemia marca el comienzo de una década con la tasa más baja de crecimiento de la demanda de energía desde la década de 1930.

Pero en un escenario de Desarrollo Sostenible con políticas ambientales y energéticas adecuadas, como el aumento de inversiones en energía limpia y el cumplimiento tratados internacionales como el Acuerdo de París, el mundo podría apuntar a emisiones netas cero hacia el 2050. El desarrollo de las energías renovables ya es competitivo, la generación de electricidad con energía solar se proyecta como el principal impulsor del crecimiento del sector energético, la energía solar fotovoltaica es cada vez más barata, así que es el momento de las energías renovables.

Figura. Emisiones históricas de CO2 y proyecciones 1900-2100.

Fuente: https://www.iea.org/data-and-statistics/charts/energy-and-industrial-process-co2-emissions-and-reduction-levers-in-weo-2020-scenarios-2015-2030

En nuestro caso, a pesar de los anuncios del presidente de la República, Iván Duque, quien en varios foros y eventos internacionales ha mencionado que Colombia buscará tener entre el 60% y 70% de la matriz energética compuesta por energías renovables, sus afirmaciones contrastan con una realidad totalmente opuesta, la realidad es que para Colombia la generación hidráulica es considerada renovable, es por lo que las proyecciones del presidente son tan optimistas. Si bien, la energía hidroeléctrica tiene credenciales ecológicas debido a que proporcionan energía libre de carbono, estas estructuras tienen un elevado impacto ambiental, tanto en el territorio como en las vidas de los pobladores desplazados por su construcción.

Por otra parte, el gobierno ha tenido una clara intención de aprovechar la pandemia para acelerar la implementación del Fracking en Colombia, esto pese a que hoy tenemos en Colombia una moratoria judicial, sin embargo, este año el gobierno de Iván Duque expidió decreto 328 y resolución 40185 para adelantar “Proyectos Piloto de Investigación Integral” para la explotación de hidrocarburos usando la técnica de Fractura Hidráulica – Fracking, hecho que ha provocado la respuesta de organizaciones ambientales, sociales y políticas generando una disputa legal que esta en desarrollo.

Adicionalmente varios funcionarios del gobierno han señalado que el sector minero energético y el fracking serán la clave para la reactivación económica del país pospandemia, el ministro de Minas y Energía, Diego Mesa, señaló durante el panel Energía y recursos naturales de KPMG que, “Colombia ha sido un país minero y no podemos darle la espalda al desarrollo minero, menos ahora cuando es necesario para la reactivación económica”, por su parte Armando Zamora, presidente de la Agencia Nacional de Hidrocarburos, señaló en entrevista al Espectador “los YNC pueden ser un factor crítico en la recuperación poscovid, que no va a ser fácil, ni aquí ni en ningún país. Si les damos vía libre a los no convencionales vamos a tener un impulso que no le puede dar ninguna industria a este país. Debemos ser prácticos. En el futuro inmediato tenemos la tabla de salvación a la mano: es el fracking”.

Así que las señales son claras, mientras las tendencias nos ofrecen un momento único para avanzar hacia un mundo más sostenible, en Colombia el gobierno de Iván Duque profundiza el modelo extractivista, mientras la inversión en energía limpia puede impulsar la recuperación económica, crear empleos y reducir las emisiones, aquí insistimos en el Fracking. El Covid-19 ha creado una crisis sin precedentes, los gobiernos pueden adoptar una visión estratégica y caminar hacia un futuro energético seguro y sostenible, si no lo hacen, tendremos que cambiar el gobierno.

 

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