miércoles, octubre 4

EMISION BUENA Y EMISION MALA

Por: Daniel Rojas Medellín

El debate suscitado por la propuesta hecha desde el espectro progresista de aumentar el gasto público para incentivar la demanda de manera excepcional con respaldo del Banco de la República, develó dos clases de emisión monetaria: La que les gusta a los banqueros y es presentada como responsable por los analistas que repiten los libretos de la ortodoxia y la emisión presentada como irresponsable que disgusta a los banqueros. Sin embargo, como es usual, lo bueno para los banqueros no parece tan bueno para el resto y lo bueno para el resto siempre será algo perverso para los banqueros.

En honor a la verdad, emisión (de la buena para los banqueros) se hizo en Colombia, camuflada bajo una denominación que le despoja de prejuicios ideológicos, Flexibilización Cuantitativa (Quantitative Easing. QE), por el orden de los $40 billones. La QE corresponde a una serie de medidas usadas por los Bancos Centrales para aumentar la base monetaria, inyectando liquidez en las reservas del sistema bancario.

De estas medidas se esperaría que se alivien las cargas financieras de los deudores así como reducciones en los costos de crédito. Sin embargo, estas decisiones de política monetaria no parecen afectar en el corto plazo las tasas de interés y la oferta de crédito bancario, por lo tanto son inanes en el propósito de reactivar la economía en tanto no influyen en decisiones expansivas de consumo e inversión.

Varias son las denuncias sobre barreras que imponen los bancos para acceder al crédito a las micro y pequeñas empresas, así como de imponer castigos en lugar de alivios financieros, aún cuando los bancos tienen un fuerte respaldo del Gobierno Nacional a través del Fondo Nacional de Garantías. Recientemente el Senador Wilson Arias mostró el comportamiento de la tasa de Usura a los créditos que se otorgan a los microempresarios, exhibiendo la cifra más alta de los últimos 10 años justo en tiempos de emergencia.

En un artículo de este servidor que está a la espera de ser aceptado para su publicación se otorga evidencia empírica para demostrar que la expansión monetaria mediante este mecanismo no ha tenido el efecto esperado sobre el empleo, variable íntimamente relacionada con el consumo, la capacidad de invertir y de exportar. Por el contrario la QE incentiva lo que Keynes denominó la motivación especulativa por el dinero en las entidades financieras. En síntesis, la liquidez no se transmite a la denominada economía real.

La conclusión se sostiene en una observación detenida de la emisión monetaria que le gusta a los banqueros (QE), se hace imposible para los Bancos Centrales a través de estas políticas incrementar directamente la oferta monetaria, resultado que naturalmente se espera de la política expansiva, pues, para que la oferta monetaria aumente, un agente debe tomarlo prestado del sistema bancario y gastar esa liquidez que ha sido suministrada por el Banco Central, en un proceso denominado multiplicador monetario. En cambio, si el sector financiero tiene incentivos para atesorar dinero con fines especulativos, el multiplicador monetario se hace marginalmente negativo, y un crecimiento de la base monetaria no necesariamente se traducirá en un crecimiento de la oferta monetaria.

El gran economista japonés Richard Koo, lo ha explicado perfectamente bien: La situación se denomina “Recesión de Balances“ y demuestra que las políticas de QE tienen un efecto opuesto al que se espera de una medida expansiva en tanto que el aumento del ahorro privado y de las reservas bancarias no tienen un equivalente en la oferta de créditos. Eso significa que “los ahorros no prestados se convierten en fugas del flujo de ingreso y abren un hiato deflacionario en la economía”[1].

 

En su trabajo Koo presenta entre varios ejemplos de QE con efectos opuestos, el de Japón, el primer país en practicar la flexibilización cuantitativa incrementando su base monetaria con tasas de interés cero, sin resultados garantistas de que la tasa de cambio se haya debilitado como promulgan sus defensores, por el contrario, la QE condujo a un espiral deflacionario.

Con una política monetaria ineficiente, la única política que queda para evitar que la economía caiga en una espiral deflacionaria en este tipo de recesión es que la liquidez retenida con fines especulativos sea tramitada a través del gasto público para que se transmita a la economía real, es decir, armonizar en un solo propósito a la política monetaria y a la política fiscal. Si las empresas y las familias del sector privado se hallan sobreendeudadas y sin liquidez, el Estado, tiene que acudir al rescate.

Este tipo de soluciones que tienen un efecto positivo sobre los hogares y las microempresas, son vistas con malos ojos por la ideología dominante. Es la emisión mala, la irresponsable, a la que se le atiborra de prejucios, todos ellos fácilmente desarmados por el profesor Alvaro Moreno en una columna que recomiendo mucho.

En todo caso, la evidencia resuelve que fue mediante un estímulo fiscal que Japón logró mantener su producción y proteger el empleo durante todo el período post-90, a pesar del desapalancamiento masivo de las empresas y del desplome de los precios[2]. Nadie sensato diría que eso es irresponsable, aunque acá se repita en todos los medios y sea la perorata favorita de los economistas mainstream.

 

  1. Koo, R. (2013). Central Banks in Balance Sheet Recessions: A Search for Correct Response.
  2. Idem

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