viernes, enero 17

Cuando la compra de municiones reemplaza la diplomacia y el diálogo

Por: Jaime Gómez, portavoz de política exterior del partido Iniciativa Feminista de Suecia

El jefe de Asuntos Exteriores de la Unión Europea (UE), Josep Borell, expresó recientemente en Estocolmo en una reunión de todos los ministros de defensa de este organismo que “Debemos tener una mentalidad de guerra“, y anunció que se tomarán 2.000 millones de euros del Fondo de Paz de la UE para financiar la fabricación de municiones y enviarlos a Ucrania.

Cualquier expertx en paz y resolución de conflictos reconocería que este es un enfoque equivocado e irresponsable. Esto refuerza una perspectiva que normaliza el militarismo como medio para alcanzar el poder y el control. Además, presenta el accionar de las armas como un requisito necesario para mantener la paz. En cambio, se debería priorizar el trabajo para que, a través de la diplomacia, el diálogo y con la participación de la sociedad civil, podamos lograr la paz en los conflictos armados y no armados y así consolidar la democracia a través de garantizar el derecho a la vida.

Muchxs consideran el surgimiento de la Unión Europea como un proyecto de paz después de que en 1952 se estableciera el primer bloque de construcción, un mercado común para el carbón y el acero con el fin de asegurar la paz en Europa. Pero hoy, más de 70 años después, un alto representante de la UE no solo defiende la necesidad de tener una mentalidad de guerra, sino que también forma parte del grupo de personas que han decidido utilizar dinero del Fondo Europeo para la Paz para financiar armas. Esto es un escándalo y debería justificar una protesta mundial legítima de la sociedad civil.

La mitad de los recursos financieros propuestos para financiar el esfuerzo bélico se destinarán a la compra de municiones a la industria militar europea. Como lo expresó Borell al estilo típico de un gerente de industria: “Necesitamos respaldar una mayor capacidad de fabricación y reducir el tiempo de producción“. Este es un claro ejemplo de cómo la guerra sólo sirve a la industria militar. La otra mitad del dinero se utilizará para compensar a los países que vacíen sus existencias de municiones para enviarlas a Ucrania.

Financiar la guerra en Ucrania con el Fondo de Paz de la UE no solo es éticamente problemático, sino que también es una violación directa del propósito del fondo. El Fondo de Paz de la UE está destinado a promover la paz y la estabilidad apoyando iniciativas que prevengan conflictos, promuevan la resolución de estos, fortalezcan las instituciones y la democracia y brinden apoyo a las personas afectadas. Usar el fondo para financiar municiones y mantener la guerra es, por lo tanto, contrario a su propósito y misión, lo cual es una grave transgresión que no se puede tolerar.

Antes de la invasión rusa de Ucrania, ya había una peligrosa tendencia militar en el mundo. De acuerdo con cifras del Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (SIPRI), el gasto militar mundial en 2021 superó los 2 mil millones de dólares. La decisión de la Unión Europea de apostar por la guerra y seguir las directrices de la OTAN de suministrar armas a Ucrania, reforzará esta tendencia militarista y confirma que la industria militar es la única ganadora en toda esta situación. Esta actitud de los países europeos contrasta con la posición asumida por algunos países latinoamericanos como Brasil, Argentina, Colombia y México quienes rechazaron de manera pública las peticiones de los países de la OTAN de realizar envíos de equipos militares para apoyar el esfuerzo bélico de Ucrania.

Los recursos financieros invertidos en la guerra deberían utilizarse, en cambio, para financiar medidas urgentes que garanticen la seguridad humana – la cual es un fundamento de la paz-, de los grupos de población que carecen de acceso a las políticas de bienestar, para financiar la deuda que Europa tiene con el sur global que ha sido duramente golpeado por el colonialismo y la explotación o para implementar medidas urgentes para responder a la crisis climática. Decir que aquellos que ven la paz como una necesidad urgente de la humanidad son idiotas útiles de Putin es una postura insostenible y es un intento de crear una narrativa falsa que atenta contra la credibilidad de quienes buscan la paz y la estabilidad en el mundo.

La política de seguridad tradicional se basa en una perspectiva militar patriarcal en la que la dominación, la violencia y el poder militar están en el centro. El militarismo no genera una paz duradera, sostenible y real, sino que contribuye a una cultura de violencia estrechamente vinculada a la visión de la masculinidad que afecta negativamente, en gran medida a las mujeres, los niños y los grupos LGBTQI+. En lugar de destinar recursos del Fondo de Paz a la financiación de armas y municiones para Ucrania, la UE debería invertir en la promoción de soluciones pacíficas y alentar el diálogo entre las partes para encontrar una solución sostenible al conflicto. Es deber de todes trabajar por la paz y proteger a la población civil de las terribles consecuencias de la guerra y el conflicto armado.

Cuando Rusia invadió Ucrania, violó las normas internacionales que prohíben explícitamente la invasión de un país a otro. Al utilizar el Fondo de Paz para financiar gastos militares, la UE elige contribuir a la escalada militar del conflicto junto con la OTAN, en lugar de ser un intermediario de la paz, elige ser parte del problema en lugar de ser parte de la solución. La UE debería centrarse más bien en la búsqueda de soluciones pacíficas a través del diálogo y los instrumentos diplomáticos. La guerra no tiene soluciones militares. La diplomacia y el diálogo son el único camino sostenible hacia la consecución de la paz y la estabilidad en la región.

Jaime Gómez, portavoz de política exterior del partido Iniciativa Feminista de Suecia

 

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