martes, noviembre 28

ALERTA AEROPUERTO

Por: Gustavo Bolívar Moreno

Es 28 de enero de 2018. Un hombre como de unos 45 años camina nervioso por el aeropuerto El Dorado en Bogotá. Aunque luce bien vestido es evidente que ese traje no es el que viste usualmente. Sus zapatos nuevos y perfectamente lustrados parecieran incomodarle. Su camisa nueva delata su interés en impresionar. Mientras avanza por los pasillos del terminal aéreo divisa a mediana distancia a dos policías y los elude con afán. Los perfiladores de la Policía antinarcóticos lo están observando por varias de las más de 700 cámaras de seguridad que cubren cada palmo del aeropuerto y le ponen el sello de sospechoso. Entonces deciden seguirlo hasta la sala de espera. Cuando está a punto de abordar lo requieren con buenos modales.

Le preguntan hacia dónde va, con qué dinero viaja, cuál es el fin del viaje y cuánto tiempo tardará en regresar. El hombre responde todas las preguntas tratando de disimular que está tranquilo. Sin embargo, las respuestas no convencen a los agentes y el hombre es conducido, junto con su maleta de mano a la sala de inmigración, el lugar donde la policía realiza las pesquisas y los interrogatorios a los sospechosos.

Aunque casi la desbaratan, en la maleta pareciera no haber rastros de drogas. El hombre sonríe nervioso, muy satisfecho por el resultado y les pide que lo dejen abordar para no perder el vuelo. Pero los detectives intuyen que el pasajero esconde algo y le piden someterse a una prueba de rayos X. El semblante de nuestro pasajero cambia enseguida. Les dice que lo haría con gusto pero que el avión está a punto de salir y no puede perder el vuelo. Los policías se disculpan pero le advierten que ellos tienen la potestad para realizar el procedimiento. Sin más remedio, ni más salidas, el hombre accede a realizarse la radiografía de tórax con una cara y un semblante parecidos a los que ponen los reos sentenciados a la inyección letal en el corredor de la muerte.

Cinco minutos más tarde, la pantalla del body scan muestra unos puntos blancos dentro del estómago del señor que ya pareciera sospechar lo que le espera durante los próximos 10 o 15 años porque no logra cerrar sus labios ni contener más las lágrimas de sus ojos.

El agente de policía, acostumbrado a estas lides, le cuenta sin ambages lo que él ya sabe:
—Señor, la radiografía muestra que usted tiene cuerpos extraños que por nuestra experiencia son compatibles con dediles de cocaína. Es eso cierto o necesita que le ayudemos a expulsarlas para analizarlas.
El hombre guarda silencio pensando en la angustia que sentirá su esposa cuando le cuenten que está preso. Piensa también en sus dos hijos adolescentes y su madre carcomida por un cáncer letal. Entonces el Policía le recuerda:
—Si colabora le irá mejor. Confiese y haremos la anotación de su colaboración para que el juez lo tenga en cuenta a la hora de dictar sentencia.
—Está bien, —les dice sin poder controlar el habla —Son dediles de cocaína.
—¿Cuántos? Pregunta el agente.
—No recuerdo bien pero creo que 120
—Bueno, señor, le voy a leer sus derechos…
Mientras el agente le dice que tiene derecho a guardar silencio, a hacer una llamada y a ser representado por un abogado, etcétera, el hombre se rompe. Llora como un niño. Sabe que no volverá a ser libre hasta dentro de varios años. Entonces le pide al agente hacer la llamada de rigor y se aparta hasta donde más puede para que no lo escuchen. Al otro lado de la línea está su esposa. Inundado en llanto, el hombre solo atina a decirle que ha caído, que la ama, que no volverá a casa por muchos años y que le encarga a los pelados.

En la celda temporal, donde es confinado mientras llega la patrulla para conducirlo al juez de garantías para legalizar su captura hay otras tres personas. Una joven muy bella y elegante pero con cara de haber muerto para este mundo, un extranjero con pinta de actor de cine y un abuelo, que de todos pareciera ser el más tranquilo, o cuando menos el más resignado. Morirá en la cárcel si por su edad, no logra la indulgencia del juez. Todos han sido capturados en flagrancia con droga en sus maletas o sus estómagos. Los cuatro viven un drama similar: la pobreza o la necesidad. Durante la charla que se presenta en las horas que permanecen juntos, los relatos desgarran el alma. Nuestro hombre les cuenta que estaba desesperado buscando un préstamo para salvarle la vida a su madre enferma de cáncer. El extranjero les dice que está endeudado en su país y que se estaba jugando el todo por el todo. La mujer joven les dice que cayó en una trampa, que es inocente. Que le ofrecieron un trabajo en España y que le pidieron llevar esa maleta al que iba a ser su jefe. El viejo solo atinó a decir que ya vivió lo suficiente y que nunca, por más que la luchó, logró el bienestar para su familia. Que decidió hacer este viaje para dejarles algo a sus nietos, para que no vivieran el mismo drama que él y sus hijas vivieron.

Mientras estas cuatro personas viven su drama personal y sufren la increíble y plausible eficiencia de la policía aeroportuaria, en el mismo aeropuerto, a la misma hora, tres camionetas blindadas de marca Toyota y de placas ZYO 569, MTY 950 y YXL 783 se detienen frente al hangar de la empresa Central Charter. De las cajuelas de los vehículos cinco hombres, tres colombianos y dos extranjeros, bajan 15 maletas y las trasladan de inmediato a la bodega de un Jet privado marca Bombardier que tiene como destino final, el aeropuerto de Farnborough, al sur de Inglaterra.

Sin ningún control, sin ninguna eficiencia como la mostrada para perseguir a las cuatro mulas del narcotráfico que acabo de reseñar, el Jet despega de la pista uno de El Dorado, como si cargara un grupo de monjas de la caridad con sus maletas cargadas de estampitas de Jesús y la Virgen María.

Nadie lo inspecciona, nadie le pregunta que lleva, nadie lo vigila ni lo perfila como sospechoso. Simplemente el avión despega. Pero como Inglaterra no es Colombia y las autoridades de ese país son mucho más difíciles de sobornar, a su aterrizaje en el Reino Unido, el narcojet es requisado y oh sorpresa, el Scotland Yard encuentra que en las quince maletas hay 500 kilos de cocaína valoradas en 50 millones de Euros, unos 200 mil millones de pesos colombianos.

No era el primero, ni sería el último. En noviembre de 2017, otro narcojet de lujo de marca Gulstream que había partido del aeropuerto de Cartagena, quizás el mismo día que algún pobre quiso salir de problemas transportando droga en su estómago, fue decomisado en Bayona Francia con 1,2 toneladas de cocaína, avaluadas en 100 millones de euros. Los cuatro colombianos que viajaban en la nave fueron detenidos con un millón de euros en efectivo.

Y el más reciente caso, como ya todos lo saben, podría ser el más insólito de todos porque un avión con 446 kilos de cocaína salió de un pequeño aeropuerto localizado al norte de Bogotá, donde opera un batallón antinarcóticos. Las cámaras de seguridad, revisadas con posterioridad a su caía en el aeropuerto de Providencia, muestran a dos uniformados armados bajando el alijo de una camioneta Pick Up roja y llevándolo a la aeronave. Esto demuestra que, al parecer no era el primer narcovuelo en que participaban. Juan Camilo Cadena, piloto del avión, de propiedad de Miguel Jaramillo Arango, esposo de la reconocida actriz y humorista, Alejandra Azcárate, fue capturado en Providencia a pesar de haber conseguido que “alguien” llamara al intendente que lo pretendía requisar. El buen policía se rehusó a cumplir la orden, supuestamente de algún superior, y procedió a la requisa encontrándose con el millonario cargamento.

Según bitácoras, el avión capturado ya había hecho otros 40 viajes similares con “ayuda humanitaria” y se dirigía a un lugar cercano a la frontera entre Guatemala y México.

Otro avión con similar ruta se accidentó en Guatemala, en la misma zona, el 4 de diciembre de 2019, mientras transportaba cocaína para el cartel del Chapo Guzmán. El piloto de esta aeronave se llamaba Samuel David Niño Cataño y todo indica que murió calcinado.

Curiosamente, los pilotos Camilo Cadena y Samuel David Niño Cataño, aparecen en varias fotografías transportando a Uribe y a Duque en diferentes fechas.

Los dos últimos casos, el del avión del esposo de la humorista y el del piloto de Uribe y Duque, fueron publicados por la Nueva Prensa, un medio independiente y no por la gran prensa.

Podría enumerar un sinnúmero de vuelos y buques capturados en otros países con cargamentos de cocaína lo que implica la necesaria complicidad de autoridades civiles y militares en el ilícito. Esto para concluir que el narcotráfico sigue reinando en las altas esferas de la política y los estamentos militares. No todos los políticos, no todos los militares, aclaro, comenzando por el buen policía que descubrió los 446 kilos de cocaína en Providencia y que ya debe estar buscando donde esconderse por no haber acatado la orden de dejar pasar el cargamento de “tapabocas”, como aseguraba llevar el piloto de la avioneta.

Ahora vayamos al paro para configuar el crash del que quiero hablar.

Circulan decenas de videos en los que vemos cómo hombres de civil armados, incluso con fusiles, disparan a la población y a los manifestantes, sin que los policías que están a su lado hagan algo por detenerlos. Los hombres de civil armados pasean por el lado de los policías como si estos fuesen sus empleados y en casi todos los casos los ignoran, como si supieran que los policías nada van a decir, o nada tienen que decir. Parecieran muy seguros de su complicidad.

Una vergüenza para el país y para la misma institución. Señores y señoras el Estado narcoparamilitar es una realidad, el narcoparamilitarismo ha dejado la clandestinidad apoyado en la impunidad de un gobierno que cooptó todos los entes de control. O alguno de ustedes ha escuchado un pronunciamiento de la Defensoría del Pueblo frente a estos hechos irrefutables? ¿Han escuchado al Fiscal dirigirse al país para abrir investigaciones por los paramilitares armados que interactúan en las manifestaciones junto a la Policía? ¿Han sabido de investigaciones disciplinarias de la Procuraduría contra esos policías que cohonestan el paramilitarismo en sus narices?

Sabemos que en su mayoría, esos pistoleros, la llamada “gente de bien de Cali”, son narcotraficantes angustiados por los bloqueos que han impedido sacar sus mercancías por Buenaventura. Y si a esto sumamos que la droga que sacan por el aeropuerto de Guaymaral en Bogotá, en las narices de todo un batallón antinarcóticos se les cae con 446 kilos de cocaína, pues ya entendemos su furia.

Colombianas y colombianos, no nos llamemos a engaños, el nuestro es en un Estado narcoparamilitar que persigue la coca pero no la cocaína. Un gobierno que persigue al consumidor pero no al narcotraficante. Lo demuestro en 20 hechos contundentes.

1. Narcotraficante Ñeñe Hernández financió parte de la campaña de Duque.
2. Embajador de Colombia en Uruguay, Fernando Sanclemente, albergaba en su Finca tres laboratorios de cocaína.
3. La Vicepresidenta y hoy canciller de Colombia y su esposo tuvieron negocios inmobiliarios con el narcotraficante Guillermo León, conocido con el alias de “MemoFantasma”. Con la empresa Hitos Urbanos Ltda., construyeron la Torre 85.
4. El ex agente del CTI, exiliado en Canadá, Richard Madock hizo el año pasado unas denuncias gravísimas, con testigo abordo, en el sentido de que el mismo señor Sanclemente, durante el gobierno de Álvaro Uribe construyó en el aeropuerto El Dorado un muelle para EL Chapo Guzmán, en el hangar de la firma Air cargo Lines.
5. Samuel David Niño Cataño, piloto de la campaña de Duque y Uribe, era sobrino del dirigente Hernán Gómez Niño quien fuera candidato a la gobernación del Meta por el Centro Democrático.
6. Si nos vamos más atrás, Luis Carlos Galán, candidato presidencial del Partido Liberal fue asesinado porque un miembro del narcoestado, el también candidato presidencial de la época, Alberto Santofimio Botero, instigó a Pablo Escobar para que matara al casi seguro presidente de los colombianos.
7. Ernesto Samper fue elegido con dineros del Cartel de Cali.
8. Si hacemos otro poquito de historia, Álvaro Uribe, líder del partido de Gobierno, el Centro Democrático, cuando fue director de la Aeronáutica, concedió licencias a los aviones y a las pistas de varios miembros del Cartel de Medellín.
9. La cuñada y la sobrina del expresidente, exsenador y expresidiario trabajaban para el Cartel del Chapo Guzmán. Fueron capturadas y extraditadas pero se perdió el rastro de una de ellas.
10. El helicóptero del padre de Uribe apareció en Tranquilandia, el complejo de laboratorios más grande encontrado hasta hoy en el mundo.
11. Los dos edecanes de Álvaro Uribe, sus jefes de seguridad, los generales Flavio Buitrago y Mauricio Santoyo fueron condenados por narcotráfico y paramilitarismo, que en términos prácticos, significan lo mismo.
12. En abril de 2004, en el cuarto de máquinas del buque Gloria, insignia de la Armada Nacional, fue hallado un alijo de 16.5 kilos de heroína y 10 kilos de cocaína. La investigación quedó en manos de la Justicia Penal Militar. Aquí pueden reír.
13. Pero sigamos. Al proceso de Justicia y Paz, en Ralito se colaron varios narcotraficantes con la anuencia del gobierno entre ellos los mellizos Miguel Angel y Víctor Mejía Múnera y el mismo Memo Fantasma quien para la época se le conocía con el nombre de Sebastián Colmenares.
14. Según un estudio de la UNODC, Oficina de las Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito, para fabricar las aproximadamente 1.200 toneladas de Cocaína que se producen en Colombia, se necesitan 457 millones de litros de sustancias químicas para el proceso de extracción y refinación y 20 millones de litros para el proceso de cristalización. Es decir 477 millones de litros de insumos químicos que para ser transportados requieren de 10.636 tractomulas que se mueven por las carreteras de Colombia sin ninguna afugia. ¿Cómo pasan todos estos insumos químicos sin que los detecten ni la policía ni el Ejército?
15. Si Cauca, Nariño, Antioquia y Norte de Santander, son los epicentros más grandes del narcotráfico y se encuentran allí el mayor número de militares, cómo pasan estos vehículos lentos y gigantes sin que nadie los vea?
16. En Nariño y Cauca hay poblaciones con más estaciones de gasolina que autos. La gasolina es el insumo básico para la preparación de la cocaína. Esas estaciones son legales. La licencia es expedida por los alcaldes con visto bueno del ministerio de minas.
17. Los insumos químicos, indispensables para la fabricación de la cocaína son importados legalmente al país, con licencias del ministerio de salud.

18. La ventanilla siniestra de Alfonso López  que entren los dólares son importar de donde vengan.

19. El mismo Alfonso López recibió financiación para su campaña del Cartel de Medellín en 1982. Después dijo que él no sabía que esos señores, con quienes se reunió personalmente, eran capos de la droga

20. Y la tapa: en 1.996 fueron hallados 14 paquetes de heroina en el portaequipaje delantero del avión presidencial.

Y ni para qué hablar de “tragedias familiares”, decenas de políticos cuyos padres, cónyuges, hermanos, primos han sido narcotraficantes o testaferros de narcotraficantes.

Pero no son estos hechos los que nos corroboran que el Estado está en manos de narcotraficantes y paramilitares, no. El hecho contundente, el que no da lugar a equívocos es el de saber que ante los 18 puntos que acabo de anotar, no ha habido acción ni de la policía, ni del ejército, ni de la Fiscalía, ni de la justicia, o la mínima, cuando el caso ya es muy evidente. La impunidad es del 99%. Eso se llama: Estado Narcoparamilitar. Punto. Y aquí cabe preguntarse por qué los Estados Unidos, tan preocupados con el tema, por qué no han actuado con contundencia frente a este narco estado como lo hizo en su oportunidad con Manuel Antonio Noriega en Panamá. ¿En serio creen que es mejor lidiar con un narcoparamilitar de derecha que con un demócrata de izquierda?

Es imposible que el narcotráfico lleve 5 décadas y siga tan campante. Esto no se consigue sin la ayuda y decidida del Estado y sus Fuerzas militares.

Con la evidencia más que clara de que el narcotráfico necesita de los políticos para sobrevivir y los políticos del narcotráfico para comprar votos y amasar poder, debemos concluir que el temor de las mafias del poder a perder las elecciones de 2022 es más que comprensible.

Por eso se oponen a la legalización de las drogas. Por eso se angustian por los bloqueos del paro, que dicho sea de paso, no fueron ordenados ni siquiera sugeridos por el Comité de Paro ni por Gustavo Petro; por eso odian a los movimientos alternativos proclives a la regulación que les acabará el negocio. Ellos creen, como lo creyeron cuando Galán iba a ser presidente que de ganar Petro serán perseguidos y extraditados. Ese es su miedo y no podemos menospreciar su poder, menos ahora que el gobierno los deja disparar con fusiles a los manifestantes, al lado de los policías.

Ojo con el 2022, esta gente de bien está muy nerviosa y es capaz de cualquier cosa.

SOBRE MESA 1:
La senadora Cabal y el expresidente Álvaro Uribe están haciendo circular un video sacado de contexto con el que prácticamente ponen en mi cuello una lápida. No suelo hacer alarmismo con estas cosas pero como dije en un tuit anoche, una sindicación de Uribe en este contexto es casi una orden de asesinato. Lo responsabilizo de lo que pueda pasarme.

SOBRE MESA 2: No es cierto que con la vaca que hicimos casi 5.000 colombianos residentes en Colombia y en el exterior y que ya llega a 300 millones de pesos, estemos armando a nadie. El paramilitarismo juzga por su condición. Como lo he explicado hasta la saciedad, solo dotaremos a los jóvenes de la primera línea y a las mamás que se les han sumado, de cascos, gafas y respiradores para que no nos los sigan matando ni lesionando. También daremos auxilios económicos a víctimas de lesiones oculares y a familiares de personas muertas durante el paro, incluso policías. El dolor no tiene ideología.

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