Por Sebastian Sora / Twitter: @Sorajuan
¡Ojo con el 22! mencionó la figura de la derecha y ultraderecha criolla, después que la jueza 30 de control de garantías le dejase en libertad sin ser declarado inocente, en rueda de prensa desde su prisión. En toda su comunicación propagandística, cargada de falacias, amenazas, idolatría y engaños, las personas con valores democráticos no encontramos algo conque identificarnos, salvo por la afirmación sobre las elecciones próximas.
Ojo con el 22, no solo pone de manifiesto las intenciones de los grupos extremistas y antidemocráticos por seguir en su cruzada contra la libertad por vías aparentemente democráticas como las elecciones, permeadas por los Ñeñes, los Char, las Merlano, los votos de los muertos, las fotocopias, sin veeduría al software y otros pequeños vicios del sistema electoral.
Además de poner de manifiesto su codicia por el poder, ojo con el 22 manifiesta una declaración de guerra contra las fuerzas que buscan la justicia social, la libertad y la igualdad. Parece que a pesar de que se tomaron el Congreso, la Fiscalía, La Procuraduría, el Consejo Nacional Electoral, y que van por las Cortes; los grupos extremistas están asustados con las próximas elecciones. Las resientes movilizaciones en que enfáticamente el pueblo rechaza un modelo de gobierno en el que los resultados son litros y litros de sangre, fuerza desmedida, desempleo y pobreza, asustan a quienes creen en el uso de la fuerza contra la población civil para acallar sus justas demandas.
En esto, con Uribe estamos de acuerdo, las próximas elecciones son una batalla, que en términos apocalípticos representa la lucha del bien contra el mal, de aquellos que quieren soluciones a la pobreza y otros que quieren cajones más grandes para acumular tierras y dinero; de aquellos y aquellas que buscan ampliar la democracia frente a quienes quieren reducirla y volver a hacer leyes, incluso constituciones, a puerta cerrada entre dos machos como fue la Constitución de 1886; es una batalla entre quienes defienden la vida de las personas y naturaleza y quienes buscan profundizar modelos de desarrollo anclados a la muerte, la minería y la guerra. Ojalá que como en la literatura apocalíptica las fuerzas del bien triunfen sobre el mal.
Ojo con el 22, es un grito de batalla que debe unir a las fuerzas democráticas del país en un mismo sentir, y debe poner la mira en los detalles —como dice el dicho, el Diablo está en los detalles— por los que el engaño se cuela para corromper y hacer fallar en su propósito a quienes buscan el bien común. Los señores de la muerte, que gustan tanto de la guerra, saben bien que dividir al enemigo es una manera de ganar cuando no se tiene un gran ejército, y ya que ellos han perdido apoyo, buscan generar caos mientras avanzan confiados hacia su meta.
Un diablo aparece en el falso dilema entre izquierda y centro. El centro puede ser una derecha o una izquierda moderada. No hay un punto medio en temas como la implementación de la paz, no hay un punto de centro frente a la explotación minera y el fracking, los derechos civiles de las minorías, la dignidad humana, la producción nacional. Es sencillo, se está a favor o en contra de estos y otros asuntos, no se puede estar en el medio. En el centro resultan muchos moderados con los cuales se esta de acuerdo en el programa y en los valores, las diferencias están en las magnitudes, los tiempos y las formas, cuestiones en las que se puede llegar a acuerdos. Pero en el centro también hay muchos tibios, que parecen ser, pero no son, aquellos vomitivos de derecha que se introducen en las fuerzas democráticas para engañar y destruir los procesos de cambio. Construir un programa en conjunto, ahora que se está a tiempo, generará la confianza suficiente para enfrentar juntos las fuerzas oscuras en el 22 y desenmascarar aquellos que, siendo contrarios a los anhelos de paz y prosperidad, sirven de estrobo. En otras palabras, la alternativa es ir de frente con la verdad manifestada en un programa.
Otro diablo se presenta en forma de derrotas anticipadas. Aparentemente hay sectores de la sociedad que votan y les pertenecen a los señores de la muerte, que ayudan a legitimar un Gobierno y ganar elecciones. De manera específica, se tiende a renunciar al apoyo de los cristianos evangélicos, como si los valores de estos y sus intereses fueran los mismos de la derecha. Un acercamiento a la fe cristiana muestra como en la base de esta se encuentra la dignidad humana, la justicia social, el amparo de los pobres, el cuidado del otro, la libertad, el cuidado de la naturaleza y la caridad. Pareciese coincidencia, pero no lo es, los valores éticos sobre los que se levanto la civilización occidental se encuentran fundados en el cristianismo y son esos valores los que un programa de gobierno hecho por las fuerzas democráticas y de la vida que busca el bien común, precisamente reivindica. Hay mas cosas en común que aquellas que distancian, solo hay que tender los diálogos, hablar con claridad sin caer en los abusos y manipulaciones que hacen, los señores de la muerte, de la fe. La alternativa está en no renunciar a ganarse el corazón de muchos más sectores de la sociedad.
Se está a tiempo para responder y ganar al grito de guerra que los señores de la muerte han hecho contra la ciudadanía y fuerzas democráticas. ¡Ojo con el 22! no sea que el diablo se nos meta.