lunes, marzo 17

Residente y J Balvin, con los del sótano del infierno

Por: Yeyron Valencia

Para empezar, quiero que sepan que soy salsero, tanguero, hiphopsero, bolerista y hasta reguetonero. Y de éste último género, es solo escuchar un tema de J Balvin para empezar a mover el culo. Bueno, pero esto no significa que pierda mi objetividad para analizar las cosas que pasan, porque en este aspecto, por un lado, va el culo y por el otro el cantante.

Hoy quiero que filosofemos sobre el reguetón y el sentido de la vida; porque después de que el cantante Residente le cantara la tabla a su colega J Balvin y lo dejara estripado como salchicha entre perro caliente, analicé las reacciones y contrasté lo poco que conozco personalmente de Balvin y su familia, y se suscitó en mí, profundas reflexiones con la vida.

La primera la llamé la epistemología de los oportunistas. Y es que más de uno se creyó con el nivel internacional de la música urbana para intervenir en la trifulca y ver cómo arañaban un poco de protagonismo; tal es el caso de la cuenta chistes criolla Alejandra Azcárate, quien saltó en defensa del interprete paisa con un mensaje en twitter, al que luego le hizo todo el lobby para que los medios de comunicación le hicieran eco. Se entendería mejor, si la cuenta chistes hubiera intervenido, por ejemplo, en la polémica entre el arrogante Juan Ricardo Lozano, alias “cuenta huesos” y Nelson Polanía, alias “Polilla”, quienes se agarraron también en la misma semana cuando polilla le cantó la tabla al “cuenta huesos” para que superara la echada que le metieron del programa de Caracol Tv, “Sábados Felices” por ser tan “buen compañero”.

Bueno, pero no nos digamos mentiras, porque lo mejor que hubiéramos entendido, sería si la cuenta chistes Azcárate se animara a hacer un monologo en la fiscalía, que aunque no ayude mucho por la clase de fiscal que tenemos que apoyar la impunidad a los simpatizantes de su partido Centro Democrático; al menos sí ayudaría a dejar un precedente por el tráfico de drogas en el que es hoy protagonista su esposo; allí su declaración sí es realmente aclamada y valiosa; pero no en un escenario donde combina más comer arroz con chicle, que ella en medio de la polémica entre el cantautor Residente y el intérprete J Balvin.

Pero salgámonos de este pasillo del sótano infernal y vamos para otro pasillo que me condujo a una nueva conclusión filosófica a la que he llamado: La epistemología de las apariencias. Así como Residente dejó al desnudo la indiferencia ante las causas sociales, el egoísmo y el materialismo asfixiante de su colega, dejando en evidencia las 20 personalidades de las que está compuesto Balvin; así mismo vimos cómo otros distinguidísimos de la doble moral, salieron en su defensa; senadores y otros lagartos con rabo de paja que le dieron su apoyo, destacando entre ellos un beneficiario de la impunidad de la justicia por el caso Odebretch y las chuzadas ilegales, como el señor precandidato presidencial Oscar Iván Zuluaga, quien publicó una foto en sus redes sociales comiéndose un perro caliente y declarándose reguetonero de pura cepa, en vez de chuparse una paleta Drácula que le va más con la cara. ¡Vaya! las cosas que hay que ver en época preelectoral.

Finalizando mi reflexión filosófica, puntualizo la tercera conclusión llamada: La Epistemología de la solidaridad. Para ello quiero empezar dejándole claro a ese señor Puertorriqueño “Residente”, que no se crea que por haber llevado a “Los gaiteros de San Jacinto”, ese grupo de folklor colombiano que no tenían ni para un tinto, con todos los gastos pagos, incluidas las visas, a las Vegas EEUU a recibir un Grammy; o que por solidarizarse con la gente de Colombia en sus protestas masivas por sus derechos; o que por haber ayudado a un familiar del colombiano Lucas Villa a pagar un neurocirujano para que lo atendiera; y que a J Balvin nada de esto ni se le pasaría por la cabeza siendo colombiano; usted señor Residente, ¿ya se las creyó que se ganó el cielo, o que es mejor persona? Debería concentrarse más bien en facturar y bajar la registradora como su colega, en vez de estar abriendo la caja para malgastar en cosas sin importancia.

No ataque más señor Residente o ¿A caso usted se cree perfecto? ¿Acaso nuestra humanidad no está compuesta por luces y sombras? O ¿cree que J Balvin es de otro planeta para ser la excepción de esta condición humana?

Para dar muestra que J Balvin tiene grandes luces, le podría mencionar solo algunas bondades de la valiosa familia que tiene, a la que conozco de cerca, que aunque el intérprete Balvin los ha olvidado, siempre serán lo mejorcito que tiene.

Por ejemplo, su tío Gustavo Osorio, hermano de don Álvaro, el padre de J Balvin, es un hombre admirable, padre y amigo ejemplar, profundamente reflexivo con las necesidades sociales y consecuente con su discurso, desprendido de lo material, que aunque no le sobre, siempre es de un corazón generoso. Los hijos de Gustavo, primos hermanos de J Balvin igualmente excepcionales; solidarios y de un humanismo auténtico como les enseñaron sus padres. Y ni qué hablar de su abuela paterna doña Ana, la viejita que J Balvin nunca visitó ni en el lecho de su muerte. Una poetisa con un talento extraordinario para declamar y a la que tuve el privilegio de escuchar y disfrutar hasta sus últimos días.

Estas son grandes luces, y es por todo ello que no entiendo la razón de Residente para atacar a J Balvin. ¿Y con esto aún piensa que le faltó formación en valores desde casa que le ayudara a entender que hay cosas más valiosas que el dinero? ¡Bagg!

Tener el privilegio de poseer un don o una ventaja sobre la inmensa mayoría, nos llama a hacer el bien y a transformar; pero la renuncia a esta responsabilidad declara la decadencia humana de la que cada uno está compuesto. Gracias J Balvin por tanto, Colombia te lo agradece y usted señor Residente, coja oficio. ¡Y sigamos perreando!

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