Por: Germán Navas Talero y Pablo Ceballos Navas
La mentira es el instrumento de campaña
de los políticos poco escrupulosos.
Cuando escuchamos el nombre de “Fábrica de Mentiras S.A.” supusimos al unísono que se trataba de una fábrica construida con fichas de Lego, pero no, nos frustramos. Esta es una fábrica o mejor, dos fábricas, con únicos propietarios: Néstor y Claudia, que desde el primer hasta el último ladrillo mienten, mienten y mienten; incumplen, incumplen e incumplen.
Tanto es el poder de esa fábrica de mentiras que un connotado político tibio, Sergio Fajardo, en su inocencia dijo que “la persona más importante en la lucha contra la corrupción” era el entonces fiscal Néstor Humberto Martínez. Eso prueba que la mentira se vende fácil y hay quien la compra barata.
Hubo cuatro personas a quienes se les reconoce su investigación en la que ficha a ficha desbarataron parte de la fábrica de mentiras de Martínez y fueron Gustavo Petro, Antonio Sanguino, Roy Barreras e Iván Cepeda. En un debate que debe ser conocido por todos los colombianos, demostraron cómo, quien se decía defensor de la paz, terminó siendo su mayor destructor a punta de investigaciones prefabricadas que como dardos envenenados lanzó contra el ex-guerrillero Santrich, con las que buscaba –como era obvio– afectar el proceso de paz y debilitar a una institución que nos merece toda credibilidad como es la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP).
Se llegó al extremo de aportar coca, al parecer de propiedad de la Fiscalía, para que sirviera como insumo en el sainete investigativo que él y sus secuaces montaron tratando de probar que Santrich estaba actuando como narcotraficante amparado en su condición de reinsertado. Obviamente no solo disparó el ilustre Martínez contra Santrich, sino también contra el chino de La Calle y contra el cítrico general Naranjo (ya sabemos qué clase de frutas agradables son las naranjas). Este ejercicio de maledicencia tenía como principal objetivo a ‘doña Paz’, que ellos –el Centro Democrático y sus demás mariachis– han prometido hacerla trizas y casi lo logran. Otro éxito investigativo de Néstor Humberto fue el del centro comercial Andino, donde terminaron mandando a la chirinola a algunos estudiantes de la Nacional y a otros inocentes parroquianos, a quienes ahora los han tenido que dejar donde siempre debieron estar: en libertad. La habilidad de este ex-fiscal para los montajes de responsabilidad o inocencia son fáciles de mostrar también en la investigación contra Enrique Peñalosa y su combo de concejales, quienes dieron vida a un acuerdo para autorizar las vigencias futuras del metro sin contar con los requisitos que la ley ordena y que cayó en manos del fiscal preferido de Néstor. Hoy duerme en los anaqueles de la FF –Fracasada Fiscalía– con archivo provisional, antesala de la impunidad. Según la providencia del consentido de Martínez, todos los estudios previos, de detalle y de ingeniería estaban, y sin embargo, ahora mismo, están contratando para hacer los mentados estudios. Pero a Pinocho y a Néstor toda mentira se les perdona, con la diferencia de que a Pinocho se le crecía la nariz mientras que a Néstor Humberto lo premiaban con una embajada en España, cortesía de su gran amigo el Presidente.
Cuando a ‘Pino’ Martínez le preguntaban por los dineros de Odebrecht que entraron a las campañas presidenciales hizo como la vaquita de la propaganda, dijo no saber ni mú, y los millones de pesos bailaron de Bogotá a Panamá y de regreso a Brasil sin pasar nada. Se dijo que unos muy buenos amigos de él habían muerto primero de causas naturales, después en circunstancias extrañas, después el dictamen de Medicina Legal dijo una cosa, luego otro dictamen dijo otra y al final dos ciudadanos, padre e hijo, fallecieron al beber agua saborizada con cianuro, lo que se supo después, porque en un principio cualquier sombra de duda la habían ocultado los esbirros de Néstor Humberto. Consejo: cuando vayan a la Fiscalía, no acepten ni un tinto.
Los Pizano, padre e hijo (q.e.p.d) descansan en paz mientras el hijo del comediante busca descansar en la residencia oficial de la embajada en el viejo continente, como gratitud por parte de sus dos exjefes, Duque y el Grupo Aval.
Sobre la pasividad del mentiroso y no del silencio de los inocentes, el sociólogo León Valencia en su columna de Semana dice algo cuya respuesta debe tener Néstor Humberto y es lo siguiente: “el país necesita saber la verdad sobre Tomás y Jerónimo Uribe. Los hijos del expresidente han sido mencionados en doce episodios de corrupción o de vinculación con actos y fuerzas ilegales. […] Quiero creer que son jóvenes ingenuos, con una intensa vida social, a quienes los criminales se les acercaron para utilizarlos en la comisión de sus delitos o para enlodar a su padre por animadversión política.” ¿A qué viene esto? Sencillo. No solo es mentiroso quien afirma lo que no es cierto, también lo es aquel que calla la verdad. ¿Por qué Néstor Humberto nunca investigó la presencia de uno de los hijos de Uribe en Panamá con los directivos de Odebrecht, así como las reuniones que en su momento mantuvo Andrés Felipe Arias con esa empresa, o la de Duque en Brasil, cuando se negoció lo que ya conocemos? Cuando haya que dar una condecoración de mentiras se la daremos al Pinocho Martínez.
Ya que de mentiras se trata esta columna no podemos dejar sin comentario a la alcaldesa Claudia López, quien durante la campaña afirmó que no haría TransMilenio por la Avenida 68. Que no haría TransMilenio por la Carrera Séptima. Que haría un metro por la Carrera Novena, y llegada la hora de la verdad, nos recuerda aquel famoso disco que decía “♪ palabras, palabras, tan solo palabras. ♪”, a lo cual nosotros añadiríamos mentiras, mentiras, tan solo mentiras. Si desea ver un recuento de las mentiras que dijo en campaña, haga clic aquí: https://www.youtube.com/watch?v=_lnCpdlK5-E, acá recordamos una muy especialmente: “Yo no voy a hacer una cosa que se vería así (muestra una foto del TransMilenio por la Caracas), así lo llamen Eco-TransMilenio o el adjetivo que le quieran poner […] no lo voy a hacer ni en la Séptima ni en la 68”.
Si usted antes de ver el video anterior piensa que la fábrica de mentiras es de Navas y Ceballos, encontrará que no es así, que en realidad es Martínez-López. Nosotros no éramos quienes afirmábamos en campaña que había que luchar contra la corrupción, Claudia sí, y cuando fue elegida hizo un contrato donde, según la Contraloría, se dilapidaron miles de millones haciendo estudios que ya deberían estar hechos. También dijo que no habría TransMilenio por la Calle 13 y ya viene en camino. Se lloró, se gritó y se pataleó que no tocaran la Reserva Van der Hammen y ahora, dándole vueltas y revueltas, esta será atravesada y urbanizada. Y los humedales que tanto prometió defender serán víctimas de las retroexcavadoras y asfaltadoras, pero eso sí, “yo estoy en contra de la corrupción”. Hay dos palabras que la gente confunde: testaferro y albacea testamentario. Testaferro se dice de una “persona que presta su nombre en un contrato, pretensión o negocio que en realidad es de otra persona”, en tanto que el albacea testamentario es aquel a quien el causante ha designado como el encargado de que su voluntad se cumpla y se entregue a los beneficiarios de su testamento la cosa o cantidad que él haya determinado, en otras palabras, Claudia es la albacea testamentaria de Enrique Peñalosa y por eso terminó haciendo todo lo que él en mente tenía y en contratos había dejado anticipado.
Todo lo que está haciendo la alcaldesa López lo venía planeando o barruntando Enrique Peñalosa. Hábilmente les cambia los nombres a las cosas, por ejemplo, lo que era TransMilenio liviano por la Séptima ahora es “Corredor Verde”. Con el escándalo de la Contraloría ¿qué dirán los miles de tontos que firmaron la campaña de los verdes contra la corrupción? Porque parece que los verdes ni colorados de la pena se pusieron ante las revelaciones del órgano de control que salpican a Claudia.
“Yo conozco a Claudia.
A Claudia conozco,
Yo conozco a Claudia
Por su modo e caminar”
-En la voz de Noel Petro-, otrora canción de moda y ahora también lo es.
Y finalizamos con la última mentirita de NHM, en la que afirma que no hubo “Ni entrampamiento ni droga de la Fiscalía”, de acuerdo con lo publicado este fin de semana en el diario El Tiempo; sin embargo, según la emisión de Noticias Uno del pasado domingo 29 de noviembre, “el 16 de mayo de 2019 en entrevista con RCN Radio, así explicó Martínez Neira la operación de entrampamiento: “la Fiscalía participó en una entrega controlada de cinco kilos de cocaína con que se inició este operativo en un hotel de Bogotá””. Y expone dicho noticiero un documento de la Fiscalía firmado por la fiscal Bertha Cecilia Neira Díaz, en el cual se lee: “… y se dispone a realizar entrega controlada, la cual se materializa el 01 de noviembre de 2017 al recibir un contenedor con cinco kilos de sustancia Estupefaciente Cocaína…”
¿Hasta dónde le podrá crecer la nariz a Pinocho?