A raíz de varias entrevistas, en las que sostuve que mi novela Sin tetas no hay paraíso se basaba en una historia de la vida real, durante años la gente me estuvo preguntando por la verdadera identidad de Catalina. Cuando la novela tuvo su boom en España, algunos medios sensacionalistas de ese país hasta me ofrecieron muy buenas sumas de dinero para que les consiguiera una entrevista con ella. Obviamente no accedí. El compromiso con ella fue el de nunca delatar su verdadera identidad. Fue tanto el sigilo con el que guardamos el secreto que un día antes del lanzamiento de la serie que produjo Caracol Televisión, por allá en 2006, ella me dijo que estaba ansiosa viendo los promos y que se iba a sentar a verla con su madre, aunque ella no supiera que la serie estaba basada en la historia de su hija.
Al día siguiente la llamé. Tenía curiosidad de saber cómo le habían parecido la serie y en especial su personaje. Me dijo que, en efecto, la había visto con su mamá y me soltó una anécdota que hasta el día de hoy conservo como uno de mis más fuertes argumentos para apostarle a la educación de este país. Me dijo que la mamá, al ver cómo los narcos humillaban a Catalina, sin saber que era su propia hija, le había dicho:
—¿Si ve mamita lo que les pasa a esas niñas por no estudiar, por no tener amor propio, por querer siempre la vida fácil?
Lejos estaba la señora de imaginar que la protagonista de la serie era su propia hija. Pero lo más triste de la conversación fue la parte donde la verdadera Catalina me dijo:
—Si mi mamá me hubiera dicho esto hace 5 años, no sé, a lo mejor no me voy por ese camino.
¿Y por qué no se lo dijo a tiempo? Porque a los padres, en los sectores más vulnerables de la sociedad, culturalmente les cuesta mucho trabajo abordar el tema. No tienen la preparación. No se sienten seguros. Por eso aprovechan las series, las películas para iniciar esa conversación embarazosa.
Ese día me convencí de que estas series promueven, algunas veces, un diálogo nacional y familiar sobre la herencia que nos dejan los narcotraficantes y los políticos corruptos, cual es la de que hay que enriquecerse rápido y de la manera más fácil.
Pues bien. Con el tiempo también empecé a recibir correos de muchas chicas que me contaban historias personales muy parecidas a la de Catalina y comprendí entonces que en este país descompuesto por la politiquería, la corrupción y el narcotráfico, proliferan las catalinas. Hay muchísimas. No se imagina cuantas. La última se me apareció esta semana a partirme el corazón con una historia que ni la mente de un libretista de los más retorcidos podría concebir.
Transcribo a continuación esta dura charla que sostuvimos por mensajes privados de Twitter, y que retrata este tristísimo país, descompuesto hasta los tuétanos por una clase política mafiosa que nos condujo al abismo de la pobreza, la desigualdad y la violencia. No toqué una coma de la conversación, ni en su estilo, ni en su ortografía, ni en su escritura, salvo que le cambié el nombre a mi interlocutora por el de Catalina.
Conversación:
Catalina: Hola Gustavo, anoche estuve viendo la lectura de sus columnas con Gustavo Petro, y quiero agradecerle por todo lo que están haciendo por el país, por ser la voz de tantos, de nosotros los menos afortunados, los que nos sentimos solos y desolados. Los acontecimientos de las últimas semanas me han generado una angustia enorme, y me han despertado esos recuerdos del pasado que en algún momento quise refundir en mi inconsciente con la ilusión de olvidar para poder soportar la vida. Soy una mujer que ha vivido la cruenta realidad de la violencia en todo su esplendor, pues nací en Manizales, y a la edad de 7 años mis padres nos trajeron a vivir a Bello Antioquia, a mis 3 hermanos y a mí, decisión muy desafortunada que trajo consecuencias devastadoras a mi vida y la de mis hermanos, crecimos en medio de balas, muertos, gritos de madres destrozadas al ver a sus hijos tirados en la calle sin vida, vi como asesinaban a mi mejor amigo, a mi primer novio, a mis compañeros a la salida del colegio. En ese tiempo, finales de los 80s principios de los 90s no era de extrañarse que un día estuvieras con tu compañero de estudio en el salón de clases, y al día o a la semana siguiente verlo en las noticias nacionales, muerto o capturado por haber asesinado a un juez, a un ministro, un militar o a un procurador.
En Envigado se fraguaban los crímenes; las bandas de las comunas pobres de Medellín y l Bello ejecutaban los dictámenes que “el patrón” trazaba para ellas. Cuando llegue a mi época de juventud tenía normalizada la violencia, la muerte violenta para mí ya era un fenómeno normal, parte de la cotidianidad y no era asunto del cual preocuparse; pase de llorar los muertos a justificarlos, comencé a asistir a fiestas de los grandes capos, y a involucrarme sentimentalmente con paramilitares.
Pero qué se podía esperar también de una joven adolescente que creció en un contexto como este, proveniente de una familia disfuncional, un padre borracho abusador y con cero oportunidades… escribiendo estas líneas siento un nudo grande en la garganta, esta es la parte de mi historia que más me duele, esa falta de oportunidades, esas puertas que se me cerraron cuando las toqué con esperanzas de un futuro mejor, mis sueños de estudiar derecho, ser la mejor abogada del país y salir adelante se fueron desvaneciendo cuando fui aplicar a una beca con el fondo EPM y me dijeron que no podía porque No era habitante de Medellín, yo no era ni de aquí ni de allá. también fui al ICETEX a pedir un préstamo para mis estudios y me solicitaron tantos documentos que para mí fue imposible reunirlos, busque empleo pero con el salario tan irrisorio que me ganaba no me alcanzaba ni para los gastos básicos, así fue como con el tiempo y con la ayuda de una amiga termine ejerciendo el trabajo sexual, me convertí en una muñeca de la mafia sin darme cuenta… aunque para decir verdad no me quejo, gracias a este trabajo pude estudiar mi carrera de derecho, soy abogada y psicóloga, y he podido tener una vida digna, pero en mi cabeza aun no deja de retumbar aquella pregunta: ¿qué habría sido de mi vida si almenos hubiera tenido UNA sola oportunidad?
Tantas preguntas y tan pocas respuestas, tanto dolor y tan poco consuelo. Te cuento que siento mucha angustia de solo pensar que haya alguna posibilidad de que la mafia paisa al mando de Uribe vuelva a poner presidente y que esta horrible noche no cese, me preocupa que se nos encarame a la presidencia este señor ex alcalde de Medellín, que es un tanto parecido al matarife pero más loco e impulsivo, este señor tiene demasiado poder y apoyo en el bajo mundo, gracias a sus falsos positivos de capturas pactadas con los narcos para blanquearles la hoja de vida a cambio de ganarse créditos y demostrar eficacia en la lucha contra la criminalidad, tan terrible es la cosa que muchos de ellos ya han salido silenciosamente a la calle y están de nuevo en su actividades delictivas como si nada, capos que conozco, fui amiga de ellos y los he visto delinquiendo durante más de veinte años pagaron penas de mentiras con los pactos hechos durante esa alcaldía…
Un día le cuento qué políticos y políticas tienen vínculos con los paras de Bello a través de los Suárez. Gente de alto nivel en el gobierno. Sobre todo una señora que vive diciendo que es honesta y que no tiene la culpa de lo que hagan los demás.
Colombia, Medellín, Bello son un dolor profundo e incesante. Gustavo, valoro mucho la gallardía con la que están enfrentando este aparato criminal que lleva décadas desangrando el país, sepan que cuentan con mi voto, y en lo posible haré pedagogía en la industria del modelaje webcam y con mas trabajadoras sexuales para que otras mujeres como yo se nos unan a esta causa, al cambio que merecemos, el renacer de una nueva Colombia: equitativa, justa, productiva, educada, compasiva, competitiva y en paz. Un abrazo
25 ago. 2020 1:19 a. m.
G.B: No sabe cuánto me duelen estas palabras que acabo de leer. Se me hace un nudo de impotencia en la garganta. No sé si nos dejen llegar pero si lo podemos hacer sepan que esa Colombia sin oportunidades está inserta en nuestros corazones y para ustedes será nuestro mayor esfuerzo. Lamento mucho tu pasado tu destino pero celebro tu presente, aún con ganas de luchar. ojalá me permitieras publicar este mensaje. Que muchos lo conozcan
mié., 2:14 p. m.
Catalina: Hola Gustavo, gracias por responder mi mensaje, claro que sí lo puedes publicar, pero me gustaría omitir la parte en la que hablo del exalcalde, aún tengo lazos de amistad con algunos miembros de la oficina y podría ser riesgoso para mí. Por otra parte agradezco tus palabras, y porsupuesto que seguiré luchando para qué logremos ese cambio que tanto anhelamos, usted y Gustavo Petro me han devuelto la fé y me han inspirado mucho, gracias por tanto.
mié., 11:51 p. m.
G.B: Bueno Catalina. Y si lo ponemos habrá problema ? Me gustaría que ese relato fuera mi columna del domingo. Obvio protejo tu nombre y foto.
jue., 1:06 a. m.
Catalina: Gustavo, si mantienes secreta mi identidad no hay ningún problema
jue., 2:22 a. m.
G.B: Listo gracias.
Me dijo que esto no era ni el 10% de lo que había sufrido en esta vida, por ser mujer, por ser pobre, por vivir en un entorno pesado, por vivir en Colombia. Cómo hubiera cambiado su vida si en vez de nacer en este platanal hubiese nacido en Suecia. Cómo hubiera cambiado su suerte si en vez de pobres sus padres hubieran sido ricos. Cómo hubiera sido su futuro si en vez de padres sin oportunidades hubiera tenido padres cultos. Y si en vez de llevarla a Bello la hubieran llevado a una ciudad menos difícil. En fin… Ya no hay tiempo de llorar. Esta es la Colombia que nos ha heredado esa recua malvada de politiqueros que siempre pensaron solo en su bienestar, en sus bolsillos, en sus negocios, en sus privilegios, en sus fortunas, en sus negociados. Esos políticos abusadores que con tantas injusticias violentaron a Colombia y la convirtieron en un infierno de cuyas llamas brota sangre. Por eso van a perder las elecciones. Por eso hoy Colombia los aborrece. Por eso pasarán a la historia como escorias humanas.
Parte el alma saber que no es la única Catalina. Que son miles y quizá millones las mujeres abusadas por una sociedad indolente, por los propios gobernantes, por los narcos, por sus propios padres. Una violencia de género de nunca acabar. Un nacer humilladas, un crecer descalzas a la vida, un estrellarse contra el mundo sin casco, un llegar a la adultez sin esperanza. De verdad que dan ganas de cometer locuras.
Sin palabras. Como dijo una noche César Augusto Londoño a raíz de la muerte de Jaime Garzón: País de mierda.
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