martes, febrero 18

EN LA CRISIS, ASÍ GANA EL BANQUERO

Por: Daniel Rojas Medellín

El pasado lunes, publiqué en este medio amigo una columna llamada “El Poder del Banquero” en la que afirmé que el poder de los bancos está influyendo sobre la oferta monetaria aumentando el costo de los préstamos y desalentando a posibles solicitantes para, de esta forma contraer la disponibilidad de dinero. Me basé en el sustentado debate del Senador Wilson Arias en el Senado de la República.

Mientras el senador del Polo denunciaba las barreras de acceso al crédito que los bancos le están imponiendo a las víctimas de la crisis, de manera simultánea, el DANE informaba que la tasa de inflación para el mes de junio mostró valores negativos, es decir, el pais vive un brote deflacionario.

Es bien sabido que, cuando la inflación es positiva el poder adquisitivo de la moneda tiende a disminuir, por lo tanto, los poseedores de grandes activos líquidos ven mermado su capital, entonces se hace evidente el enorme poder del banquero y su dominio sobre la matriz comunicativa,  al serle inconveniente, la inflación siempre se vuelve noticia, se asocia con síntomas de mala economia y las autoridades entran en alerta para controlarla.

Por el contrario, poco se  habla de los brotes deflacionarios como el actual, ningún medio se interesa por explicar que la inflación negativa significa:

Que aquellas personas que tienen enormes cantidades de dinero fiduciario en grandes bóvedas hoy son más ricas por el simple hecho de poseerlo, debido a que el dinero ahora tiene mayor capacidad adquisitiva.

Que las personas que tienen deudas con el banco, con el ICETEX o con cualquier entidad financiera, ahora están más endeudadas pues las cantidades de dinero que deben se han valorizado y lo más curioso, el aumento del valor de la deuda al ser real y no nominal, no se verá reflejado en sus extractos, no lo sentirán.

Que los salarios disminuirán con respecto al periodo anterior, porque el salario real tiene como referencia a la inflación y si esta es negativa o menor a la del periodo pasado, pues los salarios reales según lo establecido por el poder, tenderán a disminuir.

Que deudas más caras y salarios más bajos configuran un escenario de pérdidas para la gente del común y un escenario de utilidades para el banquero que gana en medio de la crisis sin pararse del sillón a costa del sufrimiento de cientos de familias.

Pero la inflación negativa no es fortuita, puede evitarse, la evidencia demuestra el papel determinante de la expansión monetaria mediante la inyección de liquidez al sector real y aunque el Banco de la Republica y el Gobierno Nacional han anunciado este tipo de políticas expansivas, esconden que lo han hecho a traves de los bancos, que la liquidez se limitó al sector financiero.

Las barreras al acceso de los créditos que ha revelado el senador Arias y que resultan siendo una política recesiva, de contracción monetaria producto de un mercado desregulado, están siendo la causa de la desgracia de muchas familias y pequeños emprendimientos que requieren liquidez. Quiere decir esto que el banquero supera en poder a la máxima autoridad monetaria: El Banco de la República.

El poder del banquero es tal, que en plena crisis es el único que gana; al filtrar los recursos impone al sector real políticas económicas contractivas deprimiendo la demanda, obligando la insolvencia de las microempresas, aumentando el desempleo, provocando el hambre mientras avanza la pandemia. Su poder sobre las políticas económicas condenan al pobre a morir revolcado en la miseria mientras él ve multiplicarse sus activos, una política de la muerte a costa de la utilidad bancaria, un fascismo corporativo.

Si de salvar vidas se trata, si de recuperar la economía se trata, si de recuperar y crear nuevos puestos de trabajo se trata, la fórmula está hecha, se la inventó Keynes el siglo pasado, hay que ajustar el sistema financiero, reducir las tasas al mínimo, emitir dinero de fuente primaria para que el Estado financie rentas básicas de verdad, matrículas cero de verdad, pero sobre todo, incentivar la inversión mediante crédito barato y regulado.

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