jueves, octubre 5

¿A dónde van los desaparecidos?

Por: Alexro, magíster en Literatura, caricaturista de Cuarto de Hora y activista político. 


Buenos Aires, Argentina.

Cada que den un paso protestando por las calles de Colombia, exigiendo justamente los derechos, recuerden a los desaparecidos, a los asesinados y a todas las víctimas que va dejando el terrorismo de Estado durante este Paro nacional. Niéguense al olvido, niéguense a la indiferencia, porque todo estará perdido cuando normalicemos la violencia, cuando nos parezca normal que nos arrebaten los sueños y la vida por defender las causas justas.

Según datos de la ONG Temblores, hasta el 8 de mayo se reportaron 548 desaparecidos. Y en su último reporte del 18 de mayo se habla de 51 asesinatos, 18 víctimas de abuso sexual por parte de agentes de la fuerza pública, 2.387 casos de violencia policial y 33 víctimas de heridas en los ojos, en tan sólo 22 días de movilizaciones. Pero el partido de gobierno asegura que todo está bien.

“Están pasando cosas”, “esto está muy caliente”- dice la gente en mi país, quizás contrastando la trágica realidad que ven todos los días en la calle, con las mentiras que sale a decir el presidente en los grandes medios de comunicación. La población sabe decir que las autoridades dialogan de día y disparan de noche, que el horror se extiende hasta la madrugada con un tratamiento de guerra a la manifestación pacífica que, poco a poco vuelve costumbre el estruendo en los barrios y el silencio en las noticias, ese silencio de los grandes canales, el silencio de los alcaldes, el silencio de los famosos y deportistas, el silencio cómplice al fin.

Los colombianos se preguntan ya por los desaparecidos, porque si del abuso policial hablan poco los medios y la autoridad, mucho menos hablarán de las personas que no aparecen. Un hecho de manual si revisamos el proceder de la fuerza pública durante las dictaduras en nuestra América. Por eso, cuando me encontraba dibujando esta caricatura para Cuarto de Hora, se me venían un montón de ideas que el dibujo por su naturaleza de decir mucho en poco me impidió contar, por ejemplo:

La desaparición forzada atemoriza a los ciudadanos, les generarles la sensación de inseguridad y les deja un mensaje como un castigo “ejemplarizante”, tanto para los familiares de la víctima, como para toda la sociedad que se rebela.

Me preguntaba ¿A dónde van los desaparecidos? Y ¿Por qué es que los desaparecen?, como dice la canción de Rubén Blades, que relata la historia vivida durante las dictaduras del continente y que hoy se repite en Colombia. Los periódicos en Argentina todavía buscan los desaparecidos del 76 durante la dictadura de Videla y en las calles, más de 1200 placas por todo el país recuerdan a los militantes desaparecidos por el terrorismo de Estado.

Mientras dibujaba también pensaba que los desaparecidos son, como diría Eduardo Galeano, “muertos sin tumba, tumbas sin muerto, muertos sin cadáveres”. El escritor uruguayo tiene un texto breve pero profundo al respecto, que se titula Por qué desaparecimos los desaparecidos, en su libro, Los hijos de los días, en él relata cómo el general Videla en Argentina explica de manera desalmada que, les convenían más los desaparecidos porque dar por muertas a las víctimas, era estar obligados a responder preguntas como: “quién mató, cuándo, dónde, cómo…“

Y es que las desapariciones implican un doble luto para las familias, el luto de haber perdido un ser querido, el luto de no saber sobre su paradero, si está con vida o no. Un crimen que queda en el tiempo, una herida abierta en el pueblo que no cicatriza, un crimen continuo que se sigue cometiendo hasta no dar con el paradero de las personas. Por eso es que son tan importantes los espacios para la memoria para las víctimas y para la sociedad, pues son un llamado a la reparación y la no repetición, un reclamo de justicia, pero ¿Cómo se va a resolver un crimen si lo investigan quienes lo cometieron? – Diría nuevamente Eduardo Galeano. Con mayor razón el Paro debe continuar de manera pacífica y organizada, ya no sólo tumbando las diferentes reformas de este gobierno descarado, sino rechazando y condenando las violaciones a los Derechos Humanos, hasta que la dignidad se vuelva costumbre.

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