Por David Flórez / twitter: @DavidFlorezMP.
A pesar de todo el dolor producido por el asesinato y los embates autoritarios, en Colombia estamos ante un cambio político de signo progresista en curso y el Uribismo que hoy gobierna mas por la fuerza que por la capacidad de producir grandes consensos sabe que no puede detenerlo en democracia, por eso la ataca y la repele, así sea en su acepción mas limitada, formal y procedimental.
El nuevo capítulo de este ataque se encuentra en el abierto desacato por parte del gobierno de Iván Duque al histórico fallo de tutela proferido por la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia, en el que obliga a diferentes poderes públicos a tomar medidas para garantizar el Derecho a la Protesta y al ministro de Defensa a pedir disculpas por los excesos de la fuerza pública, especialmente del ESMAD por diferentes hechos pero en particular por lo ocurrido durante el paro nacional del 21 de noviembre del 2019, disculpas que por supuesto nunca llegaron.
Este hecho que algunos han intentado minimizar y otros hacen grandes esfuerzos por normalizar es absolutamente grave, puesto que es un golpe al corazón del Estado de Derecho, el cual supone la sujeción de todos los ciudadanos y especialmente de los funcionarios públicos a la Constitución y la obligación de acatar los fallos producidos por el poder judicial. Cuando un Presidente desacata un fallo judicial palabras más palabras menos lo que dice es que a la Constitución le importa un pito y que quiere atropellar los Derechos fundamentales de los ciudadanos sin tener ningún tipo de control o consecuencia. ¿A que les suena eso?
Otro elemento central en una democracia y que recuerda el fallo de la Corte es que no solo las fuerzas militares y de policía deben ser respetuosas de los Derechos Humanos, sino que el poder militar debe estar sujeto al poder civil, elementos que claramente van en contravía de las necesidades del Proyecto Político del Uribismo y de lo realizado por el Gobierno de Iván Duque.
Por eso es que hemos visto es al presidente vestido de policía legitimando la masacre de 13 ciudadanos cometida en Bogotá y Soacha el 9 y 10 de septiembre, a un Ministro de Defensa defendiendo el uso de armamento letal contra la ciudadanía inerme, a un Gobierno Nacional usando de forma abusiva y mal intencionada los poderes especiales del estado de emergencia y fallos recientes de diversos tribunales para afectar las competencias que Alcaldes y Alcaldesas tienen sobre la Policía, tal y como ocurre con el Decreto 418 de 2020 y el reciente intento de consagrar vía “protocolo” la autonomía de la policía y el ESMAD en relación a las alcaldías.
El mensaje para los sectores más retardatarios de la Policía no podía ser más claro: Hagan lo que quieran. disparen, agredan, extorsionen, asesinen. El Gobierno Nacional los respaldara.
Otro elemento que trae a rabiar a Iván Duque, Holmes Trujillo y muchos más es que la Sentencia plantea un elemento simple pero potente: La protesta social pacífica es un Derecho indispensable en una democracia y los diferentes gobiernos deben dejar de estigmatizar y no sólo están obligados a ejercer neutralidad frente a las protestas sino también a garantizar las condiciones para que estas puedan realizarse.
Este postulado que pareciera elemental rompe con la narrativa indispensable para la supervivencia del Uribismo, mediante la cual se asume y se entiende todo ejercicio de protesta y movilización social como parte de una amenaza terrorista, que no debe tratarse como un problema político sino como un problema de índole militar, por ende sus promotores deben ser perseguidos, judicializados y no en pocas ocasiones asesinados. Elemento que claramente requiere un gobierno de carácter de mano firme y corazón no tan grande.
Si efectivamente se entiende la protesta como un elemento central para una Democracia y no como parte de una conspiración de las insurgencias armadas, se legitiman las innumerables razones que existen para protestar en Colombia y se entraría en una fuerte discusión sobre las responsabilidades del actual Gobierno en los elementos que tienen a miles de personas especialmente a Jóvenes en actitud de movilización permanente. ¿Cuál es la responsabilidad del Gobierno en el desastroso manejo de la pandemia del Covid 19? ¿Cual es la responsabilidad del Gobierno en el aumento de las masacres y asesinato de lideres sociales? ¿Cual es la responsabilidad de Iván Duque en el aumento exponencial de la Violencia Policial? Son preguntas que deberían responderse y a las cuales deberían abiseles un espacio para un Diálogo formal entre la Ciudadanía y el Gobierno Nacional.
En su camino a la dictadura el Uribismo ya utilizó los poderes del estado de emergencia, anuló al congreso mediante su bancada mayoritaria y la virtualidad injustificada, ya tomó la Fiscalía, La Procuraduría y la Defensoría del Pueblo, solo le quedan por derribar las Cortes y la Protesta social. Con el desacato al fallo y otras acciones asesta un duro golpe a estas dos y por ende a la Democracia en su conjunto.
Hay que abrir los ojos, estos ataques no son respuestas aisladas de un Gobierno vacilante como creen algunas y algunos, por el contrario corresponden al seguimiento estricto del mismo libreto de Trump, Bolsonaro y fascistas de otras latitudes, sabe el Uribismo que para mantenerse en el poder debe dinamitar los elementos constitutivos de la democracia, quitarlos de la cabeza y del Corazón de millones de personas, hacer ver la Constitución como un exceso que impide la seguridad de la propiedad, diezmar al máximo el control y el alcance de los fallos de las Cortes, así mismo soportarse en unas fuerzas militares y de policía desaforadas que repriman hasta la muerte cualquier asomo de protesta ciudadana, sobre todo si es realizada por la Juventud Inconforme y por supuesto apelar a la exaltación del fascismo social que anida en importante sectores de la sociedad Colombiana logrando con esto tambien radicalizar sus bases electorales para el 2022.
Y si alguien tiene alguna duda de lo que pasa en Colombia que me diga si la policía hoy no se comporta como Las Camisas Pardas de la Alemania de 1930, si algo nos enseña la historia es que las coincidencias pocas veces son casualidad.
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