viernes, diciembre 6

Jullian Assange: al banquillo, otra vez

Por: Urías Velásquez /twitter: @uriasv

Inician las audiencias en el juicio que la justicia inglesa le sigue al periodista Jullian Assange y los maltratos no se hacen esperar, a al menos así lo hizo saber Edward Fizgerald, abogado defensor, quien durante la segunda audiencia declaró: “el señor Assange fue esposado 11 veces, obligado a desnudarse en dos ocasiones y lo tuvieron encerrado en cinco celdas diferentes”

Las diligencias trascurren en la Corte de Woolwich y las preside la jueza Vanessa Baraitser quien en noviembre pasado se negó a otorgar la libertad condicional tal y como se prevé para aquellos que han purgado la mitad de la condena y que en el caso referido fue de 50 semanas por violación de fianza.
El fiscal del caso, el señor James Lewis, inicio los alegatos diciendo que el comportamiento de Assange había puesto en peligro la vida de muchas personas, advirtiendo sin embargo, que la su afirmación era imposible de probar en la práctica. Opinión que también comparte el Dr. Pedro Peña, abogado experto en estos temas: “El propósito del juicio no es otro que el de enviar a Jullian a Estados Unidos y facilitar la venganza que sobre él aplicará la justicia norteamericana”.

Y es que la versión del abogado no pareciera estar para nada alejada de la realidad si se tiene en cuenta que, por un lado, Assange ya fue exonerado de los cargos de violación que sobre el pesaban y que fueron hechos por la justicia Sueca. Cargos por los cuales la justicia inglesa lo conminó en primer momento y que llevaron a Assange a pedir asilo en la embajada ecuatoriana. Embajada de la cual Lenin Moreno, el presidente actual del Ecuador, sin razón aparente lo sacó para entregarlo a la policía de Scotland Yard en abril de 2019. Y, por otro lado, se mantienen las presiones de la justicia norteamericana para que Assange vaya a Estados Unidos a enfrentar cuando menos 11 cargos que le podrían dar una condena superior a los 170 años de prisión.

Informaciones no confirmadas hablan de que el Presidente Donald Trump estaría dispuesto a ofrecer perdón a los –supuestos- delitos de Assange si éste admite que Rusia no filtró las informaciones que WikiLeaks público y las que –muy probablemente- ayudaron a que la candidata demócrata perdiera las elecciones de 2016. Sin embargo, una aceptación por parte de Assange parece poco probable.

Assange, de 48 años, lució viejo y cansado. Sin duda alguna el resultado de un pleito que lo mantiene desde hace casi 10 años en el “ojo de la tormenta”. Una tormenta en la que confluyen dos fuerzas ideológicas totalmente definidas: por un lado, aquellos que defienden el Statu-quo a como dé lugar, sin importar si eso implica maniobras militares de alto calibre y en contra de poblaciones desarmadas o el cuidarle la espalda a dictadores y corruptos en cualquier parte del mundo, tal y como lo denunciaron en su momento los cables de Wikileaks. Y, por el otro lado, aquellos que defienden la prensa libre. Una prensa que conserve y actué bajo el principio de decir la verdad cueste lo que cueste.

Dos cosas si se pueden decir con certeza: que el juicio es polémico y que muchos –y en varios lugares del mundo- están siguiendo el proceso con los nervios de punta. Los alrededores de la Corte, por ejemplo, en estos dos últimos días de juicio se han mostrado repletos.

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