viernes, abril 18

La esperanza crece entre ruinas

Por: Victoria Sandino, senadora de la República  y firmante del Acuerdo de Paz

Los Planes de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET) son una gran apuesta del Acuerdo Final de Paz que tiene el propósito de saldar la enorme deuda social con las regiones. No en vano representan una esperanza para las comunidades que por décadas han añorado la llegada del cacareado “progreso” que prometen unos y otros cada vez que llega la periódica cita electoral.

Si nos sentamos a analizar, excepto por algunas zonas de las grandes ciudades que más bien parecen retazos de otro país colados en el paisaje, debería haber PDET por toda Colombia. Sin embargo, la política de austeridad y el centralismo obligaron a escoger únicamente 168 municipios con criterios de pobreza y violencia. Uno de esos municipios fue San Juan del Cesar en el departamento de La Guajira, tierra hermosa y llena de riquezas naturales y culturales.

Entre junio y julio tuve la oportunidad de visitar el Caribe colombiano y compartir con las comunidades para escuchar de su propia voz, las dificultades y problemáticas que diariamente padecen. Entre toda la pobreza, el desempleo y el abandono del Estado a la región de donde soy originaria, me conmovió profundamente la situación del Corregimiento de Cañaverales, en San Juan del Cesar. El puesto de salud y la institución educativa Ana Joaquina Rodríguez se están derrumbando.

Particularmente la institución educativa no tiene servicios, los techos se están cayendo, los muebles se encuentran en mal estado, no tienen ventilación, y los sanitarios se encuentran destruidos.

Es increíble que esta comunidad haya sobrevivido la emergencia sanitaria con un puesto de salud tan precario, y que los y las niñas de la comunidad tengan que volver a la presencialidad con una infraestructura, que no solo no garantiza las medidas sanitarias exigidas para la mitigación de la pandemia, sino que además es un lugar indigno y hasta peligroso para todo el personal y estudiantes.

“Lávate las manos” dicen las propagandas del gobierno. Si no hay lavamanos ni baños ¿cómo se supone que los niños y niñas de Cañaverales van a aplicar los protocolos de bioseguridad bajo el sol canicular del Caribe? Es indigno, con o sin pandemia, que cualquier persona acuda a un centro educativo con esas condiciones.

Baños de la Institución Educativa Ana Joaquina Rodríguez.

“Lavamanos” de la Institución Educativa Ana Joaquina Rodríguez.

Vale la pena recordar que el departamento de La Guajira ha estado intervenido por el Ministerio de Educación y toda la administración y gestión del sector educativo está a su cargo, lo que resulta más preocupante porque en todos estos años no ha sido capaz de garantizar la superación de estas condiciones de precariedad para los niños, niñas y adolescentes en el departamento.

Para este año, sabíamos que el departamento de la Guajira iba a acceder a 530 mil millones con el nuevo Sistema General de Regalías ¿Qué ha pasado con la inversión de estos recursos? ¿Por qué las escuelas y centros de salud están arruinadas sin que se vea gestión por parte del gobierno? ¿Dónde están los 4.000 millones diarios que le produce el Cerrejón al departamento? No puede ser que la política minero energética de este gobierno solo sirva para acabar con los ríos, los pueblos ancestrales y los recursos naturales de la Guajira, sin que la gente pueda ver solución a las problemáticas que viven a diario.

Además de lo anterior, pasados casi cinco años de la firma del Acuerdo, el estado de incumplimiento y falseamiento de la implementación hacen que no haya avances del PDET, fuera de un proceso de elaboración de planes de acción que compilan una serie de acciones poco articuladas en torno a objetivos estructurales de transformación territorial (para un análisis detallado y riguroso de este asunto recomiendo los estudios del Centro de Pensamiento y Diálogo Político dirigidos por el profesor Jairo Estrada).

En Cañaverales vive una comunidad llena de sueños y esperanzas condenada por la desidia y el centralismo del Estado a crecer entre las ruinas. Entre esas ruinas que nos ha dejado el “progreso” traído en carabelas y anunciado cada cuatro años por las clases dominantes, haremos un nuevo país.

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