OTRO 9 DE ABRIL

Por:  Juan Luis Vega Salazar

Lo acontecido en Bogotá el mediodía del 9 de abril de 1948 marcó el curso de una Colombia que no logra superar ese hecho por la siguiente razón: los actores en escena son, hoy en día, exactamente los mismos de aquel entonces: una oligarquía que no se entera de su anacronismo, una estructura económica macro de tipo neofeudal que sostiene un sistema social injusto, y un pueblo dividido entre una clase trabajadora, y otra que se cree de mejor familia por la ilusión que les genera un mayor poder adquisitivo. Ambos grupos no viven más que de la fuerza de su trabajo.

No se supera aquella tragedia en Colombia además porque, durante todos estos años, se nos han venido aplicando innumerables nueves de abril, amontonando así magnicidios que han acabado por sembrar una especie de resignación aletargada, apenas avivada por una que otra chispa que, de manera inmediata, se ve apagada por las fuerzas de control del establecimiento.

Como bien lo indican las reglas de la experiencia, el statu quo colombiano no le permite largas a ningún fenómeno político de envergadura. Prueba de ello es el hecho incontestable de que, desde el inicio de la república, las élites han implementado prácticas paramilitares para cortar de raíz cualquier posibilidad real de cambio, procedimientos todo enfocados a mantener y tratar de perpetuar una dinámica de dominación que se muestra justificada en el plano civil a través del eufemismo de pluralidad, inclusión y participación que devino con el desmantelamiento de los grandes partidos en favor de una pluralidad de movimientos políticos, los que con su vulgar y abierto clientelismo le hacen el juego al establecimiento, burlando con ello la verdadera esencia de la democracia.

Estamos hoy en una situación sociopolítica similar a la del 48. Sobre la mesa están, como en aquel entonces, fundamentalmente dos propuestas: una que promueve un cambio de rumbo para el país, y otra que se define por el lema “cambio, para que todo siga igual”, con el que, sobra decir, las élites y sus estructuras políticas están ya alineadas. En ese orden de ideas, sólo hay tres escenarios posibles, los cuales paso a describir desde el mejor, hasta el que nos han impuesto desde siempre. 1. Que se permita el ejercicio de la democracia y que se imponga la voluntad de las mayorías. 2. Que se quebrante la democracia y se roben las elecciones con plata o trampa. Y, 3. Que se elimine al caudillo para dejarle vía libre a los que queden. Igual cualquiera de ellos sirve para lo mismo.

Como ciudadanía no nos queda más que confiar en aquello que está en nuestras manos, esto es, salir en defensa de la patria que queremos a través de una participación activa y masiva en las urnas el próximo 29 de mayo.

Quiera la providencia que no nos arrebaten de nuevo la esperanza de ver un país distinto. Colombia no merece otro 9 de abril, y, francamente, tampoco creo que lo resista.

1 Comment on "OTRO 9 DE ABRIL"

  1. Viví de niña la expropiación, el desalojo, la injusticia social de los mismo partidos de ultraderecha. Cómo gran cosa no nos mataron, nos desalojaron y expropiado todas las propiedades de mis padres. Nos sacaron a los 8 hijos y a mis padres con una mano adelante y otra atrás y «premiados con el Derecho a la vida» fué la ultraderecha recalcitrante que hoy continúan en el poder, asesinan campesinos e indígenas por sus tierras,, hasta fabricaron más de 100 notarias de turno, para traspasar tierras a los paramilitares y terratenientes. Y NO PASA NADA!

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