sábado, febrero 15

Calzones avergonzado

Por: Germán Navas Talero y Pablo Ceballos Navas

Editor: Francisco Cristancho R.

En Colombia el que es pícaro es pícaro, desde la niñez y hasta la senectud. Ahora apareció un nuevo clan en Santander, el de los Villamizar: padre e hijo, el primero que salió con bígamas –esposas– del Capitolio, cuya esposa también pasó por la cárcel por los mismos hechos, y el segundo que no sale de enredos. No contentos con esto, esta distinguida familia se niega a devolver una finca que, por medio de artimañas, adquirieron a precio de huevo a una familia despojada. Las víctimas del actuar de los Villamizar acudieron a la justicia y consiguieron sentencia que ordena la restitución del predio, confirmada en segunda instancia, decisión que fue desacatada hasta el año pasado. Habiendo entregado la finca con renuencia, los Villamizar resolvieron denunciar penalmente a la beneficiaria de la sentencia de restitución, proceso que aunque no tiene ni pies ni cabeza cuenta Daniel Coronell que va ‘a toda máquina’.

Quienes tienen buena memoria recordarán que en 1997 ocurrió uno de los peores actos de la violencia paramilitar en asocio con la fuerza pública: al municipio de Mapiripán llegaron efectivos de distintos ejércitos paramilitares y tras un asedio de cinco días dejaron a su paso más de 40 muertos y una población entera sumida en la zozobra. Luego se supo que el principal responsable militar en la zona, a cargo del personal y equipamiento que podría haber puesto fin a la masacre, el general Jaime Humberto Uscátegui, incurrió en omisión por la que está condenado a 37 años mediante sentencia en firme por haber agotado los recursos de apelación y casación. Ahora su hijo, el representante a la Cámara José Jaime Uscátegui y su hermano, aspirante al Concejo de Bogotá, andan de aquí para allá despotricando, reclamando injusticias y denostando de todo aquel que se les oponga, incluso cuando aquello que les desagrada es un mural.

En días recientes, el mayor de los Uscátegui cubrió con pintura amarilla una muestra de memoria histórica que daba cuenta de los principales responsables de la violencia paramilitar por considerarla injusta con su padre. Conviene recordarles a los hermanos Uscátegui que en nuestro ordenamiento jurídico no está contemplado el recurso de berrinche y que las decisiones judiciales de los altos tribunales, como la que adoptó la Sala de Casación Penal en el caso de su padre, exigen respeto y obediencia.

De regreso a nuestros días, arrancamos con emoción hoja por hoja del almanaque para que llegue el fin de año y ansiamos remover la última, la del 31 de diciembre, porque ese día se va la señora Claudia López de la alcaldía de Bogotá y con ella –si tenemos suerte en la elección– termina la infamia, el maltrato, la desidia y el desgobierno. Confiamos en que los bogotanos no permitirán el avance del proyecto de ciudad ideado por Peñalosa –que tiene candidato en el tarjetón con nombre que todos conocemos– y se darán la oportunidad de elegir una opción de cambio. Nos preguntaban por estos días cuál es la experiencia en administración de Carlos Fernando Galán y nos pusimos a la tarea de indagar, lo que encontramos nos sorprendió: su trayectoria profesional es todo menos saliente, estudió diplomacia, pero nunca la ejerció ni hizo parte del servicio exterior colombiano, pasó por el Congreso sin ton ni son y su último puesto como concejal de Bogotá lo dejó botado. Nada para destacar y poco para reseñar además de haber sido pupilo de otros políticos de ingrata recordación.

Otro asunto de actualidad es la estrecha relación de alias Calzones, un connotado traqueto de Pereira, con el expresidente Duque y otros integrantes del Centro Democrático. ¡Y qué desacreditada la que le han dado al pobre Calzones! Visto a manteles en fotos con el sub júdice Álvaro Uribe, con el director de Noticias Caracol, con la directora del partido uribista y con el exsenador Carlos Felipe Mejía. Si las primeras son penosas, la última con el letrado Mejía es oprobiosa. Señor Calzones, deje de meterse con esa gente que quién sabe en qué enredos termina.

Toda beata que se respete aspira a ir al cielo y dedica plegarias diarias a ello. Se confiesa cada fin de semana y en el ínterin recibe y concede bendiciones, todo para ir al cielo. La que no tiene que hacer nada de eso es Cielo Gnecco, contra quien se profirió orden de captura por estar sindicada de toda clase de pecados y que se perdió entre el cielo y el infierno. Por lo visto en la tierra no se dejará agarrar, entonces tocará buscarla en el camino al cielo o en un sótano pagado con los impuestos de sus electores, que se preparan para elegir en octubre al siguiente del clan.

Revisábamos, con ocasión de los acontecimientos recientes en Oriente Medio, lo dicho en el Antiguo Testamento, puntualmente en Samuel 1:15:1-3, que se lee: “[…]. Yo castigaré lo que hizo Amalec a Israel al oponérsele en el camino cuando subía de Egipto. Ve, pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene, y no te apiades de él; mata a hombres, mujeres, niños, y aun los de pecho, vacas, ovejas, camellos y asnos.” Poderoso llamado a la paz que hoy algunos de los más radicales pregonan para causar desgracias contra ciudadanos inermes y sitiados.

¿Vieron que reapareció el padre Chucho? No lo habíamos vuelto a ver desde la “fucha” con Jota Mario y nos sorprendió conocer de su magnífico negocio: hacer excursiones a la llamada Tierra Santa, pagadas no con bendiciones sino con dólares. En uno de esos viajes, se quedó encartado con un grupo de peregrinos que tuvieron que ser rescatados por la Fuerza Aérea Colombiana. Esperaría uno que el padre Chucho tenga la bondad de reintegrar a sus clientes lo del pasaje de regreso.

Adenda: un hit se anotó la Corte Constitucional cuando decidió anular dos de sus sentencias que negaban el carácter de fundamental al derecho al aborto. El acto de nombrarlo como lo que es, como un derecho fundamental para la vida digna de las mujeres en condiciones de igualdad, hace toda la diferencia.

Adenda dos: dado que la promesa de compraventa debe celebrarse por escrito, que Moisés nos presente la promesa suscrita entre los israelíes de hoy y él para hacerse con la tierra en disputa.

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