
Este lunes 21 de abril de 2025, a las 7:35 de la mañana, el mundo recibió con profundo pesar la noticia del fallecimiento del papa Francisco, el primer pontífice latinoamericano y jesuita de la historia. Desde la Casa Santa Marta, el cardenal Kevin Farrell, Camarlengo de la Santa Romana Iglesia, anunció oficialmente: “El Obispo de Roma, Francisco, regresó a la casa del Padre. Dedicó toda su vida al servicio del Señor y de la Iglesia”.
El deceso del sumo pontífice ha provocado una oleada de mensajes de amor, compasión y paz en redes sociales, donde millones de fieles, líderes religiosos y políticos de todas las latitudes han expresado su gratitud por el legado espiritual y social de Jorge Mario Bergoglio, quien durante más de una década transformó profundamente la imagen y misión de la Iglesia Católica.
En países como Colombia, donde su visita en 2017 dejó huella profunda, sus palabras cobran un nuevo sentido. Durante su recorrido por Villavicencio, Bogotá, Medellín y Cartagena, Francisco habló de reconciliación, perdón y justicia, en un momento clave para el país tras la firma del Acuerdo de Paz con las FARC. “Cada muerte violenta nos disminuye como personas”, dijo entonces, instando a la sociedad a construir una cultura de encuentro y esperanza.
Su cercanía con los más pobres, su defensa incansable de los migrantes y su llamado constante a no dejarse robar la alegría, especialmente a los jóvenes, se han convertido hoy en frases recurrentes entre quienes lo recuerdan con cariño. “Por favor, escuchen a los pobres, a los que sufren. Mírenlos a los ojos”, fue uno de los tantos llamados que hizo a actuar con compasión y dignidad.
Francisco, que eligió su nombre en honor a san Francisco de Asís —el santo de los pobres y la paz—, impulsó reformas en la Curia, promovió la inclusión de laicos y mujeres, y luchó contra el abuso sexual dentro de la Iglesia. Su encíclica Laudato si’ se convirtió en un hito del pensamiento ecológico contemporáneo, abriendo un diálogo inédito entre espiritualidad y sostenibilidad ambiental.
Tras varios meses de complicaciones respiratorias, agravadas por una neumonía bilateral, el papa Francisco falleció a los 88 años en su residencia del Vaticano. Su despedida, como él mismo pidió, será sencilla. Quería ser enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor, lejos de los fastos de San Pedro, en coherencia con su estilo humilde y pastoral.
Hoy, el mundo católico se despide de un papa que rompió moldes, que eligió los gestos por encima de los dogmas, y que supo guiar con ternura en tiempos de incertidumbre. Las redes sociales, convertidas en una plaza virtual de oración y homenaje, reflejan el impacto global de un líder espiritual que sembró amor, esperanza y paz con cada palabra.
Mientras inicia el periodo de “sede vacante” y se prepara el cónclave que elegirá a su sucesor, millones de personas agradecen su vida con un mensaje unánime: Gracias, Francisco. Tu luz sigue entre nosotros.