Por: Lennin José Fernández Tovar
Líder social – Víctima del Paramilitarismo
La lucha que tantos y tantas forjadores sociales libraron por construir en nuestra Patria una verdadera democracia, para que sus hijas y nuestros hijos vivieran en una Colombia digna, debe seguir abanderada por quienes tenemos la responsabilidad histórica al heredar su pensamiento que se materializa en la defensa de los Derechos Humanos en una Colombia con democracia, paz y justicia social.
Ernesto Fernández Fester – Chiriguaná 1950- Pailitas 1995. |
Nuestra historia está marcada de conflictos, algunos reconocidos en los escenarios académicos pero la mayoría invisibilizados, lo que permite que las nuevas generaciones se mantengan aisladas de las discusiones centrales y neurálgicas de los territorios colombianos. Aún más preocupante, son las miradas en lo local, en donde a pesar de los esfuerzos de muchas personas por confrontar las situaciones de crisis, estas son calladas por la falta de difusión y la imposibilidad de generar escenarios reflexivos que reconozcan otras miradas de la memoria política.
En ese contexto deseo homenajear la lucha y vida de Ernesto Emilio Fernández Fester, dirigente político, cantor popular, líder sindical, social y cultural de Pailitas y el Nororiente de Colombia.
Ernesto nace el 9 de octubre de 1950 en Chiriguaná Cesar, desde muy joven fue un hombre trabajador y además un gran luchador social, organizador de los campesinos, vendedores de mercado y maestros, siempre se preocupó por los demás. En 1976 junta su vida con Luz Marina Tovar, mujer luchadora con quien tendría hermosas alegrías: Ernesto Javier, Rober Emilio, Lennin José y Liceth Camila, quienes llenaban con amor y travesuras el hogar en el terruño que lo adoptó.
Ingresa a la lucha social en la década del 70 dando inicio a su militancia política en el sindicalismo, liderando el magisterio de Pailitas y los pescadores de la Ciénaga de Zapatosa, en el año 1982 profundiza su trabajo político organizado liderando un paro campesino, que paralizó el tránsito por el puente de la carretera troncal del municipio, producto de su liderazgo social fue uno de los organizadores del primer Encuentro Agrario Del Centro Y Sur Del Cesar, donde hace su presentación el movimiento político y social A ‘Luchar, en el mismo encuentro surge la coordinadora obrera campesina del centro y sur del Cesar. Encargada de direccionar y preparar las movilizaciones campesinas y populares venideras, como dirigente sindical del magisterio y directivo de A ‘luchar, coadyuvó en la organización de los comités que desde los municipios de Pailitas y Curumaní activaron El Paro Del Nororiente En El Año 1986, escenario de lucha donde participa de manera activa liderando a los campesinos y habitantes del sur del Cesar hasta la gran movilización en la ciudad de Valledupar.
El año de 1989 muestra su gran capacidad de compositor popular, primero en la gran cantata por la paz en Bucaramanga y luego con su intervención en el Encuentro de Damnificados de la Guerra Sucia, donde interpreta la canción de su autoría “hay que ver y ver”, es un canto a la vida en el que se denuncia la persecución y exterminio que venían sufriendo los líderes sociales y políticos en los territorios. En uno de sus apartes invita a crear un gran movimiento por la vida, exige al gobierno que se respeten los Derechos Humanos e implora que se acabe la guerra sucia contra el pueblo colombiano.
Ernesto Fernández Fester – En la construcción popular del Barrio 27 de marzo en Pailitas, 1989. |
En el mismo año empiezan las amenazas y persecución estatal, siendo detenido y desaparecido por cinco días por miembros del F-2 de Valledupar, hasta que los comités de Derechos Humanos lo encuentran en la cárcel judicial de Valledupar en el patio #3, siendo dejado en libertad el 24 de diciembre. A pesar de la constante intimidación de la fuerza pública del municipio, Ernesto continúa con su liderazgo, vinculandose a la organización del comité de mujeres por la Constituyente, que impulsó en el centro y sur del Cesar la participación en las elecciones hacia la asamblea constituyente, apoyando la lista del movimiento político A ‘Luchar.
Luego de aprobada la constitución y en vista de la corrupción política existente en varios municipios del sur del Cesar, Ernesto fue llamado por diferentes representantes y dirigentes de las juntas de acción comunal, gremios, sindicatos, comités y cooperativas para organizar un movimiento político de masas, que participaría en las elecciones de orden municipal de 1992. Posterior a varios encuentros campesinos, asambleas populares, sectoriales y barriales, donde se trabajaba por comisiones construyendo de manera colectiva el nuevo movimiento político, decidiendo bautizarlo como MOVIMIENTO DE INTEGRACIÓN CÍVICO COMUNAL–MICC. Fue miembro activo de la dirección de este movimiento y en las elecciones logran obtener la alcaldía de Pailitas con Manuel Ángel Mejía Líder campesino y cinco curules en el concejo municipal, concejales que provenían de los diversos procesos sociales que conformaron la nueva organización y fueron seleccionados en sendas asambleas.
Mi padre decide continuar al frente del movimiento, no se vincula a la administración y continua la lucha social haciendo reajuste y promoción de nuevos líderes, en especial jóvenes y mujeres, empezó la movilización por la paz organizando el foro por la paz en 1993. En las elecciones de 1994 se dan dos visiones para participar en ellas, causando una división que trajo consigo la pérdida de la alcaldía municipal y la elección de 3 curules solamente en el concejo, después de las elecciones las amenazas contra los líderes del MICC se acrecentaron, panfletos, sufragios y llamadas amenazantes eran constantes.
A inicios de 1995, continúan las amenazas, hasta que el 20 de febrero de ese año, mientras transitaba en su vehículo por las calles de Pailitas, después de comer helados con los dos hijos menores Camila, de dos, y Lennin de 12 años, pasadas las ocho de la noche, unos muchachos nos saludan y al Ernesto responder el saludo inician las ráfagas de tiros contra los que íbamos en el carro, yo corrí y sobreviví y siempre recuerdo esas últimas palabras tuyas, mi hermana presenció cómo los sicarios del Estado te asesinaron. Ocho balas en tu cuerpo, cuatro hijos huérfanos, una compañera de vida sola fue el resultado de años de lucha social.
Hoy, celebraríamos 70 años de vida, seguramente estarías compungido por que la guerra sucia no ha parado, las masacres no cesan y ese movimiento por la vida, al que llamaste en el 89 aún no logra su objetivo de frenar la persecución estatal contra quienes pensamos distinto, también seguramente estarías orgulloso de tus hijos y seguirías luchando por construir otro futuro para tus nietos, o tal vez, si el Estado no hubiese matado a miles de dirigentes como tú, otra historia estaríamos contando hoy en nuestra Colombia.
Me quedan tus besos, tus regaños, tus abrazos, los viajes juntos, las charlas donde intentabas mostrarme como era el mundo y la vida que siempre quisiste para mí, escogí luchar, buscando construir esa Colombia que soñaste.