Casi 1200 millones de pesos estaba ofreciendo Emilio Tapia a periodistas o empresas de lobby para que le ayudaran a mejorar la imagen ante la opinión pública. Cuando me llegó la propuesta, me dije, no es una tarea difícil, porque solo con mirar el actuar del compadre Emilio, entendemos que hay debilidades humanas imperdonables, pero una de las más despreciables es la ingratitud; que es la tendencia a escribir las ofensas en mármol y las bondades en arena.
Y es por eso que ese mal agradecimiento siempre sale a relucir cuando se refieren al célebre contratista Emilio Tapia, ¡célebre! … con todo el sentido de la palabra, y nada de eso de “tristemente célebre”, como suelen llamarlo los malagradecidos que solo tienen la capacidad de criticarlo por el robo que hizo de más de 300 mil millones de pesos con los Nule, en el carrusel de la contratación de Bogotá y ahora por haberse abudineado más de 70 mil millones de pesos en el famoso contrato “Centros Poblados”; quién sabe si con la complacencia de la tristemente célebre exministra Karen Abudinen, pero sí en asocio con otro generoso “Robin Hood” colombiano llamado Juan Carlos Cáseres, quien decidió donar de los impuestos de los colombianos puestos en Min Tic para la conectividad de los más pobres, medio millón de dólares a una necesitada pareja de pastores cristianos amigos suyos en Estados Unidos. Es que no hay derecho a ser tan mal gradecidos y prejuiciosos.
A Emilio, yo no le conocía el rostro, hasta un día que lo observé en noticias. Trataban a éste noble filántropo de mafioso, testaferro y hasta con cierto tufillo de envidia;decían que se andaba pavoneando con todo el desparpajo de fiesta en fiesta. Me pregunto yo, ¿A caso no tenía derecho a hacerlo después de haber pasado 3 añitos en la cárcel purgando la pena de sus pecados? ¿A caso no tenía derecho a darse sus paseítos para romper la rutina del encierro de la casa por cárcel?
Por tanto ultraje público refiriéndose a un peligroso delincuente, en ese entonces pensé que se trataba de un tal alias “Pedro Orejas”, de quien también había oído y tampoco le conocía el rostro, pero al contrastar la foto, realmente solo tenían un inmenso parecido en las orejas. Hago un “mea culpa” de haber caído en las bajezas del común de hacer una crítica ligera.
Por favor… ¡basta ya! Creo que éste es el mejor momento para reconocerle a Emilio Tapia por el apoyo incondicional que le ha dado al folklor colombiano, especialmente al vallenato. Al igual que muchos otros benefactores, Emilio ha sido mencionado en un sinnúmero de canciones. Es por ello que el apoyo de estos empresarios y políticos solidarios, ha sido fundamental para impulsar las carreras artísticas de cantantes como: Jorge Oñate, Poncho Zuleta, Diomedes Diaz, Peter Manjarrés, Martín Elías, Silvestre Dangond, Jean Carlos Centeno, que cobran entre 20 y 150 millones de pesos para mencionar a grito herido en sus canciones, el nombre de sus bienhechores económicos.
Un hermoso folklor que tanto identifica la cultura popular y especialmente a cierta clase política y empresarial, como el condenado exgobernador de la Guajira Kiko Gómez, el extraditado exsenador Santa Lopesierra, el condenado exalcalde de Magangué Jorge López e ilustres empresarios como Emilse López, alias “la Gata”; Marcos Figueroa, Alias “Marquitos”; y Camilo Torres, alias “Fritanga”; famosos no solo por su recorrido, sino porque todos han ayudado con sus recursos a esta cultura musical pagando para que vociferen su nombre con sentimiento en las canciones.
Desde luego hay que reconocer que los artistas también tienen su corazoncito y ofrecen facilidades de pago recibiendo lujosas camionetas, relojes, apartamentos y otros enseres que bien sirvan para financiar el costoso grito herido del nombre.
Espero que el ilustre empresario Emilio lea esta columna y reconozca mi talento, ya que la jugosa oferta de 1200 millones para un trabajo simple como ese, entrarían muy bien en estas épocas de crisis. Así que quedo con las orejas bien abiertas a cualquier oferta.