domingo, octubre 1

Repensar el concepto de seguridad, una necesidad urgente

Los últimos días han sido fructíferos en lo que refiere a generación de noticias en Colombia.  Pero hay una que resalta especialmente y es la detención domiciliaria del expresidente y hoy senador Álvaro Uribe Vélez. Quienes asumen su defensa mediante el ataque a la Corte Suprema de Justicia tienen en común en sus argumentos que el expresidente garantizó la seguridad del país y además arguyen que la estrategia de “Seguridad Democrática” fue todo un éxito que salvó a Colombia del comunismo. Solo para citar un ejemplo tenemos a Claudia Palacios quien escribió “que la justicia eventualmente llegue a probar que Álvaro Uribe es culpable no solo de determinar el soborno a unos testigos, sino masacres y conformación de grupos paramilitares, jamás lo despojará de ser quien les devolvió la seguridad a miles de colombianos de todas las clases”.

Dicho en otras palabras, para los adeptos de Uribe: el fin justifica los medios. Una circunstancia relevante y preocupante, que sin duda, merece toda atención y justifica el análisis profundo del concepto de “seguridad”.

El Plan Nacional de Desarrollo del 2002, en el primer gobierno de Uribe, definía Seguridad Democrática como “el ejercicio de una autoridad efectiva, que sigue las reglas, contiene y disuade a los violentos y está comprometida con el respeto a los derechos humanos y la protección y promoción de los valores, la pluralidad y las instituciones democráticas.” (https://pares.com.co/2019/08/20/la-seguridad-democratica-de-uribe-un-saldo-en-rojo/).

Hoy sabemos por la evidencia de los hechos que los sectores que detentan el poder impusieron la autoridad a través de estrategias violadora de los derechos humanos implementadas por las fuerzas armadas y de grupos paramilitares, que no siguieron las normas legales para conflictos armados internos, que no disuadieron a las fuerzas insurgentes que ese gobierno llamaba “violentos” cuando todos los actores del conflicto usaban eso, violencia, y nunca se comprometió con el respeto a los derechos humanos ni con la promoción de valores democráticos, porque usaron el poder estatal para asesinar civiles a través de ejecuciones extrajudiciales o mediante viles masacres por parte de los paramilitares, lo que demuestra que nunca hubo intención de respetar la pluralidad, ingrediente esencial de la convivencia democrática.

De lo que se trató fue de implementar un concepto patriarcal de seguridad que implica control y poder. Control del territorio, control social de quienes habitan en él, control de su diario vivir a los cuales les pueda ser impuesto el poder vertical y autoritario de quienes lo detentan en diversos campos, en el político, en el económico, en el social, en el cultural, en el sexual, etc.

Frente a esa concepción patriarcal de la seguridad se hace necesario confrontarla con otra concepción, el de la seguridad humana. Este concepto surgió en el Informe sobre Desarrollo Humano de la ONU de 1994 (http://hdr.undp.org/sites/default/files/hdr_1994_es_completo_nostats.pdf). Allí había un capítulo titulado “Nuevas dimensiones de la seguridad humana”. Se pretendía darle un alcance más amplio al concepto tradicional de seguridad que se centra fundamentalmente en la seguridad territorial de los estados frente a amenazas militares. El mismo informe define seguridad humana de una manera muy pedagógica. Dice así:

“En definitiva, la seguridad humana se expresa en un niño que no muere, una enfermedad que no se difunde, un empleo que no se elimina, una tensión étnica que no explota en violencia, un disidente que no es silenciado. La seguridad humana no es una preocupación por las armas: es una preocupación por la vida y la dignidad humanas.”

Y en el mismo texto se dividió la seguridad humana en siete áreas:

  1. Seguridad económica: ingreso básico asegurado por lo general como resultado de un trabajo productivo y remunerado.
  2. Seguridad alimentaria: acceso tanto físico como económico a los alimentos básicos.
  3. Seguridad en materia de salud: acceso a la asistencia de salud, la higiene, los alimentos y el agua para una vida sana.
  4. Seguridad ambiental: poder vivir en un entorno libre de desastres, en un entorno ecológico saludable y sostenible.
  5. Seguridad personal – vivir sin riesgo de violencia perpetrada por estados o individuos, tanto en el ámbito público como en el privado.
  6. La seguridad de la comunidad: no ser perseguido por motivos religiosos, culturales o étnicos.
  7. Seguridad política: el derecho a disfrutar de los derechos humanos y a expresarse libremente.

Es importante señalar que las siete áreas suelen estar estrechamente interconectadas. Por ejemplo, es difícil lograr la seguridad alimentaria sin seguridad económica y la seguridad en materia de salud es difícil alcanzarla sin seguridad alimentaria y seguridad ambiental.

Esta visión de seguridad nos ayuda a cuestionar ese enfoque tradicional de la seguridad en donde tanto los recursos como las decisiones políticas se centran en cómo las Fuerzas Armadas pueden proteger a la nación de posibles amenazas externas, principalmente a través de medios militares. Se hace evidente el conflicto entre esas visiones retardatarias de la seguridad como la llamada “seguridad democrática” – que de democrática no tenía nada-  y la seguridad humana.

La idea de garantizar primero la existencia de una nación con un ejército que sustenta su poder en el uso de las armas está íntimamente vinculada a una muy cuestionada y estrecha visión de masculinidad. Es una postura exactamente opuesta de la seguridad humana. Si se aplicara la perspectiva de la seguridad humana sería impensable dedicar en el presupuesto nacional 42,7 billones de pesos para la defensa y la Policía y solo 35,3 billones para el sector de salud que ha mostrado como nunca antes su incapacidad de garantizar el derecho de salud a lxs colombianxs.

Otro beneficio de asumir el concepto de la Seguridad Humana es que nos permite cuestionar cómo priorizamos los recursos de la sociedad para promover la seguridad no solo en Colombia sino en el mundo, y qué instrumentos y acciones realmente la garantizan que deben ir más allá de la noción demasiado estrecha y simple de paz como “la ausencia de guerra”. La garantía a la seguridad humana es una garantía para la paz, una garantía para el cumplimiento de los derechos sociales y económicos de los habitantes del país y un instrumento para el respeto a los derechos de la naturaleza.

 

Jaime Gómez Alcaraz

Analista de política internacional

Artículo de opinión que refleja exclusivamente los puntos de vista de su autor y no compromete el pensamiento o la opinión de Cuarto de Hora.

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