sábado, febrero 15

Alcaldía de Federico Gutierrez ordenó borrar el mural en honor a las buscadoras de La Escombrera

El pasado domingo 12 de enero, artistas, líderes sociales y madres buscadoras se unieron en un acto simbólico para pintar un mural en el puente del Mico, en Medellín. Bajo el lema “Las cuchas tenían razón”, la obra buscaba rendir homenaje a las mujeres que han liderado la búsqueda de desaparecidos en La Escombrera, este espacio, marcado por el dolor de la Operación Orión en la Comuna 13, había sido recientemente escenario de un hallazgo histórico: los primeros restos humanos encontrados gracias a la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidos y la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP).

Sin embargo, menos de 24 horas después, el mural fue cubierto con pintura gris por empleados de la Alcaldía de Medellín. Según el alcalde Federico Gutiérrez, esta acción responde a la necesidad de mantener el espacio público “limpio y bonito”. La decisión desató una ola de críticas, tanto de los colectivos artísticos como de defensores de derechos humanos. Margarita Restrepo, vocera de Mujeres Caminando por la Verdad y cuyo rostro aparecía en el mural, calificó el acto como una revictimización.

El presidente Gustavo Petro también se pronunció, señalando que el arte y la memoria no deben ser silenciados. Max Yury Gil, doctor en Ciencias Humanas y Sociales, calificó la eliminación como una violación al derecho a la memoria y la libertad de expresión.

Este no es el primer caso de borrado de murales en Medellín. La semana pasada, el grafiti “Nos están matando”, símbolo de denuncia contra el asesinato de líderes sociales, fue eliminado y posteriormente restaurado por colectivos artísticos. Estas acciones han reabierto el debate sobre la relación entre arte urbano, memoria histórica y políticas públicas en la ciudad.

Organizaciones como Fuerza y Graffitti han aclarado que estas intervenciones no responden a intereses partidistas, sino a la necesidad de visibilizar el sufrimiento de las víctimas. “La memoria no se borra”, expresaron los organizadores del mural, quienes consideran estas acciones como un ejercicio de resistencia pacífica frente al olvido.

La polémica crece en Medellín, una ciudad donde los murales han sido herramientas de memoria y denuncia. Para muchos, el gris que ahora cubre el mural no solo representa la pintura, sino un intento de borrar la historia y las voces de quienes aún buscan justicia.

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