lunes, abril 21

Más rápido…¿Pero también más furioso?

Por: Alain Mauricio Bayona / Twitter: @maobayona

En las grandes ciudades consideradas por su población, área y densidad poblacional, así como por su concentrada oferta de bienes y servicios, la dinámica de la vida diaria comienza para muchas personas antes de que el sol despunte sus primeros rayos de luz, especialmente para aquellos trabajadores que realizan oficios por turnos y que suelen vivir en barrios periféricos de la ciudad.

En oposición termina muy avanzado el día para los más jóvenes que estudian de noche, o para quienes disfrutan ratos de ocio o esparcimiento en clubes, restaurantes, conciertos y cines. Claro, no son pocos los que también trabajan de noche con las comprobadas consecuencias negativas de laborar en esos horarios, como quiera que somos animales diseñados evolutivamente para funcionar bajo el ciclo circadiano o período diario que responde principalmente a la luz y la oscuridad. De esta manera, dormir por la noche y estar despierto durante el día (sueño-vigilia) es un ejemplo de un ritmo circadiano relacionado con la luz del sol. Pero además del horario, ¿cómo inciden la dinámica y el frenesí propios de las ciudades capitales en la salud mental de quienes las habitamos?

A nivel mundial, 1 de cada 4 personas tendrá problemas de salud mental, y estos representan el 7,4% de la carga por enfermedad, lo cual se ha convertido poco a poco en una de las principales causas de discapacidad a largo plazo en el mundo. Está demostrado que los entornos físicos y sociales de la vida urbana pueden afectar tanto positiva como negativamente la salud mental y el bienestar, y generalmente las ciudades se asocian con tasas más altas en la mayoría de los problemas de salud mental frente a las áreas rurales, con el doble de riesgo de esquizofrenia, más del 20% de incremento en ansiedad y un riesgo casi 40% más alto de depresión, además de mayor soledad, aislamiento y estrés.

Precisamente el tema del estrés en las ciudades es tal vez el componente de salud mental que más se ha estudiado, y su relación con el transporte es desde hace años objeto de interés en materia de urbanismo.

El servicio de transporte, especialmente público, ha demostrado ser el modo más asequible para desplazarse diariamente de un punto de la ciudad a otro, sin embargo, las condiciones asociadas a su prestación como la distancia, el tiempo y la calidad de las vías, así como la interrelación de estos factores en asocio con otros como la modernidad de la flota y los sistemas de pago, afectan la satisfacción del usuario, y por supuesto, su salud mental.

Tomado de: Telemedellín.

Aunque un estudio publicado en 2018 por el National Institute for the Transportation and Communities -NITC reconoció esta premisa, señaló que existe poca investigación sobre la posible interdependencia entre el estrés laboral, el estrés familiar y el estrés producido por los desplazamientos. En este sentido se preguntaron los investigadores del NITC si los trabajadores que tienen trabajos y vidas familiares exigentes se estresan más cuando se transportan por la ciudad, y si los trabajadores ​​tratan de hacer frente al estrés laboral y no laboral eligiendo modos de transporte más relajantes.

La investigación integró las perspectivas del transporte, la psicología y otras ciencias de la salud al enfocarse en las relaciones entre el estrés del desplazamiento, la elección del modo de transporte y las consecuencias de dicha elección para la salud de los usuarios. Para llenar los vacíos en la literatura de transporte y psicología abordaron dos preguntas clave de investigación, ¿en qué circunstancias de la vida y del trabajo es más probable que los trabajadores que viajan diariamente lo hagan en automóvil particular en lugar de transporte público, bicicleta o a pie?, y ¿cuáles son las diferentes implicaciones de elegir diferentes modos de transporte para la salud mental y física y los resultados laborales del usuario? 

En el primer estudio utilizaron datos censales representativos a nivel nacional en Estados Unidos, e idearon una serie de modelos estadísticos para predecir la probabilidad de elegir cada modo de viaje y responder las preguntas de investigación. En el segundo estudio utilizaron datos sobre niveles de cortisol (hormona asociada al estrés) y encuestas recopilados diariamente durante una semana laboral para responder la pregunta sobre la implicación de los modos de transporte en la salud.

Los resultados de esta investigación arrojan luz sobre las posibles oportunidades de intervención que ayudan a los trabajadores que viajan diariamente a lidiar con varias fuentes de estrés en su vida, mientras toman decisiones más informadas sobre la elección del modo de viaje. Los investigadores afirman que los trabajadores que viajan diariamente, sus empleadores y las entidades públicas responsables de planear sistemas de movilidad, deberían intervenir de forma tal que beneficien la productividad y el bienestar de los trabajadores que se transportan diariamente, los resultados organizacionales, así como el desempeño y la seguridad del sistema de transporte.

Otros estudios, como el realizado por Richard Wener y Gary Evans, de las universidades de Nueva York y Cornell, respectivamente, se enfocaron en comparar el estrés de los viajeros de automóviles y trenes. Este estudio proporcionó una comparación transversal de los pasajeros de automóviles y trenes con múltiples indicadores de estrés, incluidos los controles estadísticos para las características del grupo.

Tomado de: Revista Costos.

Se compararon viajeros en la misma región geográfica, la ciudad metropolitana de Nueva York, que tenía puntos de partida y destino comparables, y provenían de entornos socioeconómicos homogéneos. También se exploraron posibles procesos psicológicos subyacentes como control, esfuerzo y previsibilidad, para ayudar a explicar las diferencias de estrés relacionadas con el modo de desplazamiento. 

Hubo diferencias estadísticamente significativas para el estrés percibido y el estado de ánimo. Los viajeros en automóvil mostraron niveles significativamente más altos de estrés informado y un estado de ánimo más negativo. Otros análisis indicaron que el esfuerzo y la previsibilidad explican en gran medida el estrés elevado asociado con los desplazamientos en automóvil.

Aunque sería importante realizar este tipo de estudios en Colombia, no es posible en este momento, ya que el sistema de trenes se volvió obsoleto debido a la alianza entre empresarios del transporte privado y políticos, quienes favorecieron la llegada y consolidación de flotas de vehículos tracto camiones con más de 4 ejes para carga pesada.

Tomado de: Pordentro.pr

Lo que sí está claro es que hay una correlación entre los modos de transporte, sus factores asociados y la salud mental de quienes vivimos en ciudades, específicamente en los niveles de estrés experimentados. Esta debería ser una razón más que suficiente para que las autoridades municipales evaluaran realmente cuál es el sistema que más favorece a los ciudadanos, sobre todo ahora que se discute si es mejor un sistema tipo Metro elevado o subterráneo, y que se ha demostrado la incapacidad de los sistemas BRT -tipo Transmilenio- presentes en varias de las cinco ciudades más pobladas del país, para prestar un servicio en condiciones óptimas de frecuencia con cero emisiones y que nos hace pensar, además de la ya deteriorada calidad del aire que se respira como producto de la combustión fósil, en la necesidad de regresar a casa tranquilos y felices para compartir más y mejor tiempo con nuestra familia. ¿Acaso no era esa una de las promesas al vivir en grandes ciudades?

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