Por Álvaro Moisés Ninco Daza
La crisis por el Coronavirus es un problema colectivo, de salud pública, no sólo para los cada vez más ficcionales Estados-nación sino para la humanidad en su conjunto; por ende, es un tema político que debe ser discutido colectivamente, así esto no le guste al dogmatismo de centro ni a los políticos del establecimiento. Desde esta perspectiva, es claro que los discursos y las decisiones de las derechas sobre este problema son nefastos y exponen a millones de personas en todo el mundo.
A estos sectores políticos y sociales les encanta el negacionismo de la crisis climática y la minimización de los efectos del COVID-19, ya que promueven y exaltan la ignorancia como un valor, despreciando el conocimiento científico en toda manifestación que no pretenda enriqueceraún más a los multimillonarios que les financian -los menos expuestos a morir por el virus-. Es por esto que algunos de sus gobiernos más emblemáticos sortean situaciones excepcionalmente peligrosas, dejando una estela de incertidumbre, pánico colectivo y muerte en la población. Veamos algunos ejemplos.
En el caso de Estados Unidos, el gobierno republicano de Donald Trump abordó la aparición del COVID-19 buscando infundir el escepticismo en la población, negándose incluso a usar una prueba desarrollada por la Organización Mundial de la Salud que se ofreció como medida temporal hasta que los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades nacionales pudieran desarrollar la suya.
Trump ha optado por, desde la Presidencia, equiparar la cifra de mortalidad del Coronavirus con la de la gripe común, asumiendo que sus conocimientos son superiores a los de médicos en todo el mundo a raíz de lo que él mismo llama una “habilidad natural”, declarando públicamente que el virus “se irá de forma milagrosa” cuando pase el invierno y asegurando que “lo tenemos muy bajo control”. De esta manera el reconocido líder de derechas expone a su paísy, de manera especial, a las 30 millones de personas que hoy se encuentran sin seguro médico según el US CensusBureau.
Así las cosas, EEUU se enfrenta a una escasez de pruebas, lo cual implica que el número de casos que públicamente se conocen es considerablemente inferior a la propagación real del virus en el país. Van reportados 2.815 personas infectadas, de las cuales 59 han muerto.
Por otro lado, en el Reino Unido bajo el gobierno del conservador Primer Ministro Boris Johnson, la nefasta estrategia asumida es diametralmente distinta a la del resto del mundo: desproteger a la población para mantener a flote la actividad económica. La tesis en la que se basa estegobierno derechista pasa por pensar que las personas que se han infectado desarrollarán inmunidad al virus, a pesar de que no sólo no hay evidencia científica que sustente esta premisa, sino que cada vez aparecen más casos en los que personas curadas han vuelto a infectarse.
La premisa de Johnson y su gobierno raya en la eugenesia, ya que al procurar la normalidad de la actividad económica expone al riesgo de morir a las clases más empobrecidas y a las personas mayores en general. La estrategia de dejarmorir a los pobres y salvar la riqueza de los más ricos, es una muestra de la perversa biopolítica neoliberalexpresada de la forma más cruda y brutal contra las mayorías.
“Muchos vamos a perder en las próximas semanas y meses a nuestros seres queridos”, declaró fríamente el Primer Ministro. En el Reino Unido se reportaron hasta ahora a 1.372 personas infectadas, de las cuales 35 fallecieron.
Por último, el Presidente uribista de Colombia Iván Duque ha abordado el manejo de la crisis de una manera mediocre y poniendo por encima los intereses de los gremios que lo respaldaron en su campaña. En vez de destinar a tiempo recursos públicos para proteger la salud de la población colombiana, decidió salvaguardar primero la operación de empresas de aviación y hoteles en zonas turísticas del país. Una clara muestra de esto es que la primera persona infectada por Coronavirus que fue reportado en la ciudad turística de Cartagena llegó en un crucero internacional de nombre Braemar, de la firma naviera Fred Olsen.
Así mismo, a la vez que el régimen colombiano cerró la frontera con Venezuela -negándose a cooperar con el mandatario del vecino país- permitió durante toda la semana el paso de colombianas y colombianos provenientes deEuropa, el mayor foco de infección en el Planeta. Sólo hastahoy, Duque decidió cerrar completamente la entrada al país.
Además, tal como lo planteó el Senador de la Colombia Humana Gustavo Petro en su cuenta de Twitter, el régimen uribista no ha tomado medidas que permitan el fortalecimiento de la Red Pública Hospitalaria, las EPS no están haciendo prevención y aún supeditan su actividad al pago de la gente, no se han comprado equipos nuevos por parte del Ministerio de Salud, ni se han redireccionadorecursos de manera extraordinaria para enfrentar la crisis.
¿El saldo de esta serie de errores? Hasta ahora no parece tan grave como en otros países, pues a día de hoy se han reportado tan sólo 34 casos de personas infectadas por Coronavirus en los departamentos de Antioquia, Valle del Cauca, Bolívar, Huila, Meta, Norte de Santander, Risaralda,Caldas, y en Bogotá. Sin embargo, todo indica que estamos dimensionando mal el impacto del virus en Colombia, y no contamos con la infraestructura necesaria para afrontar esta crisis.
Las terribles decisiones de estos mandatarios coinciden en lo fundamental: ponen las ganancias de la pequeña minoría más rica del mundo por encima de la protección de la vida de cientos de millones de personas. Todos los sistemas de salud diseñados desde esta perspectiva privilegian a su vez la curación de las enfermedades que la prevención. Puro y físico fanatismo de derechas. El egoísmo demostrado en este orden de prioridades es compartido por medios de comunicación corporativos, que parecen cada vez más preocupados por la integridad de los mercados y el flujo de capital, y cada vez menos por las vidas en riesgo.
De manera que los antivalores que promulgan las derechas impiden a sus gobiernos frenar efectivamente el Coronavirusy cuidar a la población mundial. El egoísmo competitivo y la individualización que promulgan a todos los niveles no sirve ante los retos globales, pues se han planteado exclusivamente desde la preocupación de mantener los privilegios de los más privilegiados a costa de la miseria de las más precarizadas. El ser humano construido desde la agenda política, social y cultural neoliberal es incapaz de pensarse en colectivo. Bien sea como clase, como nación o como humanidad.
Si bien el capitalismo global no se va a acabar a raíz de esta pandemia, y si bien el COVID-19 no necesariamente cuentacon una mayor tasa de letalidad con respecto a otras graves pandemias que hoy circulan en el Planeta, el hecho de que el dogmatismo de mercado prevalezca en la forma en que se manejan tensiones globales como ésta si puede acabar con la humanidad y buena parte de la vida en el Planeta. No podemos olvidar que nos enfrentamos a retos aún mayores como la crisis climática, que es mucho más mortal que el Coronavirus de acuerdo a la ONU.
De ahí la importancia de que discutamos la forma en que los gobiernos están afrontando esta situación, nos organicemos y actuemos para lograr transformaciones profundas para que nunca un Estado vuelva a cuidar primero a los negocios que a la gente. No va a ser con las doctoras esperando a los infectados en los hospitales que se combatirá el virus, sino invirtiendo recursos públicos para que las profesionales en la salud vayan a los barrios donde vive la gente a prevenir cualquier infección.
En definitiva, lo que está sucediendo nos demuestra que la salida al Coronavirus no es por la derecha.