Por: Germán Navas Talero y Pablo Ceballos Navas
Un buen gobernante es aquel que recibe sonrisas y aplausos cuando se retira, no aquel que los recibe cuando aún le quedan dulces para repartir.
Risa produce el que los descendientes “directos” de los invasores hispanos estén lamentándose de que las efigies de sus antepasados hayan sido arrancadas de sus pedestales y lanzadas al suelo por los descendientes de esos pueblos desplazados por los antepasados de la “gente de bien”. En esta columna hemos sostenido que nunca vimos una estatua de Hitler en Tel Aviv o de Goebbels en Jerusalén y por tanto, consideramos que no pueden tener cabida las estatuas de personajes como Belalcázar y Jiménez de Quesada en Sudamérica.
Hay cuartilleros que escriben con lágrimas en los ojos, afirmando que se sintieron maltratados al ver caer el cuerpo metálico de Quesada, frente a lo cual nos preguntamos ¿qué pensarán estos individuos de la historia –si es que acaso la recuerdan– del indígena de la Sabana, a quien el desalmado del Jiménez de Quesada lo hizo caminar descalzo sobre piedras ardientes para que confesara dónde tenía guardado el oro? Leyendo estos capítulos miserables de lo que hicieron, no queda sino un aplauso para los indígenas que tardíamente reivindicaron su derecho sobre estas tierras y cuyas lágrimas clamaban justicia. Falta no más hace que un tinterillo resuelva demandar a los misak que rompieron estas estatuas para que paguen su reconstrucción y reivindiquen la memoria de quienes los sometieron.
Estas histerias nos producen tanta risa como los reclamos del ‘doctor’ Enrique Peñalosa, protestando por las marchas de quienes piden un mínimo de dignidad. El señor Peñalosa siempre se ha considerado “de mejor familia” y por eso maltrató como lo hizo los intereses de los bogotanos, en particular de los más pobres. Su altura –física, no intelectual– no da para más. Se nos ocurre que en reemplazo de Jiménez de Quesada, levantemos una efigie de un señor que se hizo pasar por doctor cuando era un simple traficante de buses, para recordarnos como ciudadanos una muestra de lo que no debemos ser. Su compañero de piruetas, Miguel Uribe Turbay, es otro que produce risa. Aspiraba a hacer una multitudinaria marcha de desagravio a la fuerza pública por los maltratos que según él ha recibido de la ciudadanía, pero como la gente sí sabe quién fue el que comenzó el jaleo, era poco probable que lo acompañaran en tal carnestoléndico acto. A usted, señor Uribe Turbay, sí le cabe la invitación de la senadora Cabal: “¡estudie vago!”. Peñalosa necesitaba un bufón y encontró en usted la persona idónea, lo que es extraño es que ya no trabaja con él y usted sigue haciendo el ridículo.
Como sentimos que la injusticia debe ser protestada por el ciudadano, hemos salido a las calles y lo volveríamos a hacer los días que haga falta, porque este desastre que es el gobierno en cabeza de Iván Duque no tiene paralelos, con excepción de las terribles administraciones de Peñalosa.
Cambiando de tema, curioso es que en Cali los disparos contra algunos manifestantes hayan sido hechos desde vehículos oficiales con apariencia de ser particulares, ¿será esto un indicio de que algo tuvo que ver el Gobierno en el despelote de los últimos días cuando civiles armados dispararon contra la minga indígena?
Hemos mirado y remirado videos y en gran parte de ellos solo captamos agresiones injustificadas y desproporcionadas de la fuerza pública contra ciudadanos desarmados. Y con decir esto no somos revoltosos ni vándalos ni terroristas, somos ciudadanos con cédula que cumplimos con nuestras obligaciones y reclamamos que no haya más mentiras de boca del gobierno para engatusar a los colombianos. Bolillo y bala es lo que recibe la justa protesta del pueblo, mientras que los altos heliotropos del gobierno hacen la afirmación estúpida que en caso similar formuló un ex: “no estarían recogiendo café”.
Hablando de ese ex, satisfacción produce ver cuando el periodista Fernando del Rincón lo arrinconó, lo alteró y lo hizo confesar en la entrevista de la semana pasada en CNN. Sonreímos y entendimos que ese periodista estaba bien documentado y sabía qué clase de político y de personaje es el ex-presidente y cómo nunca ha criticado –siquiera cuestionado– los desmanes de la fuerza pública.
De vuelta a la prensa nacional, viendo los cubrimientos de los canales masivos nos acordamos de la famosa tira Educando a papá, donde Ramona siempre le cascaba a Pancho con el bolillo de amasar y a este último siempre le tocaba disculparse porque, según ella, él era el agresor. El único pecado de don Pancho era ir al café de Perico, así como el único pecado de los manifestantes en Colombia es exigir justicia por los crímenes de Estado y la derogatoria de actos manifiestamente contrarios a los intereses de la mayoría. Que hay lambones, los hay. Así como el virrey Sámano los tuvo antes de su dimisión, hoy algunos medios de comunicación exaltan la reprochable labor del presidente Duque y su combo de ministros –todos igual de incapaces– antes y durante la oleada de protestas. Aunque no todo ha sido malo por los lados de la prensa masiva; la entrevista de Carrasquilla con Vicky Dávila en Semana, donde afirmó que una docena de huevos costaba 1.800 pesos, fue el catalizador de este malestar ciudadano, lástima que no haya un Llorente que nos preste un florero para rompérselo en la crisma al MinBonos.
Sobre arengas y otras cuestiones, el cántico infantil dice que los pollitos dicen pío pío pío cuando tienen hambre o cuando tienen frío y ese piar es el mismo que hoy cientos de miles de colombianos pronuncian, exigiéndole al gobierno que trabaje en favor de ellos y no en su contra. Reemplacemos el pío pío pío por este poderoso reclamo que escuchamos en las marchas: “¿por qué nos asesinan si somos la esperanza de América Latina?”. Nos divierte mucho la arenga de “con un pueblo que camina para adelante y un Gobierno que camina para atrás”, dado que en nuestro caso el gobierno está estático, por lo que recomendamos al presidente que acuda a un otorrino que le destape los oídos y logre por fin escuchar el clamor de un pueblo oprimido, empobrecido, asustado y que se siente vendido.
Nota importante: esperamos que la Corte Suprema siga siendo suprema y no le haga la corte al dictadorzuelo.
Adenda: un defensor de los animales le dijo a Carrasquilla que él no comía huevo porque no gustaba comer pollos en pastilla. Nos hemos dedicado a mirar para arriba, con la esperanza de que en alguno de esos aviones que alcanzamos a divisar vaya el exministro de Hacienda, ojalá lo más lejos posible y rogando que no regrese nunca a un cargo público en Colombia. Nos cuentan fuentes en la Casa de Nariño que por los corredores se lee un aviso limitado que dice “véndese, arriéndese, permútese o dónese por inepto a un ex-ministro de Hacienda que causó las mayores movilizaciones de los últimos años.” Confiamos en que en los próximos días se le unirá en el exilio el ministro del bolillo y la represión: Diego Molano.
Adenda dos: Germán tuvo una pesadilla de las pesadas al ver que la alcaldesa tiene listo el POT de Bogotá, es decir, la tarea que el testador Peñalosa le encomendó y que no dudamos hizo tal y como él esperaba. Sobra decir que buenas cuñas habrá pagado el Distrito desde que las páginas de Bogotá de El Tiempo solo tienen elogios para ella. El milagro de las pautas.
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