sábado, febrero 15

El cultivo de tabaco ya no da para comer

Por: Victoria Sandino, senadora de la República  y firmante del Acuerdo de Paz.

Entre los surcos tu cuerpo moreno
es un racimo que a la tierra llega.

Pablo Neruda.

Colombia ha producido por décadas la materia prima para la multimillonaria industria tabacalera. En la actualidad hacen presencia en el país dos poderosas multinacionales: la Philip Morris y la British American Tobacco, que según El País Financiero obtuvo ganancias cercanas a los  9 mil millones de dólares durante el año pasado, ¿cómo obtienen estas fabulosas ganancias? Sin embargo, nuestra triste realidad es que  las comunidades rurales productoras o cultivadoras de tabaco están sumidas en la pobreza, el olvido institucional y son fuertemente golpeadas por el conflicto, así que de la bonanza de otrora no quedó nada para el campo y sus comunidades.

Tras la política mundial impulsada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para la reducción del consumo de tabaco (cada año más de 8 millones de personas pierden la vida por causa del tabaco según la OMS) se ha disminuido la demanda a nivel mundial. En Colombia las multinacionales tabacaleras han reducido sus niveles de compra en tanto los productores agrícolas del sector han quedado a la deriva sin hallar un plan sostenible que convierta su actividad y de esa forma poder garantizar el sostenimiento de sus familias y evitar su progresivo empobrecimiento.

Se tiene información de que en nuestro país, el cultivo de tabaco llegó a tener presencia en 70 municipios de 8 departamentos incluso a convertirse en el eje central de la economía en casi la mitad de esos municipios en la primera mitad del siglo XX. Aunque el tabaco alcanzó un relativo éxito en materia de producción y exportación desde el siglo XIX, especialmente en los departamentos de Santander, Valle del Cauca, Boyacá, Huila, Tolima y Bolívar en donde aún continúa una importante producción en estos tiempos, además de los departamentos de Sucre, Guajira y Cesar de la costa atlántica.

Las poblaciones de Ovejas, El Carmen, San Jacinto, San Juan y Zambrano pertenecientes a la subregión de Montes de María, son municipios que lideran cultivos  tabacaleros desde hace  más de cien años, durante los cuales sus comunidades fueron víctimas de una mafia establecida entre la banca en la región,  las  multinacionales y los intermediarios. Los bancos no le hacían préstamos al campesino productor, sólo al comprador, quien a su vez era respaldado por las multinacionales que recibían el producto de los intermediarios y no directamente de las comunidades rurales cultivadoras y productoras, situación agravada por los bajos precios con los que les compraban; de esta manera, estas comunidades a duras penas alcanzaban a sostener de manera precaria a sus familias.

A la problemática de los trabajadores y trabajadoras tabacaleras por los bajos salarios, se agregan graves problemas de salud producido por el uso de los agroquímicos: la enfermedad del “tabaco verde” generada por la nicotina de las plantas, o envenenamiento por nicotina que produce dolores de cabeza, náuseas y vómitos, mareos, debilidad, dificultad para respirar, entre otros efectos. También genera trastornos en el embarazo, problemas de alteraciones genéticas en los hijos, pues según la OMS 33% de las personas que hacen parte de la recolección, engarzado y secado de procesamiento de la hoja, son mujeres.

Otra problemática producida por el cultivo de tabaco es la ambiental a raíz de la aplicación de químicos como el dicloro difenil tricloroetano o DDT, prohibido en  países del norte global por el daño que produce en los suelos y en la salud de las personas, pero que en nuestro país se sigue usando a costa de la extrema resequedad de la tierra, ausencia de fertilidad,  agotando la capacidad natural del suelo para revitalizarse, acompañada de una deforestación exacerbada de los bosques del entorno por la extracción de leña para el estufado, maduración y fermentación del producto en las áreas de cultivo.

En la actualidad estas comunidades que otrora vivían del cultivo del tabaco quedaron cesantes, con sus suelos dañados y afectados en su salud. En otras palabras, la tierra ya no es fértil ni productiva para las y los campesinos. Las comunidades, los trabajadores y trabajadoras proponen un diálogo con los Ministerios de Agricultura, Salud y Protección Social, Ambiente y Desarrollo Sostenible y la Agencia para la Renovación del Territorio para que se construya una salida conjunta, una estrategia que permita la conversión productiva del suelo o la sustitución de los cultivos

Sin lugar a dudas la solución de esta problemática está ligada a la implementación del Acuerdo de Paz, para esta región se debe garantizar un plan de conversión agrícola por productos sostenibles y amigables con el medio ambiente, de nuevo tipo, con recursos  para la recuperación de los suelos, con oportunidades certeras para las comunidades tabacaleras que hoy ven sus tierras y sueños esfumados. La simulación en el cumplimiento de los PDET y el desconocimiento total de la Reforma Rural Integral hacen humo, como los sueños de los campesinos de vivir mejor. Como ocurre con otras materias primas, por décadas se extrae de Colombia el recurso que permite acumular riquezas a las multinacionales. Para los campesinos sólo queda guerra, tierra seca y cenizas de esperanzas. Esto tiene que cambiar.

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