lunes, septiembre 16

No todo está perdido, la llave de la paz está en tus manos

Por: Victoria Sandino.

La llave de la paz no está perdida. Este 29 de mayo, cada colombiano y colombiana puede ayudar a abrir esa gran puerta por donde, de una vez y por todas, se abra un verdadero camino de entendimiento, de confianza, de no estigmatización y de reconciliación verdadera que posibilite implementar de manera integral el Acuerdo Final de Paz logrado en La Habana en el 2016; también la de buscar y llegar a la paz negociada de manera definitiva con otras insurgencias, así como desmantelar el paramilitarismo que campea a lo largo y ancho del territorio nacional.

El gobierno actual ha representado cuatro años de perfidia al Acuerdo de paz, de traición a lo pactado, un gobierno del continuismo de la política guerrerista, del odio por los demás, que solo han vivido de fomentar la estigmatización, la violencia y el engaño. Colombia no merece más ese tipo de mandatarios, de gobernantes, que desconocen las profundas razones sociales y políticas del conflicto armado promovido y auspiciado por el fascismo criollo que impera en nuestro país y que gobierna desde hace décadas.

Fascismo que nos ha sometido a una permanente política de muerte. Muerte por hambre, por desnutrición, por falta de atención en salud, por contaminación de los ríos y el medio ambiente, obras mal hechas producto de la corrupción y, claro está: muerte por las balas de una guerra que no cesa pese a que en noviembre del 2016, después de un largo proceso, dimos un primer paso fundamental para acabar con ella pero que la clase dirigente se empeña en mantener.

Ese paso debería habernos traído más lejos en el camino de la paz. Lamentablemente, tras cinco años y medio nos encontramos ante un panorama desalentador. La perfidia y la simulación de la implementación son los pasos seguros en el camino de hacer trizas lo pactado. Hoy la paz está desfinanciada, las reformas siguen pendientes, no se ha entregado ni una hectárea de tierra para las y los campesinos, de apertura política y garantías de participación ciudadana no hay nada, y lo más grave de todo: la violencia aumenta de manera alarmante en todo el territorio nacional, dejando un saldo aterrador de 1357 líderes sociales y 325 firmantes de paz asesinados desde la firma del Acuerdo.

Por ello, en estas elecciones presidenciales hay que cerrar filas contra estas posturas, contra el neoliberalismo que ha sumido aún más en la pobreza a la clase trabajadora y productiva de este país, y porque el alma de las y los colombianos no puede continuar dolorida por las pérdidas, por el odio y las violencias; porque merecemos la paz con vida digna, justicia social, con respeto por la diversidad y los Derechos Humanos, vivir bien, vivir sabroso.

Esa gran posibilidad de cambio y de esperanza es el resultado de décadas de lucha y resistencias. Esta oportunidad se da gracias a las miles de luchas acumuladas en los territorios, de las mujeres, las y los campesinos, los pueblos étnicos, la juventud, los trabajadores y trabajadoras que pese a la adversidad han levantado la cabeza contra el establecimiento y han llenado de dignidad las calles de Colombia. Ahora tenemos la posibilidad de decidir un futuro distinto.

Por supuesto que todo lo anterior no lo representa ni los ‘ficos’, sinónimo de continuismo, traición y odio; ni el ‘fajardismo neoliberal’, menos aún el machismo y violencia de un ingeniero que solo dice lo que el pueblo quiere escuchar, pero que sus acciones, su proceso por corrupción, los peligrosos aliados que comienza a adquirir, muestran un futuro nada cierto y de caos. En este contexto, la llave de la democracia, de la paz, del cambio y de las transformaciones la tendremos las y los colombianos que tengamos la decisión de elegir bien, de elegir a Gustavo Petro como presidente de Colombia y a Francia Márquez como vicepresidenta este próximo domingo.  

Una vez obtenida la presidencia por esta corriente progresista que recorre a Colombia, es imperativo atender la grave crisis social y humanitaria que nos aqueja, donde la PAZ, la paz completa, se convierte en un elemento clave para que el presente y futuro de Colombia sea la vida. En este sentido, uno de los primeros pasos debe ser la implementación integral del Acuerdo de La Habana. Se necesita completar las reformas legislativas pendientes. En esa dirección presenté un ‘Paquete legislativo de paz’ para aportar en ello. Hay que poner recursos a la implementación, echar a andar la reforma agraria, brindar garantías de seguridad y sacar de la precariedad en la que se encuentra el proceso de reincorporación.

El segundo y gran paso es buscar la paz con todas las insurgencias que hoy siguen en la lucha armada en un proceso de cara a la sociedad para dotarlo de toda la legitimidad del consenso nacional. Un tercer paso, y no por ello el último, desmonte del paramilitarismo,no habrá paz completa sin el desmonte de las estructuras paramilitares que perviven y crecen azotando los territorios.

Finalmente, Colombia debe ser adalid de la paz y la no agresión en la región, por lo que se requiere desescalar las tensiones con Venezuela, apertura de fronteras y restablecimiento de relaciones diplomáticas porque Colombia no puede seguir siendo punta de lanza del intervencionismo en América Latina. Así que, el domingo ¡elige bien, elige con la llave de la paz en la mano!

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