Por: Germán Navas Talero y Pablo Ceballos Navas
Editor: Francisco Cristancho Rojas

La ignorancia es el desconocimiento de algo por factores diversos, entre ellos, la falta de instrucción. Por su parte, la estupidez es una deficiencia que lleva a la necedad y, en los peores casos, al cultivo de la misma e incluso al orgullo por padecerla.
Estamos desternillados por la reacción de algunos colombianos respecto a las reformas sociales propuestas por el gobierno. Se quejan de que no les dan y, cuando les van a dar, protestan. Luego preguntan y se quejan cuando dicen que no hay forma de entenderlos. La última protesta de la oposición tuvo como objetivo rechazar las reformas que buscan recuperar las horas extras; asegurar el contrato a término indefinido como regla general y proveer una renta básica para los viejos que no pueden trabajar. Después de observar este acontecimiento y de recordar lo ocurrido con el plebiscito en el que venció el NO a la paz, solo queda decir que nos merecemos nuestra suerte. Y para colmo de males, hay algunos ‘analfabestias’ que piden, entre chiste y chanza, que se declare día cívico el día en que se hundió la reforma laboral.
Este es el país de las apariciones. Resulta que uno de los candidatos más opcionados para hacerse con la alcaldía de Bogotá es un señor de apellido Oviedo, especialista en estadística; quien recientemente tuvo el cinismo de afirmar que el metro elevado “va a embellecer la ciudad” y que “arquitectónicamente va a ser supremamente útil”. Basta con decir que ambas posturas contravienen toda evidencia o, en términos de Oviedo, son contrafactuales. El candidato ‘técnico’ o ‘experto’ –un perfecto desconocido– lidera las encuestas de opinión. Hasta donde sabemos, el señor Oviedo no ha administrado más que su casa, por lo que nos tomamos la licencia de dudar de su capacidad para el cargo al que aspira.
Sugerimos al joven candidato informarse sobre la multiplicidad de ciudades que han soterrado líneas de trenes y metros elevados. Es el caso de Nueva York, Chicago y Nueva Delhi, por mencionar algunas. Los autores de esta columna atestiguamos el proceso de transformación en el transporte público de Nueva Delhi, una de las capitales más populosas del mundo, que pasaba por la eliminación de vías elevadas y el desmantelamiento del sistema BRT, en rumbo opuesto al que nos han llevado en Bogotá y que el señor Oviedo pretende continuar. A riesgo de parecer maniqueos, nuestra postura sobre el tema se resume en una frase: si para un aspirante a alcalde el metro elevado es bueno, el candidato es malo para la ciudad. En la misma línea, una ciudadana de nombre Yany Espinosa comentó por medio de su cuenta de Twitter que es evidente que el señor Oviedo “no ha venido a Medellín para que mire los alrededores del metro, sobre todo en el centro de la ciudad, lo asqueroso y feo que se ve”.
Entre quienes aspiran a la alcaldía de Bogotá, sin declararnos adeptos, está el concejal Carlos Carrillo, quien sí puede decir que conoce el mundo y por ello puede dar fe de las tendencias actuales del desarrollo urbano. Cuando habla lo hace por experiencia y es notable su conocimiento sobre los asuntos de la ciudad. Dudamos que pueda decirse algo similar del candidato de la derecha.
Ya que hemos dedicado esta edición a hablar de políticos, vale la pena reparar en el caso más preocupante de distorsión partidista. Se trata del ex-representante a la Cámara por Magdalena, Franklin Lozano de la Ossa. Según información que reposa en la secretaría de la corporación, el mentado se eligió por el partido Opción Ciudadana, pero a él le vimos votar en perfecta sincronía con las directrices del Centro Democrático. Lo que no sabíamos es que al mismo tiempo fungía como consejero político de Milene Jarava, representante a la Cámara del partido de la U y esposa de Yahir Acuña (sindicado de haber hecho sociedad con las autodefensas y recientemente con Los Rastrojos). En vísperas de elecciones regionales, Lozano de la Ossa va por su tercer partido y anda en correrías con Vargas Lleras, presentándose como precandidato a la gobernación de Magdalena. Nos cuentan que espera la bendición –o el coscorrón– de su nuevo socio para oficializar su candidatura.
La moral de seminaristas que caracteriza a los congresistas colombianos terminó matando el proyecto de regulación del cannabis para uso adulto. Pareciera entonces que los colombianos prefieren hacer las cosas a escondidas o al menos así lo quieren sus representantes. Lo cierto es que la iniciativa feneció en parte por la mojigatería y en parte por el descuido –¿o desinterés?– de algunos congresistas que abandonaron sus curules en la semana más importante de la legislatura, como bien lo resaltó el autor del proyecto en entrevista con Cecilia Orozco en El Espectador. Veremos si Juan Carlos Losada y quienes lo acompañan se animan a presentar de nuevo la iniciativa y celebramos la decisión anunciada por el ministro Velasco de prohijar el proyecto como uno de gobierno. Sería bueno que los ciudadanos inquirieran a los candidatos a gobernaciones, alcaldías y concejos por su posición al respecto y decidieran de conformidad.
En suma de las apariciones, éste es el país de los chistes. Existe una persona que ha venido ofendiendo a la vicepresidenta Francia Márquez, llamándola “primate”. Cualquiera diría que quien hace tal aseveración debe ser una persona de estatura superior al metro ochenta, ojos azules, cabello rubio y tez blanca, mejor dicho, un ario. En este caso, como diría el expendedor, “nanay cucas”. Con nuestras excusas por el desagrado que pueda causarles, reproducimos a continuación la imagen del individuo que ha hecho su oficio maltratar a la vicepresidente:

Adenda: el mundo da vueltas y el que debía quedar abajo rara vez lo hace, por el contrario, suele caer parado. Hace 23 años el exconcejal de Bogotá y dirigente gremial, Miguel Uribe Londoño, fue detenido por el millonario robo al Banco del Estado. 23 años después, su vástago es senador y líder del uribismo. Como ven aquí, la costumbre es que quien incurre en una falta, pelecha, y luego su descendencia hace lo propio. Al señor Uribe Londoño se le sindicó de peculado por apropiación en cuantía superior a los 700 millones de pesos. A diferencia de lo que sucedió con el padre, al hijo no se le ha siquiera investigado por el presunto favorecimiento en la adjudicación de contratos para la distribución de vacunas contra el COVID, que fue oportunamente denunciado por Camilo Enciso, entonces director del Instituto Anticorrupción. Como reza el dicho, lo que se hereda no se hurta.
Recomendación de lectura: para su entretención los invitamos a leer una columna de Héctor Abad Faciolince originalmente publicada en El Espectador y retomada por The New York Times. En ella se refiere a la intervención de Uribe en política y haciendo uso de su ingenio y buen sentido del humor retrata a la perfección al exmandatario, a quien pasea por la literatura, la filología, las artes plásticas, su rechazo al alcohol y lo no mujeriego que era, entre otros asuntos. Léanlo y ríanse, que no cuesta nada. Como decimos los bogotanos, espiche aquí.
¡Hasta la próxima semana!