Por: Germán Navas Talero y Pablo Ceballos Navas
No siempre los que llegan a la cima son los más capaces.
Cada día circolombia está más al revés y el gabinete parece un cine de esos donde dan películas dobles, en los que por una puerta va saliendo el que ya la vio, y por otra va entrando el que aspira a verla; en este caso, es una comedia llamada gobierno nacional. Como cosa curiosa cayó en nuestras manos una obra de Néstor F. Marqués que se titula Fake news de la Antigua Roma, nosotros como buenos copistas ya pronto estaremos haciendo la compilación de fake news de la nueva Colombia, porque la pasada era toda una falsedad.
Lo más chistoso de la semana fue lo que pasó con el alto comisionado para la guerra –porque de paz poco– Miguel Ceballos, que había presentado su renuncia desde el 3 de mayo y días después estaba aceptando un encargo para liderar los diálogos con el Comité Nacional de Paro, es decir, que le mamó gallo al presidente, a los negociadores del paro y al pueblo colombiano. Si ya había manifestado su voluntad de irse, ¿para qué dijo que iba a hacer y deshacer en las conversaciones con el Comité? Es tan irrespetuoso e irresponsable que resulta cómico.
En los cines de entrada por salida hay quienes tienen boleta para ocupar dos asientos; nos referimos a Marta Lucía Ramírez, quien ahora tiene dos colocas: es vicepresidente de la República –o de la res pública– y a la vez ministra de Relaciones Exteriores o “canciller”, como la llaman equivocadamente los periodistas fantoches, dado que la posición de canciller no existe en Colombia. Es un cargo que periodistas “copietas” se inventaron para darle importancia a una dignidad que ya de por sí debería ser importante. En este espacio somos muy críticos de la prensa comercial porque hemos observado con preocupación cómo los medios masivos se aproximan cada vez más al gobierno, al punto de parecer canales oficiales de un país caribeño al que tanto le temen. Lo más grave es que cuando los medios coluden con el gobierno y el gobierno está al servicio del desgobierno, la información sirve para manipular, distorsionar y atizar odios y resentimientos, como ocurrió con algunos medios en Cali que formaron un clima de opinión tan grave que llevó a algunos para-ciudadanos a tomar las armas y disparar contra manifestantes inermes.
-Cambiando de tema-, en el trascurso de la pasada columna y esta el presidente nombró dos nuevos ministros y sacó a su ‘mano derecha’ Ceballos, título que se atribuyó el ex-alto comisionado en entrevista con María Isabel Rueda. Les contamos un secreto sin antes rogarles su mayor discreción: todos los recién llegados al gabinete han sido avalados por Vargas Lleras, por ello no es sorpresa que en su columna de El Tiempo el ex-vicepresidente respalde la gestión del presidente y se una a los llamados de la extrema derecha para decretar un estado de conmoción interior y cesar a alcaldes y gobernadores que no sigan la estrategia de represión del gobierno nacional. Por su parte, los godos están dichosos porque Duque les entregó el ministerio de relaciones exteriores adornado con los bizcochuelos y la parafernalia de la vicepresidencia. Para los partidos que babean por mermelada este desgobierno ha sido una dicha.
Esta semana tendremos dos shows políticos a cargo del ministro de Defensa Diego Molano, uno en el Senado y otro en la Cámara de Representantes. En el momento en el que escribimos esta columna aún no sabemos cómo le habrá ido a este improvisado ‘guardaniños’ y bombardero, pero suponemos que como acostumbra a hacerlo, el Congreso -con rodilla al suelo- le absolverá. Observen esto: cuando iban a enfrentarse con el enemigo, los héroes de la independencia fijaban la rodilla al suelo, situaban con la mirada su objetivo y disparaban. Los congresistas, cuando de batallas jurídicas –como la moción de censura– se trata, ponen la rodilla en el suelo y por debajo de la mesa le disparan al ministro la absolución a cambio de un favor. Una llamada del ministro y a muchos parlamentarios dejan de importarles las vidas segadas por la Policía, las denuncias de graves violaciones a los derechos humanos, las desapariciones en custodia policial, las detenciones arbitrarias que se cuentan por cientos y la evidente ruptura entre la ciudadanía y la fuerza pública. Lo presenciamos en el debate contra el ministro Trujillo (QEPD), quien flanqueado por la opinión pública y ante un inminente retiro fue aplaudido en su intervención ante el Congreso. Y aún así los gacetilleros se atreven a llamar a Colombia “la democracia más estable de América”.
Hay un señor Buitrago de apellido -no sabemos si también le guste el trago- que fungía hasta hace unos días como el carterista de la cultura y que estaba bravísimo con los indígenas misak por bajar de un pedestal inmerecido a Jiménez de Quesada, al punto que se refirió a ellos como “vándalos”. No sabemos a qué actividades se dedicará el señor Bui-trago luego de su salida, pero suponemos que en la madre patria lo estarán esperando los hijos de sus antepasados chapetones para condecorarlo con la Orden del Buen Lambón por tan altos servicios a la preservación del relato oficial sobre la Conquista. Habrá que pedirles a los indígenas, a quienes Jiménez de Quesada torturó haciéndolos caminar sobre tizones encendidos, que se levanten de sus tumbas y le jalen las patas a Buitrago –¡al que toma trago! A nosotros déjennos en paz–.
Ya encontramos qué vamos a hacer en nuestra próxima columna. Germán entrevistará a Pablo en arameo y Pablo a Germán en sánscrito, de tal manera que solo nosotros podamos entender lo que queríamos decir. Lo haremos siguiendo el ejemplo del presidente Duque, quien se entrevistó, autopreguntó y respondió para evitar tener que justificarse ante un periodista que lo inquiriera. Este es el Yogi más triste que le hemos visto a cualquier mandatario en Colombia y en el exterior.
Por otra parte, los servidores públicos que van a cumplir con la tarea de defender los derechos de los ciudadanos deben aceptar los riesgos que implica estar allí y, en consecuencia, no salir corriendo al primer grito que se les lance o a la primera piedra que les caiga, como lo hizo la Personería de Bogotá el 22 de mayo en el Portal Resistencia. Esa decisión pudo obedecer a la prudencia o a la cobardía, con independencia del motivo implicó abandonar a los manifestantes que por días han denunciado los reiterados, graves y hasta ahora impunes excesos del ESMAD, que van desde detenciones arbitrarias hasta torturas y abusos sexuales dentro del portal de TransMilenio.
Queremos que nos muestren en qué parte del Código de Policía –o del de urbanidad, que parece ser la nueva norma fundamental– está la prohibición de que un ciudadano grabe en video o audio lo que ocurre en las calles. Es que ahora los policías se sienten con el derecho de quitar los teléfonos que apuntan hacia ellos y de obstaculizar los registros que hacen defensores de derechos humanos y periodistas alternativos e independientes. Generales, mayores y tenientes, ¿dónde está el fundamento jurídico para esta conducta recurrente entre los patrulleros? ¿Han dado ustedes la orden de impedir que se registren los excesos por parte del cuerpo policial a su cargo? Le damos un premio a quien nos muestre la disposición que lo prohíba, porque nosotros tenemos la que lo autoriza de forma irrestricta: artículo 21 del Código Nacional de Seguridad y Convivencia Ciudadana.
En nuestra casa hay apuestas sobre la suerte del ministro Molano en el Congreso. Germán sostiene que los congresistas no son capaces de cesar a un ministro porque pondrían en riesgo las gabelas y el flujo de mermelada, mientras que Pablo -algo más osado- cree que el Senado o la Cámara censurará y hará responsable a Molano por los asesinados, lesionados y desaparecidos en custodia policial en el marco del Paro Nacional. Los excesos fueron manifiestos y sistemáticos y condujeron a la comisión de múltiples tipos penales, están plenamente documentados y demuestran la falta de una cabeza en el ministerio que hiciera respetar los derechos humanos y la ley. Confiamos en que los congresistas sabrán comprender la urgencia de hacer una primera demostración de justicia con las víctimas de la brutalidad policial y sus seres queridos. Y no nos cansaremos de preguntar, ¿dónde están los desaparecidos?
Adenda: nos contó un periodista que unos comerciantes de Antioquia habían regalado unos cuantos millones de pesos a la Policía Nacional para que se entregaran como bonificación a los policías del ESMAD por su “excelente desempeño”. El periodista estaba preocupado porque a él eso le sonaba a cohecho impropio, ya que se estaba dando un incentivo a un servidor público para que hiciera aquello a lo cual está obligado. Se recoge aquí entonces la definición de cohecho impropio. Decía él que eso le olía a coima, a lo cual le respondimos que estaba en lo cierto. Un estudiante enterado de esto nos comentó que esos apoyos económicos eran una suerte de impulso para que la fuerza pública actúe con mayor “contundencia”; es decir, que siga violando los derechos humanos bajo la creencia de que cuentan con el respaldo de una “mayoría” poderosa. Nosotros lo dejamos a guisa de comentario.
Adenda dos: cómo estará de mal nuestro país que por pronunciarse en defensa de la Policía Nacional de Colombia fue retirado del cargo el comandante de la policía panameña. Acá el mayor general Jorge Luis Vargas Valencia ya cuenta con 43 homicidios a manos de la fuerza que comanda y no pasa nada.
Adenda tres: como tenía que hacer alguna cosa extraña, la alcaldesa se contagió de coronavirus en las semanas más difíciles de su mandato, por lo cual dejaremos que descanse de nuestras críticas.
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