Por: Germán Navas Talero y Pablo Ceballos Navas
Cuando un político vende su conciencia, suele cobrar muy barato.
Todos sabemos qué es una cafetería; allí se consigue café perico, tinto, bizcochos, pandeyucas y una modalidad de café que llaman express. ¿Por qué lo llaman express? Porque el café y la leche se meten dentro de un aparato que los calienta y por pura presión le saca espuma. Una de las más conocidas cafeterías, donde venden mucho café express, es la de la Olímpica; cafetería que se trasladó en días pasados al Capitolio Nacional, esta vez, para preparar magistrados express. El término express indica que tanto el café como el magistrado son fabricados a toda carrera. Y también, a base de presiones, se consiguió que los congresistas echaran espuma y votaran por un señor Granados, que no parece ser de lo más granado de la sociedad boyacense.
Es el mismo Granados que en 2018 fue imputado por la Fiscalía por los delitos de concierto para delinquir e interés indebido en la celebración de contratos, y sobre el cual se solicitó –infructuosamente– medida de aseguramiento en centro carcelario. Los hechos por los que se le acusa son que presuntamente habría negociado un soborno con Odebrecht por valor de 200 millones de pesos, que irían a su campaña por la Gobernación, a cambio de que la firma brasileña fuera favorecida en los contratos de infraestructura vial en el departamento. ¡Una joyita!
Ese día, y el anterior a la elección, hubo un cambio radical en el funcionamiento del Congreso. Se acostumbra que las personas que aspiran a un cargo se sometan a interrogatorio por parte de sus electores sobre asuntos que le interesan a aquel que va a votar. Ese día, la greca de los Char, no La Cimbali italiana, sino la de las presiones políticas, puso en orden a sus áulicos y prohibió –como nunca se había hecho– que se le hicieran preguntas a los aspirantes, pues de pronto podrían contar que estaban intoxicados con el tinto express de la Olímpica. Para conseguir su objetivo silenciaron los computadores y no cabía ni siquiera una moción de orden o un poco de desorden.
Se dijo que habría todas las garantías y nos acordamos de una canción que dice “hipócrita, sencillamente hipócrita”, de moda hace algunos años. Escasamente nos permitieron respirar de lejos, ya que no estábamos todos en el lugar de la votación. Pensábamos que los aspirantes a la magistratura harían brillantes exposiciones, pero nada. Todos llevaban su papelito escrito y leían para que los congresistas entendiesen lo que no se podía entender. ¡Qué vergüenza! Algunos ni leer sabían. La Ley Quinta, que es la biblia del Congreso, dice que las intervenciones deberán hacerse sin leer salvo que deba precisarse una cita; cualquiera que revise el video de ese día no nos dejará mentir: los candidatos leyeron toda la exposición. Así como en la cafetería de la Olímpica (de los Char) se consigue tinto express, en el Congreso se consiguieron magistrados express, que por poco resultan ex-presidiarios. Era tal el frío que estaba haciendo en el exterior y tanta la piedra que tenía Germán, que se fue a la casa a calentarse los pies con Nieve. No está loco. Se refería a una perrita de nombre Nieve que tenemos en la casa y que nos calienta los pies mientras duerme sobre los zapatos.
Pero como hay cosas tan simpáticas en este país, nos pudimos enterar a renglón seguido de que un futuro y perpetuo candidato presidencial resolvió mirar ballenas, pero no en el Pacífico sino en la depresión del río Ituango. Rellenó esto de agua para, usando la imaginación que para otras cosas no tiene, suponer que sería un excelente lugar para que los antioqueños observen el paso de las ballenas que Hidrofajardo piensa sembrar en ese lago artificial. Esto tiene muy contentos a los paisas, pues será el único lago de agua dulce en el mundo que tiene ballenas. Más barato que ir a Gorgona a verlas.
Obvio es que la prensa oficial, o sea aquella que se mantiene con la publicidad estatal, procuró no dar mucha importancia al desaguisado de la sesión silenciosa para elegir magistrados express. Eso sí, fue impresionante la mayoría arrolladora que votó por los elegidos. ¿No les da a ustedes risa que los magistrados, que serán los jueces de los jueces, tengan cuentas pendientes con los jueces? Cualquier persona con un mínimo de vergüenza se hubiese puesto colorado, pero ellos para no meterle política a la elección no se ponen colorados, aun cuando algunos de los colorados también votaron por los candidatos del presidente. Había quienes querían un cambio radical, otros buscaban un unicentro democrático, y otros hicieron lo que en Bogotá no es posible: un giro en U. Mientras tanto, algunos parlamentarios parecían vallunos, porque “mira, mira”. Aquellos conservadores de la chanfa también respaldaron la terna del presidente. Basta mirar quiénes sufragaron por Granados y los otros magistrados para constatar qué partidos se doblegaron una vez más al poder de la chequera estatal y al guiño de los ministros que merodeaban, cuidando que ninguno de sus animalitos cautivos fuera a escapar de la jaula elíptica o de las otras prisiones que para este día se improvisaron. Esto es lo que nosotros vimos, sentimos y que, como a Amparo Grisales, “nos erizó”. Pero en fin, a esto es lo que cómicamente llaman democracia en el país de los milagros.
Si no le gustan nuestros comentarios, no le pasaremos cuenta de cobro por derechos de autor. Estaremos pendientes de qué va a pasar con la reforma electoral, donde hay muchos curuleros tratando de votar en la forma que mejor le convenga conforme a sus intereses, sin importar que haya que recurrir a la teoría Merlano.
Ñapa: una buena amiga decía después de la elección que se sentía más incómoda que virgen con himenoplastia.