“Hay que transformar políticamente a Colombia, no es simplemente ir a una urna, sino organizar su barrio, su territorio, las culturas, las contraculturas, todo eso hace parte de una organización política”
Gustavo Petro Urrego
Por: Leydi V. Carvajal
En las juventudes colombianas, se evidencia una constante histórica de disputa y participación en la construcción de procesos democráticos, haciendo una evocación en clave a la memoria colectiva de los avances en el período comprendido entre mediados del S. XX y lo que ha transcurrido del S.XXI. Estos avances no han logrado, sin embargo, detener la política de exclusión que pesa sobre las juventudes como su reclutamiento obligatorio para la guerra, la negación de las diversidades de género, la participación femenina en política, la desigualdad social, la expulsión del sistema educativo.
El proyecto progresista ha venido abanderando desde hace décadas las justas causas sociales y juveniles, mediante diversas fuerzas agrupadas en momentos históricos neurálgicos de Colombia como fueron el sufragio femenino, la reapertura de instituciones de educación superior públicas, la construcción de la Constitución de 1991, el mandato por la paz, el cambio climático, entre otros. Pero estas causas no fueron asumidas de manera sumisa y servilista, por el contrario, estas causas se plantearon como luchas, como conquistas populares, fueron el resultado de la movilización social, la agitación de las comunidades, la resistencia y la rebeldía de las poblaciones mayoritariamente pobres, donde la desigualdad social, la corrupción, la plutocracia, el elitismo, el narcotráfico, la violencia golpean de forma indolente y perversa.
Las juventudes se han venido agitando en estos últimos años en torno al proyecto progresista cuyo contenido programático consiste en cerrar las brechas de desigualdad social, promover la productividad del campo para contribuir a la acumulación del recurso interno, impulsar la redistribución de la riqueza del país, acceder al producto del trabajo de forma equitativa, persistir en la defensa del medio ambiente, el planeta, la biodiversidad, el agua, la gratuidad de la educación superior, la atención en salud, la renta básica, el territorio ancestral, los acuerdos de paz y la vida.
El estado de emergencia de Covid-19 ha sido enfático en demostrar a la comunidad colombiana el nefasto gobierno actual con su tradicional estilo oligárquico, clientelista y excluyente de ejercer el poder. En solo dos años ha crecido como nunca la desigualdad social y por hoy Colombia se erige como uno de los países más desiguales del mundo. Este es un gobierno que favorece a las grandes corporaciones extranjeras, a los bancos, a las familias que conforman los clanes políticos en la regiones, a los terratenientes. En un corto tiempo se han develado múltiples hechos de mal gobierno como las lagunas informáticas de la inversión externa, la supuesta inyección del presupuesto de 117 billones a la pandemia, denunciada como el acto de corrupción más grande en la historia del país, la carencia de políticas estrictas a la tributación de las grandes empresas y el patrimonio de los terratenientes, el mal manejo de las regalías y la dilapidación de los recursos públicos, la demora y poca trascendencia concedida a la investigación de la ñeñe política, un caso suficientemente ilustrado de dineros de la mafia y compra de votos que favorecieron la campaña y posesionaron al actual presidente.
Las juventudes libres, pensadoras, autocríticas, activas, han venido demostrando su capacidad a través de la movilización social y la adhesión organizada a causas sociales justas como la reciente minga, que tras iniciar su marcha en el Suroccidente colombiano se convirtió en una Minga Nacional, con el acompañamiento de estudiantes, juventudes organizadas, campesinos y otras fuerzas del pueblo. En esta marcha fue protagonista la Juventud de todo el país, que esta vez se han manifestado en el desarrollo de la Minga, de banderas Estudiantiles en torno a la #MatrículaCero y la Gratuidad de la Educación Superior, abanderando Luchas Feministas, en torno al nefasto gobierno neoliberal, fascista, xenófobo, guerrerista, misógino, narco-paramilitar de Duque y su cúpula.
Las juventudes progresistas colombianas se vienen fortaleciendo para hacer frente y demostrar qué serán la vanguardia de las causas sociales del país. La política del miedo, del odio y la mentira, de la llamada “polarización” por un centro político que no tiene bases políticas ni ideólogicas, de los partidos tradicionales, derechistas, fascistas, neoliberales, no podrá arrancarle la esperanza a una juventud que ondea vigorosa sus banderas y sus luchas de cara al cambio y la transformación de Colombia, no lograrán arrebatarle lo único que no puede perder jamás en su movilización, el derecho a construir un país justo, democrático y progresista.
#GeneraciónProgresistaValle
#JuventudHumanaValle
Referencias:
- 2012. AtridErll. Memoria Colectiva y Culturas del recuerdo. Universidad de los Andes.
- 2014. Thomas Piketty. Capital en el siglo XXI; traducido por Arthur Goldhammer. Cambridge, Massachusetts. Londres, Inglaterra.