Por: Jokeratón.
Casi la misma expresión fue petrificada en la historia por un Bolívar extenuado por el hambre y el hastío, acabando de salir apenas de la glacial y escabrosa ruta del Páramo de Pisba, la cual lo expulsó junto a su tropa de llaneros pendencieros y harapientos sobre unescenario colonizado por marismas, frailejones ancestrales y la neblina sigilosa del Pantano de Vargas. ¡Salve Usted la patria! – Le ordenó angustiado a Rondón ante la estampida de la caballería española, que se desgranaba como una maldición colosal sobre el valle humedecido por una lluvia microscópica. Hay que agregar como es conocido, que el resultado de esta acción nos otorgó la emancipación definitiva del imperio español y condenó al virreinato a la presurosa extinción de sus perversas insolencias y titánicos cimientos.
El punto es que hoy también libramos una batalla decisiva sobre un lodazal oscuro de muerte y corrupción, que nos lleva a experimentar una simbiosis de injusticias, angustias, dolores y fracasos, mientras vemos las infamias opulentas de una clase política estéril, yerma y ofensiva en su actitud, que opera con la convicción de que Colombia es un negocio exclusivo de heredades y abolengos. Ya lo dijo la maravillosa Francia Márquez en su discurso liberado por los siglos de los siglos de absolutismo y esclavitud. ¡Somos los nadie!
Es un acierto decir que el país agoniza bajo un secuestro institucional tan bien elaborado, que un puñado de victimas aún enaltecen a sus verdugos y adulan a sus carniceros por desesperanza histórica o analfabetismo político. Tales secuestradores implacables saben que el miedo de morir también mata y por eso implementan como recurso fundamental de su estrategia el terror en carne viva y el horror en carne muerta. Pero al final entender tal grado de inmoralidad es simple, pues la maquiavélica estrategia solo busca perpetuar los privilegios de una clase social vergonzante, que necesita seguir apoyando sobre los hombros de la Colombia inerme el peso descomunal de sus lujos y de sus sucios vicios. ¡No quieren cambios, todo está bien para ellos!
Y cuando se abre el telón y se repite la parodia descarada de la democracia, ríen los banqueros arrogantes financiando presidentes y después ríen los presidentes risueños y somnolientos entre el licor y la codicia, mientras nosotros pedimos disculpas por obedecer y nos resignamos a la sentencia que dice que el que es pobre es porque quiere.
Pero ya ha pasado mucha agua, mucha sangre y muchos muertos por debajo de los puentes y no debemos seguir mirando con resignación un horizonte que no nos agracia esperanza. Se hace preciso asumir pacífica y decididamente responsabilidades totales por nuestra patria, ya que debemos construir, rectificar y elaborar los principios éticos y morales desde nuestras propias bases, edificando así, una nueva Colombia sustentada sobre la vida, el saber, la tolerancia y el respeto. Deben saber que están contadas las horas para que Colombia pueda emanciparse de nuevo, y de seguro se logrará, en la medida en que el mayoritario pueblo sincronice esfuerzos y disciplinas especificas en pro del gran objetivo. ¡Ganar en primera vuelta saturando de votos las urnas!
Al desempleado, al rebuscador de la esquina con su negocio de fantasía infinita, al obrero raso y al asalariado regular, al micro, pequeño y mediano empresario, a la desvalida mujer cabeza de hogar, trabajadora y ejecutiva, a los anciano sabios y esperanzados de una dignidad escrita en la sometida constitución, a los campesinos soñando con sus cosechas, a los animalistas y ambientalistas que vislumbran sociedades benévolas que le confieran derechos a toda la expresión de la naturaleza, a las comunidades LGBTI en su valido mundo multicolor, al universal hombre negro cargando todavía las cadenas vergonzosas del racismo y la exclusión, al indígena vulnerado y arrinconado por haber tenido la osadía de nacer y evolucionar en las Américas y en general, a toda la sociedad sufrida de Colombia que lleva siglos penada al olvido y a la despreciable discriminación; les y nos compete este categórico e irreversible desafío. “Habrán más votos de esperanza en las urnas, que odio y balas en los campos de batalla”. Lo escribo con toda la ilusión.
Sin embargo, esta columna no tendría mayor validez sin reconocer el protagonismo extraordinario de nuestra juventud nacional, que sustenta sobre sus hombros todo el juramento de este gran sueño libertario, hoy liderado por el gran pedagogo nacional Gustavo Petro; juventud que como escribí en un trino en semanas pasadas, solo necesitó un escudo de madera, un casco, unos guantes y la fuerza suficiente en el corazón para exigir justicia social para Colombia. Muchos ya no están con nosotros y entrego una oración para ellos, pero confieso que tiemblo de emoción por tanto heroísmo y tanta convicción entregada al fragor de la violencia estatal. (También le agradezco al senador Gustavo Bolívar su mano de apoyo con estos valientes).
Jóvenes de Colombia, somos mayorías absolutas, somos el lumpen, los nervios y la sangre de nuestra nación, somos lo que sobró de la guerra, somos la esperanza, somos el presente y el futuro de nuestra patria, somos los hijos de la multiculturalidad, de la entremezcla genética, somos el hambre, el amor, el pan, el café, la música, la poesía, el agua, el rostro y la sombra difusa de un pasado mezquino y la mañana florecida de un colorido futuro. Podemos cambiar la historia, basta un grito libertario que descienda por todos los barrios pobres de Colombia, por todos los campos y ciudades, para que en su propio metabolismo germine la convocatoria electoral que defenderá la única oportunidad de este siglo para nuestra nación. Nada debe detenernos, aplicaremos nuestra ley seca voluntaria con el fin de cumplir con el sagrado deber electoral, lo lograremos, llenaremos las urnas de esperanza y seremos poder. ¡Petro Presidente!
Lo haremos por las 6.402 madres destruidas por el dolor, por los líderes sociales, estudiantes y campesinos desplazados y asesinados, por la humilde mujer que limpiaba las calles de un barrio exclusivo de Medellín y fue increpada por tener la publicidad de su candidato predilecto, por la mirada perdida de los ancianos expuestos a la caridad y por los niños hermosos de nuestra nación, que aún juegan inocentes en el suburbio de la miseria y del hambre. Por ti hermosa Colombia.
Votaremos por un hombre admirable, inteligente, honesto y férreo en su convicción de buscar la paz y el respeto por la vida, un hombre que fructificó del fuego lento de la paciencia y la constancia, que navegó sobre las aguas turbulentas de la calumnia, la discriminación y la muerte, transmutando en la universalidad de su mensaje para convertirse en la ilusión de todo un pueblo como los otrora admirables Gaitán y Galán. ¡Se llama Gustavo Petro y va a ser nuestro presidente, él ya no es un hombre, es todo un proceso sociopolítico!
Votaremos por una mujer valerosa y magistral, también impresionante en su intrépida naturaleza, que nació condenada por la cruda y vergonzante pobreza de los pueblos afros, aspecto tan naturalizado y más bien instrumentalizado por las elites parasitarias que siguen rindiendo tributo a su codicia. ¡Votaremos por la iluminada y bendecida Francia Márquez!
Con todo, les digo que el mundo se ha transformado con la convicción de los jóvenes y su titánica vitalidad, vitalidad que embellece los idealismos y las glorias en los temporales del tiempo. Bolívar apenas tenía 27 años cuando expreso su discurso libertario en medio de un jardín florecido de esperanzas en la Caracas de 1810. A pocos días y algunas horas y experimentando el deseo medular de una segunda libertad, les digo desde mi corazón…¡Jóvenes Salven la Patria!
Mis mayores agradecimientos a todos los guerreros que apoyan las tendencias y por supuesto a @EpicuroDeSamos, @Uriasv, @Betocoralg, @MissPoirot07, @IvonneMilenaGo, @smilelalis, @DonIzquiedo, @FisicoImpuro, @SandraPMoreno76,@alejarojas_g, @NaranjaBogota, @ElQueLosDelata con su extraordinario Matarife,@lenny_cabra, el imprescindible @ResistenciaDes, @Pelicolombianas, @LevyRincon con su madrazo celestial y tantos otros, que día tras día se entregan con el alma para defender este noble ideal.