lunes, diciembre 2

Los generales se dan de baja por docenas

 

Por: Germán Navas Talero y Pablo Ceballos Navas

La verdad, como su nombre indica, debe ser una sola, la realidad de las cosas. Hay países en que hay más de una verdad y la realidad falta por descubrirse.

¿Cómo hacemos para que los que se atreven a escribir o quienes se hacen elegir en el Congreso sean capaces de entender que el Presidente de la República no fija el salario de los congresistas? La remuneración que perciben los legisladores la fija la Constitución y en ella se dispuso que año tras año el salario de estos se incrementaría teniendo en cuenta las variaciones del salario mínimo. Aun cuando les parezca mentira a algunos, en ese momento la decisión del constituyente fue sabia, pues le evitaba al presidente de la República y al mismo Congreso meterse en camisa de once varas para fijar el salario de los parlamentarios. Hoy un legislador primíparo que quiere dárselas de sabio propone tramitar la reducción por vía de ley ordinaria, dejando al descubierto su desconocimiento sobre el procedimiento legislativo, sin que ello haya sido obstáculo para que su proyecto fuera amplificado por algunos medios de comunicación. Nos permitimos hacerle una recomendación a él y a ciertos periodistas que han manifestado interés por su iniciativa: si no sabe de lo que habla, absténgase de comentar sobre el tema, no hay nada peor que engañar a la gente.

Tan devaluado está todo que ahora a los generales los ascienden o les dan de baja por docenas. Con la movida ajedrecística que hizo el presidente Gustavo Petro en asocio con el ministro Iván Velázquez descabezaron a cincuenta altos oficiales, entre ellos varios generales. No sabíamos que había tanto sol sobre los hombros de la fuerza pública, porque treinta generales no son pocos. ¿Cuántos habrá en total? Este superávit de generales nos recuerda a un cuento que echaban durante el gobierno de la junta militar: le preguntaban a un alto mando que contara cuántos generales tenía el país en ese momento, y el interrogado contestaba que eso era secreto de estado. Lo que no sabía el interesado es que había una forma sencilla de saberlo: buscando cuántos Mercedes-Benz estaban vinculados al ministerio de guerra y descontando el número de coroneles, pues en esa época el solo hecho del ascenso implicaba asignación de carro oficial con conductor. De esos días nada ha cambiado, salvo que hoy habría que indagar por camionetas blindadas y que a diferencia de lo que se acostumbraba en tiempos del régimen militar, ahora la baja es colectiva y por orden del comandante supremo, quien solicita dar de baja por docenas. T.S.P.P., todo sea por la paz.

En 2021 el campeonato de Fórmula Uno lo obtuvo un vehículo de la escudería Red Bull conducido por el joven Max Verstappen, quien desbarató los sueños de Mercedes-Benz de seguir manejando esta competencia a su antojo. ¿Qué tiene que ver la Fórmula Uno con nuestra columna? Muy sencillo, puede que Ferrari no lidere la Fórmula Uno, pero en Colombia liderará el desarrollo territorial. Hablamos de César Ferrari, designado por el presidente Gustavo Petro para dirigir el Departamento Nacional de Planeación. Llegamos a la conclusión de que los Ferrari producidos en Perú tienen más potencia que los fabricados en Italia, aunque somos igualmente hinchas del caballito rampante y del nuevo director del DNP.

De plácemes estamos los amantes de la libertad con la decisión del presidente Gustavo Petro de reanudar las relaciones diplomáticas con la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), país que ha sido víctima de tiempo ha de los abusos perpetrados por el Reino de Marruecos. Para los que no lo saben, el Saharaui es el antiguo Sáhara español, valiente pueblo que se enfrentó a España por su independencia y que por ello tuvo que padecer la sagacidad mercantilista de los hispanos, pues al verse perdidos estos convocaron a Marruecos y a Mauritania y, palabras más palabras menos, les dijeron: “Ahí les dejo ese país. Repártanselo como quieran”. Esta decisión provocaría un conflicto entre los victoriosos independentistas saharauis y las fuerzas de ocupación marroquíes, que se extiende hasta nuestros días.

Colombia había reconocido la soberanía de la RASD, pero bajo la égida del presidente Andrés Pastrana se suspendieron las relaciones diplomáticas y con ello tácitamente se aceptó el derecho al coloniaje marroquí. Típico de este individuo y de quienes le siguieron en el cargo, que se hicieron los de la oreja gacha y mantuvieron la moratoria. Al llegar Gustavo Petro a la presidencia de la República, uno de sus primeros actos de justicia internacional fue recuperar la relación amistosa, solidaria y bilateral con el Saharaui y reafirmar su derecho a ser un país soberano. Naciones Unidas ha insistido una y otra vez que debe celebrarse un referendo con los pobladores de los territorios ocupados para que sean ellos los que decidan cuál debe ser su patria, pero los marroquíes se han negado a cumplir las resoluciones del Consejo de Seguridad. Mientras tanto, España hace marrullas para ayudar a Marruecos a mantener su posición dominante y los franceses, corresponsables de esta situación, como la estatua de sal en el Mar Muerto, miran para otro lado.

Quienes esta columna escribimos tuvimos la oportunidad de estar en Tifariti, capital política del Saharaui, donde presenciamos la detonación de miles de minas como signo de paz. Entretanto, Marruecos continuaba la construcción de un muro de la infamia que ha partido en dos el territorio saharaui y a la par sembraba minas a lado y lado que mutilan jóvenes y viejos por igual. Desde esta tribuna nos unimos al sentimiento del pueblo saharaui y coreamos… ¡Viva el Saharaui libre!

En la foto aparecen, de izquierda a derecha, el embajador de la República Árabe Saharaui Democrática; el ministro de Exteriores de ese país; el presidente de la República de Colombia, Gustavo Petro; la viceministra de relaciones exteriores de Colombia, Laura Gil, y la senadora por el Pacto Histórico, Gloria Flórez, tras la firma del documento que restablece las relaciones diplomáticas entre ambas naciones

Adenda: Colombia es igual al mundo del espejo, todo tiene dos caras que suelen ser la verdad y la mentira. En esta ocasión, la verdad es el informe final presentado por la Comisión de la Verdad, que busca establecer las causas y los móviles del conflicto, aun cuando muchos recordamos lo que ocurría en 1948 entre liberales, conservadores y una policía politizada y maltratadora. La Comisión ha manifestado su interés en reproducir, con tacto, pero sin medias tintas, esta historia –que es nuestra historia– para los niños y jóvenes en colegios y universidades del país, iniciativa que respaldamos. La contracara tiene como protagonistas a los historiadores oficiales del Centro Democrático, quienes se encuentran preparando una versión acomodaticia a sus intereses de lo acaecido en el conflicto que ellos niegan nombrar como tal. Sepan que no podrán ocultar la verdad por mucho más y que somos miles quienes la conocemos, la hemos estudiado y estamos dispuestos a contarla.

Nuestra segunda adenda la escribe nuestro periodista Francisco Cristancho Rojas: “Es el colmo que marroquíes –algunos supuestos líderes y medios de (in)comunicación– se vengan lanza en ristre en contra de Colombia y su recientemente presidente elegido ¡democráticamente!, Gustavo Petro, por el hecho de reconocer a la República Árabe Saharaui Democrática como un estado libre y autónomo. Comprensible, quizá, que quienes se acostumbraron a vivir hincados ante un rey, o un “soberano”, desconozcan la palabra dignidad. Esos marroquíes deben saber y entender, de una vez por todas, que la RASD tiene más vida y más fuerza que sus desgastadas rodillas. Que el gobierno de Petro es el gobierno del cambio, en el que no se desaprovechará ninguna oportunidad para reconocer y brindar las garantías que cualquier pueblo oprimido merece. ¡Viva la RASD!”

La coletilla de hoy corre por cuenta del exministro del Interior, doctor Guillermo Rivera Flórez, quien nos envió lo siguiente: “El IVA ha sido la principal apuesta de la mayoría de las reformas tributarias, el impuesto más regresivo de todos; por primera vez, en décadas, un gobierno presenta una reforma que aplica el mandato constitucional de la progresividad: que paguen más quienes tienen más ingresos.”

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *