Por: Germán Navas Talero y Pablo Ceballos Navas
Para pasarla bien en este mundo
se requiere no pensar.
Hoy nos sentamos a desternillarnos de la risa cuando vimos una nota publicada en el diario El Tiempo donde textualmente se dice “Parlamento venezolano alarga periodo y reconocimiento a Juan Guaidó un año”. Jo jo jo, diría Santa Claus, y ji ji ji decimos nosotros, porque ese es mucho titular. Esa noticia es explotada por el otrora respetable y serio diario.
Nos imaginamos a Guaidó parado en la banqueta de Speaker’s Corner gritando voz en cuello que él es el presidente de Venezuela. Quienes nos hemos detenido en aquel lugar hemos visto trastornados mentales decir que son la redención del mundo, hablar mal de la Reina, entre otras barbaridades, porque hablar en esa esquina –mientras se esté parado en un butaco– permite despotricar y decir cuanta sandez se quiera sin sanción alguna. En esa esquina pondríamos a tres líderes del mundo a decir tonterías: a Donald Trump, a Iván Duque y a Guaidó.
Los lectores dirían que se trata de una parodia a los tres chiflados y nosotros les contestamos: no, esos son nuestros líderes. Lo que estamos diciendo no lo estamos diciendo en tono irónico, sino con la absoluta certeza de que no nos equivocamos. A continuación, queremos presentarles los momentos que consideramos como los osos de este año. Esta lista no pretende ser completa y es una recolección de nuestros recuerdos. Comencemos:
- Cuando la ministra Alicia Arango, ahora embajadora de Colombia ante la ONU, dijo “¿por qué todos chillan por líderes sociales y no por otros muertos?”. Esto sí merece nuestra consideración al mayor cinismo de una ministra del gabinete.
- Cuando la alcaldesa de Bogotá no quería permitirles a los bogotanos regresar a la ciudad luego de que el gobierno nacional decretara el aislamiento preventivo obligatorio. Pretendía gobernar solita y confundió el gobierno con una escuela donde podía darnos una lección.
- Cuando el economista Jorge Restrepo comentó que la “vulnerabilidad [económica]” causada por la pandemia a las familias pobres se debía a “la bajísima tasa de ahorro”. Nosotros pensamos que ellos están ahorrando pobreza y esa opinión parece provenir de un graduado de Poorland.
- Cuando la alcaldesa, en una de sus acostumbradas demostraciones de rechazo a los migrantes, dijo que ella se haría cargo de los colombianos que estaban siendo desahuciados y que “Migración se haga cargo de los migrantes”. En otras palabras, que sacaran a los migrantes en medio de la peor crisis sanitaria en décadas. ¿A cuántos de estos pobres habrá adoptado ella?
- Cuando la alcaldesa dijo que “los bogotanos con nuestros impuestos hemos cubierto la salud, jardín, escuela y alimentación a los niños y empleo a familias venezolanas (sic)”, clasificándolo como un acto de “absoluta generosidad”, cuando en realidad es una obligación y un deber. No olvidemos que de nuestros impuestos ella se ha gastado unos cuantos miles de millones mejorando su imagen.
- Cuando el gobierno del presidente Duque y su ministro Carlos Holmes Trujillo consintieron el ingreso de tropas extranjeras sin autorización del Senado de la República, violando efectivamente la soberanía nacional. El argumento de ellos –así lo entendimos– fue que no estaban de paso, sino que se iban a quedar a vivir acá.
- Cuando, en medio de un encierro prolongado, la vicepresidenta propuso “prohibir el consumo de alcohol en los hogares durante cuarentena”. Nos cuentan que estaba en un guayabo de la madonna cuando hizo tal afirmación.
- Un cipote oso -como dicen los costeños- hizo la alcaldesa de siempre cuando con motivo del partido de fútbol entre los señores de Cali y los de Bogotá canceló la operación de TransMilenio tres horas antes dizque para que algunos antisociales no se agarraran, haciendo imposible el regreso a casa de miles de personas.
- Cuando la mentada alcaldesa afirmó sobre las movilizaciones de familias hambrientas en el sur de Bogotá que eran “asonadas” organizadas por “políticos que quieren saltarse la fila y presionarnos para así entregarle mercados a sus clientelas”.
- Cuando para ilustrar las aglomeraciones y el “mal comportamiento” de algunos, los noticieros utilizaron imágenes de San Victorino y otros lugares populares, dejando de lado las multitudes –igual de peligrosas– en grandes superficies y centros comerciales “elegantes”.
- El anuncio de Duque de no vacunar a los venezolanos cuyo estatus migratorio sea irregular, en contravía de la línea jurisprudencial de atención universal en materia de salud pública, de un deber moral y de la simple lógica, conforme a la cual la única forma de acabar con una epidemia es mediante la vacunación masiva.
- Por último, el peor de todos: expulsar a unos diplomáticos rusos por estar espiando la represa de Hidroituango. Este oso es made in Claudia Blum, con la asesoría de otros diplomáticos de nuestro “mayor aliado”.
Como es usual en esta época del año, les deseamos a ustedes que el Niño Dios les haya traído bastante paciencia para soportarse a este abuelo y a este nieto. Les agradecemos por su lectura y esperamos que el próximo año nos sea más leve. Felices fiestas.