Histórico acuerdo de paz entre Estados Unidos y los Talibanes

Por AFP

Tras casi dos décadas de guerra y más de un año de negociaciones, EEUU y los talibanes firmaron ayer en Doha un histórico acuerdo de paz, pero varios analistas advierten de que es sólo el primer paso de un largo recorrido, a falta de que se implemente y de un pacto entre insurgentes y Gobierno afgano

El acuerdo de Doha prevé la retirada de unos 5.000 efectivos -de los entre 12.000 y 13.000 que EEUU tiene desplegados en Afganistán- en un plazo de 135 días, el compromiso de los talibanes con que el país no sea utilizado para lanzar ataques contra otros estados y el intercambio de miles de prisioneros, tanto insurgentes como de las fuerzas afganas.

El acuerdo reducirá la intensidad del conflicto, pero el analista del centro de investigación afgano Rana, Safiullah Mullakhil, vaticinó que la guerra continuará durante meses, incluso un par de años, porque algunas facciones de los talibanes y del Gobierno de Kabul tratarán de meter cizaña al ver sus intereses en juego.

La parte más difícil

 “La rúbrica del pacto, cuya preparación llevó más de un año, es la parte fácil. Cómo las dos partes lo implementarán y lo respetarán, esa es la parte difícil del proceso”, explicó a Efe Mullakhil, al presagiar “problemas y puntos muertos” en su puesta en marcha.

A ello se suma que todavía queda un largo proceso de negociación entre los insurgentes y el Gobierno de Ashraf Ghani, pues los talibanes han insistido en que hasta que no se firmase un acuerdo con Washington no se sentarían a la mesa con las autoridades afganas, a las que consideran “marionetas de los invasores”.

La formación de un equipo negociador afgano ha causado polémica y rencillas, pues partidos y políticos temen que el Ejecutivo escoja a sus miembros de forma unilateral sin incluir representación de todos los sectores del país.

En términos generales, para Mullakhil el diálogo con el Gobierno afgano supone la parte más difícil.

“Los estadounidenses sólo lucharon y vieron a los talibanes desde sus bases, vehículos blindados y desde el cielo (…) Los afganos vivieron bajo el régimen talibán, comprobaron la violencia de los talibanes y tienen que vivir en el mismo país con los talibanes”, dijo, consciente de que un entendimiento intra-afgano llevará tiempo. Sin embargo, aunque habrá altibajos y puede que tome años, el analista opina que ambas partes, cansadas de décadas de una guerra que no pueden ganar militarmente, acabarán encontrando una solución.

Andrew Watkins, del centro de análisis de conflictos Crisis Group, también ve muchos desafíos para el futuro proceso con el Gobierno de Ghani que, además, se encuentra al borde de una crisis política con el segundo candidato más votado en las recientes elecciones presidenciales negándose a acatar los resultados. “Esto tiene el potencial de interferir, distraer o retrasar el comienzo de las conversaciones afganas”, advirtió.

Desconfianza

Lo cierto es que el paso fácil, la firma entre Washington y los talibanes, ya ha costado tiempo y esfuerzo, con los dos bandos mostrando una completa desconfianza hacia el otro. La Administración estadounidense ha accedido a retirar menos de la mitad del personal que mantiene en Afganistán en el marco de la misión de la Otan de capacitación a las tropas afganas y tareas antiterroristas.

Por su parte, los insurgentes se han negado a implementar un alto el fuego y en su lugar han optado por una reducción de la violencia de una semana, que se cumplió la pasada medianoche sin sobresaltos y que pretendía poner a prueba su compromiso con el proceso.

“Tanto los talibanes como EEUU en lugar de hacer grandes compromisos de mucha envergadura o compromisos que cumpliesen totalmente con los intereses de la otra parte, han cedido en algunas cosas pero se han resistido en otras”, estima Watkins.

Retos y amenazas

La verdadera fase del proceso de paz aún no ha arrancado y quedan muchos más pasos que dar. En este contexto,  son muchos los actores afganos y de la región que podrían intentar hacer descarrilar el proceso.

Con la derrota del grupo yihadista Estado Islámico (EI) en su principal bastión en el este de Afganistán, los extremistas no supondrían un obstáculo para la paz, pero sí podrían serlo futuras escisiones de los talibanes por desacuerdos sobre el proceso.

Aunque algo similar ocurrió en 2015 tras conocerse la muerte del fundador del movimiento, el mulá Omar, en aquella ocasión por falta de consenso sobre su sucesor. A raíz de aquello, señaló Watkins, los talibanes han hecho de su unidad una prioridad y lo han logrado.

Otros han hablado incluso del peligro de que haya una guerra civil tras una eventual retirada de las tropas internacionales, como sucedió con la salida de los soviéticos de Afganistán en 1989. “Siempre existe la posibilidad”, apuntó el experto.

Los puntos del acuerdo de paz

1. Diálogo.  Los talibanes se han comprometido a iniciar el 10 de marzo negociaciones de paz con el Gobierno afgano, el siguiente paso para poner fin a la guerra y un proceso durante el que se tratará la implementación de un alto el fuego “permanente e integral”.

2. Salida de tropas. EEUU está comprometido a retirar de Afganistán sus fuerzas militares, aliados y socios de la coalición, incluyendo al personal civil no diplomático, contratistas privados de seguridad, instructores, asesores y personal de servicio de apoyo en un plazo de 14 meses. En los primeros 135 días, se reducirán los efectivos a 8.600 y saldrán los militares de cinco bases.

3. Sanciones. Washington también se ha comprometido a revisar las sanciones y recompensas por la captura de los miembros del grupo insurgente, que espera sean retiradas para el 27 de agosto, una de las principales demandas de los talibanes desde incluso antes de iniciarse el diálogo.

4. Prisioneros. El acuerdo de paz estipula que unos 5.000 prisioneros talibanes serán puestos en libertad, mientras que los insurgentes harán lo propio con 1.000 miembros de las fuerzas de seguridad afganas para cuando comience el diálogo entre afganos el 10 de marzo.

5. No será base. La formación liderada por el mulá Haibatullah deberá garantizar que Afganistán no sea utilizado por ningún grupo terrorista, incluida Al Qaeda, para lanzar ataques contra Estados Unidos y sus aliados. Tras los atentados del 11-S, que causaron casi 3.000 muertos en

EEUU, los talibanes, entonces en el poder en Kabul, se negaron a entregar al fundador de la red terrorista Al Qaeda, Osama bin Laden, que se escondía en Afganistán.

Para evitar que se repita esta situación, los insurgentes adoctrinarán a sus filas para que no se asocien con individuos que supongan una amenaza a la seguridad estadounidense y les queda prohibido acoger a ninguno de ellos.

Finalmente, deberán tratar a los refugiados y solicitantes de asilo en el país asiático según las leyes internacionales y no expedirán visados ni documentos legales para entrar en Afganistán a aquellas personas que supongan un peligro para EEUU. EFE

¿Quiénes son los talibanes?

Los talibanes permanecieron durante cinco años en el poder en Afganistán hasta 2001 cuando fueron expulsados por la coalición liderada por Estados Unidos. Hace 18 años libran una guerrilla incesante contra las fuerzas armadas afganas y las tropas internacionales que las apoyan. Son un movimiento islamista radical de credo sunita, cuya rebelión buscaba expulsar a los ocupantes extranjeros, derrocar al gobierno al que no reconocen legitimidad alguna y restablecer el “emirato islámico”. Mientras estuvieron en el poder, fueron acusados de violar los derechos humanos con la imposición estricta de la ‘sharia’, la ley islámica. Realizaron ejecuciones públicas, lapidaciones, de mujeres acusadas de adulterio y amputaban manos a las personas reconocidas culpables de robo. En 2001 provocaron la indignación internacional al destruir las estatuas de Buda de Bayimán, de 1.500 años de antigüedad.

Dieron refugio a Al Qaida, lo que reforzó su estatus de parias. Solo tres países, Pakistán, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, reconocieron este régimen. En diciembre de 2001, tras su rechazo a entregar a Osama bin Laden tras los atentados del 11 de septiembre, una coalición liderada por Estados Unidos y fuerzas de la Alianza del Norte los expulsó del poder. Desde entonces libran una guerrilla incesante contra fuerzas gubernamentales y extranjeras.