sábado, octubre 5

Preocupación en Asia por los proyectos de China de construir islas artificiales

por Poornima WEERASEKARA / AFP

Con sus proyectos de extensión urbana en islas artificiales en Sri Lanka, Malasia o Filipinas, China ha hecho aflorar la preocupación en otros países de Asia y del mundo.

En esos tres países, cada vez más voces advierten del impacto ambiental que tendrán esos proyectos faraónicos, denunciando una falta de transparencia en la financiación y el riesgo de que el endeudamiento local crezca.

Los proyectos están relacionados con las “nuevas rutas de la seda”, llamadas oficialmente “Iniciativa cinturón y carretera” (Belt and Route Initiative, BRI), un amplio programa lanzado en 2013 para financiar infraestructuras terrestres y marítimas con más de un billón de dólares en Asia, Europa y África. 

Del jueves al sábado, Pekín acoge a una cuarentena de dirigentes de todo el mundo en busca de inversiones en una cumbre sobre este programa. 

Los países occidentales sospechan que China se sirva del BRI para descargar sus excedentes en países empobrecidos, que acabarían endeudados con bancos chinos para poder construir infraestructuras en algunos casos inútiles. Las críticas también apuntan hacia las empresas chinas, que se quedarían con buena parte del pastel. 

Países como Estados Unidos e India se mostraron recelosos con el BRI. En la Unión Europea, Italia se unió a ese programa en marzo, lo que despertó escepticismo y preocupaciones. 

Los proyectos del BRI muestran “que China gana influencia mundial rápidamente”, observa Wang Jiangyu, profesor asociado en la facultad de Derecho de la Universidad de Singapur. 

En Sri Lanka, un proyecto de 1.400 millones de dólares, Port City, se inició cerca de Colombo, la capital, que duplicará su tamaño. Servirá de base a Pekín en el sur de Asia pero también de “maqueta de demostración para ilustrar el enorme cambio que China puede aportar con el BRI a esos países, en particular a los menos desarrollados”, según Wang. 

  • “Trampa de deuda” –
    Los dos tercios del terreno que Colombo le ha ganado al Océano Índico -270 hectáreas en total cerca de un puerto de aguas profundas- estarán bajo control chino durante 99 años. Los primeros rascacielos ya han empezado a despuntar, con la idea de crear una plataforma financiera que rivalice con Dubái o Singapur. 

Hay quienes ven esas islas un vector para el desarrollo económico de países empobrecidos como Sri Lanka, mientras que otros las consideran “una trampa de deuda escondida”, como Ranil Senanyake, un exasesor en el ministerio que supervisa ese proyecto. 

“O nos endeudamos fuertemente para ofrecer esos servicios o descargamos el lastre en los contribuyentes esrilanqueses”, declaró a la AFP. 

El tipo de interés de los préstamos chinos a Sri Lanka es de cerca del 6,5%, el doble de lo que piden otros grandes prestatarios -India, Japón-, apunta Dushni Weerakoon, un economista independiente. 

Como no pudo pagar sus deudas, Colombo tuvo que ceder a Pekín a finales de 2017 el control completo del puerto de aguas profundas de Hambantota por 99 años. 

Otra faceta del proyecto chino que hizo saltar las alarmas es su falta de transparencia. 

El plan de Port City está dirigido por el grupo estatal chino Communications Construction Company (CCCC), que participará, según medias locales, en un “organismo de dirección” para supervisar las inversiones.

La AFP intentó sin éxito contactar con el ministro esrilanqués de Reformas Económicas, Harsha de Silva, implicado en la creación de ese organismo. CCCC y su filial en Sri Lanka declinaron hacer declaraciones. 

En Malasia, el proyecto Forest City, más de dos tercios de las instalaciones de una “ciudad ecológica” de 1.370 hectáreas ya se vendieron a compradores chinos.

El proyecto está liderado por una empresa mixta del gigante chino de la inmobiliaria Country Garden, establecido en Hong Kong, y Esplanade Danga 88, una compañía parcialmente controlada por Ibrahim Iskandar, el poderoso sultán de Johor, un Estado del sur de Malasia. 

  • Riesgos medioambientales –
    Además, muchos advierten del peligro para el medio ambiente y el modo de vida de los vecinos.

En Filipinas, se teme que el riesgo de inundaciones y atascos en Manila aumente por culpa de una isla artificial. 

Y en Colombo, el abogado Hemantha Withanage, se ha querellado contra la entidad china que dirige el proyecto y el gobierno del país por considerar que no se ha realizado una verdadera evaluación medioambiental. 

Además, la isla afectará al modo de vida de 15.000 pescadores y, según el abogado, las compensaciones que se les prometieron “desaparecieron” en los bolsillos de los responsables locales.

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