Este fin de semana el pueblo chileno eligió a los 155 representantes de la Convención Constitucional que tendrá la misión de redactar una nueva Constitución que remplazará la heredada de la dictadura militar de Augusto Pinochet, señalada de ser la responsable de desigualdad social en el país.
Con unos resultados sorpresivos, las fuerzas emergentes de izquierda, representadas en candidatos independientes, se impusieron sobre los partidos tradiciones chilenos, al lograr casi un tercio de los escaños (48 en total), para redactar el nuevo texto de la Carta Magna.
Así las cosas, los electores encontraron eco en las propuestas de una serie de candidatos independientes, entre los que hay activistas sociales, profesionales, docentes, escritores, periodistas o abogados constitucionalistas que tendrán un plazo máximo de un año para proponer una nueva Constitución.
“Hay un fuerte descredito hacia la elite política entre los ciudadanos. Ha sido una forma de decir ‘que se vayan todos’. La gran voluntad ciudadana, junto con un sistema electoral proporcional y el declive de los partidos políticos ha facilitado este impresionante resultado”, explica el abogado y analista político Jorge Navarrete.
Por otra parte, el gran perdedor de los comicios fue la clase política tradicional de Chile, liderada por la coalición de derecha del gobierno del presidente Sebastián Piñera, que se había mostrado muy segura de poder controlar un tercio de la futura Convención Constituyente.
«En estas elecciones, la ciudadanía nos ha enviado un claro y fuerte mensaje al gobierno y también a todas las fuerzas políticas tradicionales: no estamos sintonizando adecuadamente con las demandas y los anhelos de la ciudadanía y estamos siendo interpelados por nuevas expresiones y por nuevos liderazgos», fue la reacción de Piñera tras los resultados de los comicios.
En ese sentido, la derecha chilena logró 39 representantes en la Convención Constituyente; la centro-izquierda, que agrupa a los partidos de la socialdemocracia tradicional, alcanzó 25 voceros; y la izquierda, que suma al Partido Comunista y a la coalición Frente Amplio, nacida al alero del movimiento estudiantil, llegó a los 28 escaños.
«Un 40% aproximadamente serán independientes, pero muchos de ellos con afinidades políticas hacia la centro-izquierda, y un 60% son de partidos tradicionales, que incluyen al Partido Comunista y la izquierda tradicional», explicó el politólogo Claudio Fuentes a la AFP.
La participación electoral se situó en cerca de un 37% de los 14,9 millones del electorado. Una cifra muy baja si se compara con la del plebiscito del 25 de octubre de 2020, cuando una rotunda mayoría aprobó cambiar la Constitución chilena.