Por: Iván Cepeda Castro
En una reciente intervención con motivo del quinto aniversario del Acuerdo de Paz suscrito en 2016, el sacerdote y presidente de la Comisión de la Verdad, Francisco de Roux, hacía el reclamo de que en la actual campaña electoral los candidatos omitían hacer referencia a la paz porque ésta “no da votos”. Coincido plenamente con la justeza de ese llamado de atención y agrego que la terminación de los conflictos armados y las violencias, no solo deberían ser temas obligados de cualquier debate político relevante en el país, sino que además deberían ser los asuntos centrales de la deliberación pública sobre el presente y el futuro de la sociedad colombiana.
Esa es la visión que en mi caso defiendo y que también es la de la coalición de la que hago parte: el Pacto Histórico. Así está consagrado en la propuesta programática que quiero exponer a continuación y que hace parte del compendio de lo que será las políticas de gobierno, los proyectos legislativos y de reforma constitucional que desarrollaremos en las ramas de poder público en los próximos años.
Concretamente, se trata del planteamiento de una política de Estado que parta de la concepción de la paz total; un enfoque que se diferencia de otras propuestas en este campo. El esfuerzo de implementación de este quinquenio, así como lo discutido en campaña y los ejercicios de gobierno regionales y locales, muestran que con el acuerdo del 2016 se ha producido el agotamiento de la concepción fragmentaria de los procesos de paz. La política de Estado que impulsa el Pacto Histórico parte de una visión totalizante, global y simultánea.
Por eso, la concepción de paz que le proponemos a la ciudadanía, parte de la convicción de que el Estado colombiano requiere una reforma estructural de cara a transformar el modelo militarista que lo ha orientado desde el inicio de la República, convirtiéndose así en un Estado realmente civil y de derecho como lo consagra la Constitución Política de 1991. Para ello es indispensable un programa de paz de Estado que tenga al menos dos características. La primera es que sea una política estructurante y orientadora del accionar estatal, por lo que la política de paz debe ser la base y fundamento de todas las estrategias que han de adelantarse, no solo durante el período de Gobierno y la agenda legislativa, sino en un nuevo período de la democracia colombiana, que geste los lineamientos y principios que deben guiar al Estado para hacer de la paz un derecho de goce efectivo y pleno por parte de la ciudadanía. De otra parte, la política de paz debe ser la más ambiciosa que se haya planeado por gobierno alguno, de cara a conquistar durante los próximos años la gesta necesaria para que ésta sea duradera.
De otra parte, el próximo gobierno debe desarrollar de manera nacional y simultánea procesos de dialogo, y cuando sea el caso de sometimiento, con todos los grupos armados y factores de violencia del país.
Para ello, se requiere adelantar la implementación plena e integral del Acuerdo Final de Paz para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera, fomentando la reincorporación de los grupos disidentes; reanudar de inmediato la mesa de negociación con el Ejército de Liberación Nacional y avanzar en la concreción de un acuerdo final de paz con este grupo; y someter a la justicia a los grupos paramilitares y estructuras vinculadas al narcotráfico (como por ejemplo, el llamado Clan del Golfo y la llamada Oficina de Envigado).
De manera paralela y coincidente, un gobierno del Pacto Histórico debe adelantar y promover un acuerdo nacional que incluya a todos los sectores de la vida política, social, empresarial y cultural del país, para lograr la reconciliación nacional. Para alcanzar esa finalidad es preciso que la agenda legislativa y gubernamental tenga como principio construir sobre lo construido, dejando con suficiente fuerza las bases y los fundamentos para la política social y de paz del gobierno siguiente.
A eso, a la política de paz más ambiciosa que gobierno alguno haya impulsado hasta la fecha, nos comprometemos con el país.