Por: Germán Navas Talero y Pablo Ceballos Navas
Esta semana conocimos que el Gobierno Nacional, a través de la firma de publicidad DU Brands, condujo monitoreos sobre la actividad de periodistas, líderes de opinión, políticos y oenegés. Hay varios elementos importantes para entender esta historia: el hijo de Luigi Echeverri -quien otrora fue ex-jefe de Duque en el BID y años después sería su subordinado, como gerente de su campaña presidencial- trabaja en esta firma. Según se lee en su sitio oficial, DU Brands “es un grupo de marketing y comunicaciones”, pero conforme a su registro en la Cámara de Comercio “tiene experticia en eventos culturales, deportivos, conciertos, llaveros, bombas y hasta en la entrega de dinero sin interés”, como reportó la revista Semana en julio. Con semejante experiencia de Emanuel Echeverri, ya le estamos mandando una propuesta para que nos anime la primera comunión de un sobrino.
Desde la llegada de Duque a la Casa de Nariño, esta firma ha recibido varios contratos con entidades oficiales e incluso con la Fiscalía de Barbosa, por un total que excede los 5 mil millones de pesos. En el caso del contrato para monitorear las redes sociales de ciertos personajes, su cuantía es de 3.500 millones de pesos, que salieron del Fondo de Programas Especiales para la Paz, cuya destinación -evidente para cualquier ciudadano- no es la imagen del Presidente sino la materialización de los acuerdos con la ex-guerrilla de las FARC.
Recordemos además que Luigi Echeverri está vinculado con las investigaciones por presunta financiación ilegal a la campaña de Iván Duque para la Presidencia de la República, tanto por los audios de ‘El Ñeñe’ Hernández como por los 600.000 dólares del empresario venezolano Cisneros, la cual -sin importar el valor- se encuentra explícitamente prohibida por las reglas de financiación de campañas políticas. Respecto al apellido Cisneros, tenemos la duda de si se refiere a el que cría cisnes o vende patos.
Lo que sería un simple trabajo de monitoreo de redes sociales se convirtió en un perfilamiento de voces contrarias al Gobierno, debido a dos solicitudes que salieron de la oficina de comunicaciones de la Presidencia: por una parte, el pedido a DU Brands para conseguir los documentos de identidad de los perfilados, y por otra, la pregunta que desde Palacio le hicieron a los encargados del contrato: ¿cómo cambiar la percepción de los monitoreados? Y no hay que dejar de observar la relación que algunos han encontrado entre aquellos que registran opiniones “negativas” en el listado de DU Brands y quienes son víctimas de ataques por parte de “bodeguitas” simpatizantes de la derecha. Nos hemos puesto, quienes esto escribimos, a mirarnos de medio lado en un espejo para ver si logramos identificar plenamente nuestro perfil. Concluimos que, por lo menos Germán, de medio lado sí es muy narizón.
Con respecto a la pregunta que le hace Palacio a DU Brands, nos permitimos hacer una sugerencia -gratuita- al Gobierno: quizás si cumple con el deber a su cargo de salvaguardar la vida e integridad de los ciudadanos se mejoraría la percepción del primer mandatario. De pronto visto desde ese ángulo, al presidente Duque le interesaría un poco la vida de sus conciudadanos, particularmente de los líderes sociales y comunitarios, que están siendo asesinados incesantemente y con premeditación.
Esta nueva información se suma a la que tan solo hace unos meses se filtró a la prensa, donde se constató que la Fuerza Pública -a través de las brigadas de inteligencia del Ejército- realizó seguimientos y recolectó información personal (en algunos casos, íntima) sobre periodistas que no se quedaban con la versión oficial; miembros de partidos opositores y corresponsales de prensa extranjera, mediante el uso de tecnología entregada a Colombia por Estados Unidos. Estamos preocupados porque si nos están perfilando van a descubrir que somos hinchas de las obleas, pero solo con arequipe. Estos datos no sabemos para qué cuernos los quiere la Presidencia de la República, pero hasta allá se están metiendo.
Sin mucho análisis, hemos llegado a la conclusión de que los asesores del Preduque le aconsejan que hable bien enredado, que diga hartas mentiras, que se contradiga en el siguiente programa, para que en este país de ignorantes se concluya que no le entendieron nada y que en razón a ello, es un hombre muy inteligente.
Adenda uno: con motivo de las masacres, hoy “homicidios colectivos”, recordamos que a su llegada a la Presidencia, Duque le cambió el nombre a la Alta Consejería para el Posconflicto, convirtiéndola en la Alta Consejería para la Estabilización y la Consolidación. Observen, estimados lectores, que los términos posconflicto y estabilización se refieren a dos situaciones disímiles: por una parte, el posconflicto implica cumplir con los compromisos pactados y con las garantías de no repetición (que exceden la justicia y la verdad y se extienden a las condiciones materiales de existencia de las personas que habitan en zonas de conflicto, como la promesa de una Reforma Rural Integral), mientras que la estabilización es el enfoque de siempre, de índole guerrerista, que no observa las causas que llevaron al conflicto -y por ende no tiene interés en resolverlas- y que considera a cualquier voz disidente como un enemigo que debe someterse “a la institucionalidad” para lograr la estabilidad social y política. Concluimos que no queremos un país estable si para lograrlo hay que aceptar como realidad las horrorosas desigualdades que existen en Colombia y lo injusta que es la vida para millones de conciudadanos.
El acuerdo de reinserción a la vida civil con los militantes de las FARC sólo será una resma de papel si no se materializa el acuerdo del Teatro Colón y se implementan todas las iniciativas allí contenidas, y aún si ello ocurre, no tendremos una paz nacional, porque como anotaba hace unas semanas la escritora Carolina Sanín “pensar que como sociedad pasamos por un proceso de reconciliación y recomienzo es, ante la evidencia de la realidad, un delirio.”
Adenda dos: Mientras escribíamos esta columna, pensábamos que en un país de vocación agrícola como el nuestro, la tierra es sinónimo de dignidad. Por ello es apremiante que se restituyan las tierras robadas por los despojadores durante el conflicto armado, pero también que les sean entregados capitales semilla -a modo de subsidio- para que éstos puedan conducir sus vidas libremente y tener, con muchos años de retraso, algo de dignidad.
Adenda tres: celebramos la candidatura de Gustavo Petro como precandidato a la Presidencia por la Unión Patriótica. Qué chévere sería que el movimiento que más ha sufrido los embates de la intolerancia, de la persecución estatal y del genocidio político, sea opción de poder.
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