Fake News y Gustavo Bolívar
Por: Paola Castro. En este momento, muchos países alrededor del mundo están experimentando los llamados Fake News o trastornos de la información dentro de un…
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Leer MásNingún análisis sobre Gaitán y el Bogotazo estaría completo si en ese se omite una mención –mejor aún- un análisis completo de lo que sucedió luego. Y no hay mejor punto de partida para acometer ese propósito que la denuncia del Rábula: Darío Echandía Olaya y su comportamiento obsceno ese 9 de abril de 1948 y los días posteriores.
La historia que voy a narrar sucedió a comienzos del nuevo milenio. Los perpetradores del crimen fueron las autodefensas del magdalena medio que reconocían en el presidente de la época: a su líder supremo. Si el presidente se enteró de este asesinato en particular, no lo creo. Si celebró con aguardiente -como dicen que lo hacía en el despacho de la gobernación de Antioquia cada vez que los paramilitares cometían alguna masacre-, no lo sé. Fueron tantos los muertos durante ese régimen que singularizar alguno resultaba a todas luces una tarea imposible. A Colombia la convirtieron en la fosa común a cielo abierto más grande de la tierra.
Visitar otro país es una experiencia maravillosa, algo inolvidable, no sabría cómo explicarlo mejor que comparándolo con el primer enamoramiento; esas cosquillitas en todo el cuerpo, ese pequeño temblor que genera lo nuevo de la situación, esa sensación de entrar a un mundo que no se conoce. En fin.
Así que lo sucedido ayer 4 de agosto del 2020, cuando la Corte Suprema de Justicia determinó privar de la libertad al ciudadano Álvaro Uribe Vélez debería ser respetado y acatado no solo por el sindicado, por cada una de las instituciones, pero, y principalmente, por la sociedad colombiana en general.