La bachata dominicana superó la discriminación social y se consagró como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad durante una reunión de la Unesco en Bogotá.
Es una “música muy ligada a la alegría, no solamente de un pueblo como el dominicano, sino de toda una región que así lo ha asimilado con su apoyo”, dijo el delegado de República Dominicana tras el anuncio del comité de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) el pasado 11 de diciembre.
La declaratoria se dio luego de un álgido debate entre los delegados, varios de los cuales consideraron que el ritmo musical no cumplía con algunos criterios para ser Patrimonio de la Humanidad.
Algunos cuestionaron que alrededor del género no hay suficiente participación de la comunidad y alertaron de su “sobrecomercialización”.
La bachata acompaña así en el prestigioso listado a su hermano, el universal merengue, presente desde 2016.
Con letras que se pasean entre el romance y el desamor, el ritmo surgió a comienzos de los años 1960, tras el fin de la dictadura del asesinado Rafael Leónidas Trujillo (1930-1961).
“Está muy conectada a lo que fue el ajusticiamiento de Trujillo, el cierre de la dictadura, y eso produce un momento social, psicológico, colectivo y cultural que posibilita el surgimiento” de la bachata, explicó a AFP el sociólogo, folclorista y cantautor dominicano, Roldán Mármol.
– Estigma –
En cuanto a sus letras, “puede ser comparada con el Jibarito de Lares de Puerto Rico, la ranchera de México, el Típico de Panamá y el vallenato de Colombia, pero en el aspecto danzario es totalmente diferente, siendo única en su estilo”, detalló por su parte Xiomarita Pérez, consultora folclórica y especialista en bailes.
“La clase alta la catalogaba como una música (…) que solamente se tocaba en los cabarés, en los sitios de prostitución y por lo tanto tenía un sello muy negativo”, añadió Mármol.
La bachata es un ritmo que evoca la sensualidad en el baile, logrando su particular cadencia con instrumentos de percusión y cuerdas.
Destacan la guitarra, la güira (especie de tubo metálico hueco que se frota con un pequeño peine), el bongó (tambores) y el bajo.
El barítono José Manuel Calderón -nacido en 1941- es considerado uno de los precursores de la bachata y en 1962 grabó sus dos primeros temas, “Borracho de amor” y “Condena”.
Se le conoce como “Rey de la bachata” por las letras de sus canciones y su particular voz. Entre sus éxitos se encuentran “Luna” y “Sálvame”.
Rafael Encarnación, muerto en un accidente de tránsito en 1964 con apenas 20 años, también es reconocido como otro de los pioneros. “Muero contigo” y “Pena de hombre” se contaron entre sus éxitos.
– Expansión –
Pérez recuerda que fue hacia finales de los años 1980 cuando se reconoció la “alta calidad musical y rítmica” de la bachata, logrando traspasar las fronteras de la isla caribeña de unos 10 millones de habitantes.
La expansión del género es mérito de artistas como Juan Luis Guerra, quien ha puesto a millones a tararear canciones como “Burbujas de amor”, “Estrellitas y duendes” y “Bachata rosa”.
“Juan Luis Guerra la internacionaliza, comercializándola, y eso fue un boom”, agregó Pérez, refiriéndose al artista dominicano con unos 70 millones de discos vendidos y ganador de numerosos premios, entre ellos 21 Grammy Latinos.
La bachata ha evolucionado, adaptándose a las nuevas generaciones.
Ahora, muchos cantantes y compositores la “recrean con un sonido más rápido, lo que cambia la forma de bailarse; mientras artistas como Romeo Santos, Prince Royce y otros cantan bachatas más suaves y sensuales”, remarcó Pérez.
“Si la bachata no hubiese cambiado se queda ahí, el pueblo la cambia porque está latente y tiene dinamismo. Todavía sigue viva”, agregó.
La Unesco recibe anualmente cientos de candidaturas de los 178 Estados que ratificaron la convención, pero acepta considerar poco menos de 50.
Si bien el ingreso en esta lista les da un sello distintivo, la declaratoria es solo la parte más visible del proceso, cuyo objetivo final es la protección de la diversidad cultural frente a la creciente globalización.
“Todavía en República Dominicana hay sectores que rechazan a la bachata, que la catalogan como una música de los sectores pobres, marginados”, subraya Mármol.