Por: Germán Navas Talero y Pablo Ceballos Navas
Editor: Francisco Cristancho R.
Nadie sabe para dónde coger en política. Los conservadores quieren innovar; los liberales quieren mantener, y hay uno que otro que se pone apodos como ‘nuevo’, aunque sean una calca del pasado. Ni ellos ni los electores –de quienes pretenden su apoyo– saben para dónde van. Con pesar observamos que la tendencia persiste para estos comicios: la política es de oportunidades y de nombres, razón por la que aún existen turbayistas, carlistas, albertistas y vargaslleristas. ¿Tienen alguna idea para mejorar la vida de los ciudadanos? Ninguna, a ellos les basta con ser elegidos.
Ya vemos como Luis Carlos Galán fue liberal en sus comienzos, de allí pasó a ser militante contra el liberalismo en el ‘Nuevo’ Liberalismo, pero cuando este movimiento ya había cuajado y, después de una conversación con Turbay, vuelve al liberalismo, y en este se encontraba cuando los sicarios lo asesinaron. ¿Cuál fue su ideología? Pues diáfana no fue; puede que haya sido turbayista arrepentido o liberal innovador, según quién lo examine y cuándo lo haga. Ahora sus hijos preconizan el Nuevo Liberalismo y se comportan como dueños y señores de esta colectividad, haciendo del movimiento de su padre uno en defensa del neoliberalismo, quizá por confusión con la primera palabra de su nombre. Hemos escuchado que no son pocos quienes apoyan la candidatura de Carlos Fernando Galán porque “el papá de él era buena gente”, a ellos les pedimos que revisen la trayectoria y las credenciales de quien aspira al cargo, y no busquen en él la herencia del padre, porque verán frustradas sus expectativas.
Otra cosa que ha movido tierra por estos días es la designación para magistrados de las Altas Cortes. Desafortunadamente el modelo contenido en la Constitución de 1991, que buscó acabar con la cooptación, atribuyó a los magistrados en propiedad un poder eminentemente político y en consecuencia los vinculó a toda suerte de intereses. Apena ver a unos cuantos togados tan politiqueros como sus vecinos del Capitolio, haciendo cálculos y definiendo estrategias para emitir votos ‘útiles’ en favor de uno u otro candidato, según cuántos puestos tiene para entregar y en qué está dispuesto a ‘ayudar’. Como si fuera poco con la mano de algunos magistrados, senadores y representantes se aparecen por los bordes recogiendo lo que dejan en la conformación del personal de despacho. No queda sino preguntarse, ¿están eligiendo un juez o una palanca? Con una frecuencia que preocupa se encuentra uno familiares de un magistrado en el despacho de otro y viceversa, o un recomendado en la oficina del magistrado de tribunal. No pretendemos decir que todos los magistrados obran así, de hecho son pocos, pero las consecuencias son perniciosas y su conducta es el producto de un sistema mal estructurado que lo permite y lo incentiva.
Con la terna promovida por el presidente Petro para ocupar un asiento en la Corte Constitucional comienzan las movidas en el Congreso. A nuestro juicio, los tres perfiles son buenos en tanto candidatos a ocupar un cargo, a quienes se les puede –y se les debe– criticar como a cualquier ser humano, pero cuyas calidades éticas y profesionales no pueden ponerse en entredicho por la simple “razón” de ser partidarios del Presidente de la República. Con el perdón de nuestros lectores, encontramos estúpido –por ser indicativo de una comprensión exigua y tendenciosa de la magistratura– la postura según la cual el jefe de Estado no debía presentar los nombres de sus “amigos”, trabajadores y/o extrabajadores del gobierno, para proveer la vacante en la Corte Constitucional. Sus antecesores aquí y acullá han nominado a personas afines a su proyecto político para las Altas Cortes, piénsese por ejemplo en la designación de Ketanji Brown Jackson, jurista liberal propuesta por Joe Biden para ocupar una banca en el Tribunal Supremo de Estados Unidos y electa por el Senado. En fin, nada de extraño, de injusto o de irregular en la terna de Petro.
–Cambiando de tema– Llamó nuestra atención un tuit del representante David Racero, que por atinado transcribimos íntegramente a continuación: “Dos campañas iguales: mentira y bajeza. Cambio Radical y ese sector del Verde, cada vez más parecidos. En la lógica de Catherine Juvinao (que apoya a su pupilo Sastoque) los “extremos se atraen”, terminan siendo lo mismo.” El juicio de Racero no tiene pierde, porque el Verde terminó optando por la estrategia de Cambio Radical para conservar el poder: conseguir puestos y controlar votos con cargos en el sector público. En ninguno de estos dos partidos importa la ideología; pueden concurrir uno en favor y otro en contra del gobierno, un ateo y un ultraconservador, un pro-aborto y un anti-derechos, y así sin mayor problema. Cuando uno se acerca al Verde se da cuenta de que pocos están en su punto y la mayoría están biches o podridos.
Es curioso que Sastoque, quien se precia de ser ‘el concejal más joven de la ciudad’, manifieste que no tiene recursos para su campaña al tiempo que invadió las vías con enormes vallas en las que denosta –sin prueba– al Pacto Histórico, esta última una conducta prohibida que ya fue puesta en conocimiento de la autoridad electoral. Además de decepcionante y tramposo, el joven concejal salió mentiroso. En las últimas horas Sastoque se adhirió a la campaña de Juan Daniel Oviedo, candidato que a la fecha ha gastado una millonada en hacerse elegir, más que cualquiera de sus contrincantes, al igual que su nuevo socio.
Hablando de verdes, debemos destacar por excepciones en su partido y excepcionales en su trabajo al congresista Inti Asprilla y al concejal y candidato para la reelección, Diego Cancino. Ambos hombres de izquierda, opositores formados y consistentes a la alcaldía de Claudia López, siempre fieles a sus ideas y conscientes de la responsabilidad que les ha sido depositada. Esperamos seguir viéndolos y escuchándolos en sus respectivos foros públicos.
Adenda: una reunión de gente distinguida está retratada en la foto que se ve a continuación. De izquierda a derecha: Juan Roberto Vargas, director de Noticias Caracol; Iván Duque, entonces candidato presidencial por el Centro Democrático; Carlos Felipe Mejía, otrora senador por el Centro Democrático; y César Giraldo, alias Calzones, presunto determinador de un plan para asesinar al entonces rival de Duque y ahora presidente de la República, Gustavo Petro.