domingo, febrero 9

El exterminio de los sentipensantes

Por: Alexromagíster en Literatura, caricaturista de Cuarto de Hora y activista político. 

La violencia nos arrebató a Esteban Mosquera, quien ya en 2018 había perdido un ojo al ser impactado por un disparo del ESMAD, la violencia volvió por él y se lo llevó como a Lucas Villa y a tantos líderes y lideresas sociales. Y es que esta lista sí que parece interminable, un conteo de la muerte que no cesa. Al menos desde la firma de los Acuerdos de Paz en 2016 hasta la fecha, se estima que van 1226 líderes asesinados y no pasa nada, porque estamos ante un exterminio sistemático, ante una política de Estado. ¿Hasta cuándo?

Esteban era un joven estudiante de música de la Universidad del Cauca, un reconocido líder de 26 años, quien fue asesinado en Popayán el 23 de agosto del 2021, una víctima más del genocidio en nuestro país, a quien dedicamos estas palabras, como a tantos líderes y lideresas porque no podemos acostumbrarnos a que los sigan asesinando y no pase nada, porque no podemos dejar de pronunciarnos por muy normal que parezca la barbarie en Colombia.

La noticia nos impactó a todos y todas, como un disco rayado, en la televisión, en las redes sociales y en los periódicos impresos, otra vez caía bajo las balas criminales un líder social, otra vez la impotencia, la desesperanza y la impunidad. Otra vez el dolor de patria, el luto estudiantil, la hipocresía de políticos y medios oportunistas y cómplices, nuevamente el miedo y seguramente la ineptitud investigativa de las autoridades competentes.

Su caso era ya conocido como un ejemplo de resiliencia, esa capacidad que tienen algunos seres humanos de superar circunstancias traumáticas, esa capacidad de salir adelante que desarrollamos los colombianos a la fuerza por tener que vivir generaciones enteras de violencia. A Esteban se le veía en las manifestaciones defendiendo los Derechos Humanos, seguía terco, persistente, utópico, liderando procesos sociales. Seguramente cada uno de nosotros sentía su experiencia como una fuerza motivadora para seguir construyendo el anhelo de un país mejor.

Es aquí donde más nos duele. Porque nos percatamos de que los señores de la guerra se ensañaron con los jóvenes. La violencia regresó por él, pues quienes dan las órdenes no están dispuestos a ver que alguien se salve de su exterminio y continúe luchando. Les duele la valentía de la juventud colombiana, detestan a quienes buscan educarse para transformar nuestra sociedad tan agobiada.

Pero en Colombia no se puede protestar pacíficamente porque los gobernantes envían de inmediato al ESMAD, no se puede sobrevivir a lo anterior, porque los que dan la orden envían a sus fuerzas oscuras a terminar la tarea. Ni siquiera podemos enterrar a nuestros muertos, porque al otro día ya estamos llorando el vil asesinato de otro compañero. Nos han robado hasta el tiempo de hacer el duelo.

¿Qué nos queda entonces? Pues seguir luchando de manera pacífica, como lo hizo Esteban a pesar de que ya había sido víctima del Terrorismo de Estado, como lo haría Lucas, si hubiera podido sobrevivir a los 8 impactos de bala, porque no tenemos otra alternativa, porque los colombianos no estamos dispuestos al silencio mientras se siga derramando la sangre, porque el mayor tributo para los líderes y lideresas sociales es reconocer su legado y continuar caminando por ellos y por todos. Porque no brotan de la tierra todos los días fuegos inquietos para intentar salvar a la humanidad o al menos para intentar hacer del mundo un lugar mejor

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