miércoles, diciembre 4

La Bodeguita de Frutiño vs el Periodismo de Cruceta

LA DISPUTA POR LA OPINIÓN EN EL ECOSISTEMA DEL PERIODISMO DIGITAL COLOMBIANO.

Por Camilo José Martínez M /twitter: @CamiloCriollo

Hace algunas semanas ocurrió un curioso cruce de solicitudes de rectificación entre dos periodistas de la prensa digital. Ambos argumentaban haber sido afectados por el otro en su honor profesional. Juanita León le solicitó rectificación a Gonzalo Guillén por haberla acusado de ser la Jefa de Prensa de Sergio Fajardo y recibir dineros del político. A su vez, Guillén le reprochó el trato que le daban a él y a Julián Martínez en un artículo del portal La Silla Vacía como “dos investigadores abiertamente anti uribistas” entre otras insinuaciones. Los lectores nos quedamos sorprendidos por la manera cómo este episodio ha evolucionado, al punto que la directora de “La Silla” demandó en dos ocasiones a Guillen. Ambas demandas de tutela fueron denegadas por los jueces.

Este choque de colegas periodistas que se ubican por fuera del “mainstrem” de los grandes medios de comunicación reveló una tensión en el periodismo que analiza e investiga las relaciones de la política colombiana con la corrupción y el crimen: ¿acaso el ponzoñoso ambiente de la política colombiana está determinando las aptitudes periodísticas o posiciones editoriales de algunos medios? Así las cosas, analicemos esta interesante tensión en el seno del periodismo digital.

La historia de la prensa es bien conocida en el mundo.  Autores como Willians (2003) y Eagleton (2009) comentan que pese al trabajo de artesanos del periodismo que reivindicaban la autonomía de su oficio, durante el siglo XIX y XX la prensa como actividad económica no pudo evitar servir de correa de transmisión de “determinadas normas, valores éticos y estéticos” de la clase media comercial en medio de un campo social e histórico convulso.

En este sentido, Agamben (2011) explica que los medios de comunicación cumplen con los requisitos de un “Dispositivo” que es funcional a la construcción de relaciones entre sujetos, en términos foucaultianos: unas prácticas heterogéneas que incluye mecanismos lingüísticos, no lingüísticos, jurídicos, técnicos, institucionales que tienen “una función estratégica inscrita en una relación de Poder”, consistente en establecer una “Episteme” y diferenciar quienes en una sociedad son aptos para asumir decisiones en términos de lo Científico/No Científico.

Al tenor de lo dicho, el concepto señalado como “Dispositivo” es un modo de producción ideológica cuyo objetivo es “administrar el comportamiento de los hombres”. Los medios de comunicación, incluyendo su denominación como Prensa, están inscritos en esta forma de reproducción del poder, no de otro modo se comprende su constante llamado a la estabilidad de los gobiernos, el análisis de la gobernabilidad política, y su preocupación por el impacto de dicha gobernabilidad en “la salud de la economía”.

Pues bien, si hacemos una descripción rápida del periodismo de “La Silla Vacía” encontraremos que está hecho por un grupo importante de analistas, expertos y periodistas pertenecientes a la clase media que desde los 90´s se proyectó como una generación que buscaba expresión en la opinión y la política colombiana. Han crecido al margen de los partidos políticos liberal y conservador, aunque no sin carecer de conexiones familiares indirectas a estas formaciones políticas. En parte, “La Silla Vacía” vendría a ser uno de tantos ejercicios comunicacionales de esa clase media ascendente que se ha ido incubando en las últimas tres décadas.

En ese orden, este tipo de periodismo autodenominado “independiente” se produjo luego de una crisis en el equilibrio monopolístico de la información que sufrió la Gran Prensa colombiana. Pues, los dueños de los medios de comunicación explicaban que esta crisis se debía a que “la gente cada vez menos consumía medios impresos y televisión”. Fue la naciente Web 2.0 quien multiplicó la información gratuitamente disponible, por lo tanto, el consumidor de información migró hacia el espacio virtual. Siendo entonces, el despido masivo de periodistas entre 2018 y 2019, la respuesta de los grupos editoriales (CeroSetenta, 2019).

De esta manera, una consecuencia que denota esta crisis en los medios de comunicación masiva fue la ruptura del modo de producción monopolista de la ideología en la información. Internet democratizó la producción de la ideología e instaló una batalla en las redes que permite avizorar quienes conducen la opinión pública y cómo se crea un nuevo sentido común. Entonces, la crisis de los medios de comunicación, en realidad, es una crisis en el Dispositivo comunicacional, cuya fuerza monopolista se diluyó en un Gran Ecosistema Digital de voces e información libre.

Así las cosas, se hace evidente que la reorganización empresarial y periodística de los grandes medios para adaptarse a las redes sociales es una “jugada desesperada” para volver oneroso lo que antes era gratuito y libre: la información en internet. Aunque es importante resaltar que no es solo una adaptación económica, también es una medida por recuperar el control de la opinión pública. Frente a la nueva realidad de la información ampliada por la web 2.0, que se manifestó en crisis del mercado laboral arriba mencionado, muchas de las voces ahora libres de ataduras profesionales fueron la semilla del nuevo periodismo digital.

En el margen opuesto, la iniciativa de periodismo digital “La Nueva Prensa” no difiere de su par “La Silla Vacía” en el sentido que es producto de la emigración de periodistas de la Gran Prensa hacia el periodismo digital, igualmente comparten la característica social de ser producto de una clase media en ascenso. La diferencia específica radica en que el periodismo de “La Nueva Prensa” nace con un marcado compromiso hacia el concepto “periodismo como Contra-Poder” (concepto de estirpe norteamericana) cuya propuesta fundamental es la fiscalización radical de los poderes legales y fácticos de la sociedad. Algunos de sus periodistas crecieron en esa escuela. Es el caso de Gonzalo Guillén y Julián Martínez que han sido destacados en publicar por muchos años lo que el poder no quiere que se publique (Ignacio Escolar, 2018). Intentar empujar a sus últimas consecuencias el concepto liberal de periodismo como contrapoder en Colombia, los ha llevado a un periodismo de frontera desde donde han logrado posicionarse como una práctica periodística que reparte las cartas e impone la agenda mediática, tal como lo han hecho en los últimos meses.

Una primera diferencia fundamental, como salta a la vista, entre estos dos tipos de periodismo que cohabitan el nuevo ecosistema digital, se traduce en un compromiso político no explicitado. La Silla Vacía se presenta como un panel periodístico de expertos cuya propuesta es “llenar el vacío con información”. Por otro parte, La Nueva Presa se define como una práctica periodística de frontera que toma partido Contra el Poder. Ambas posiciones, son posiciones políticas en la práctica periodística, y hacen parte de Dispositivos comunicacionales con sus propios “discursos de poder y sobre el poder”. Los expertos de La Silla jamás admitirán su afinidades con la propuesta de un Gobierno de Sabios, o en términos más modernos con un gobierno de técnicos administradores del Estado, cuya doctrina política se remonta hasta Platón para quién lo importante es la política como garantía del Orden y la Estabilidad; y sus colegas de “La Nueva Prensa” seguramente no se preocuparán por disimular sus afinidades con teóricos liberales más modernos como John Locke conectado con la idea de sociedad civil anglosajona.

Respecto al comentado suceso entre los líderes de ambos portales de prensa (Guillen y Juanita), se da en el contexto de unas redes sociales donde se desarrollaba una especie de discusión pública altamente judicializada entre sectores gobiernistas y de oposición. Es así que la opinión pública se estremeció a partir del 3 de marzo cuando en La Nueva Prensa se publica una investigación que da cuenta de lo que se conocería como “la ñeñe política”. Desde entonces, este episodio de la política nacional, junto con las investigaciones sobre la familia y los negocios de la vicepresidenta, harían parte de la parrilla informativa de los medios de comunicación. Dichos aportes periodísticos politizaron el ambiente bermejo en las redes sociales.

Sin embargo, los aportes de Guillén, Martínez y La Nueva Prensa incomodaron no solo a los políticos corruptos, sino que hicieron algo más: demostraron que el periodismo independiente con sólidas investigaciones contra el poder también es viable producirlo desde los portales y redes sociales con un efecto masivo insospechado. Sostengo que ese nuevo compromiso periodístico, también incomodó a los realizadores de “La Silla Vacía” que entraron a analizar, o, en otras palabras, a controlar, la nueva propuesta como si se tratara de una actividad propia de agentes envueltos en la dinámica política. Fue extraña la reacción de “La Silla”, rara vez un medio de comunicación había entrado a calificar el trabajo y la trayectoria de sus colegas en otro medio de comunicación.

Para ilustrar el punto anterior, el 22 de mayo el portal de Juanita León publica un artículo dedicado a desentrañar la serie propagandística “Matarife” del abogado Daniel Mendoza Leal. Se trata de una pieza audiovisual que recoge a través de la técnica documental un mosaico de artículos escritos contra Álvaro Uribe. Daniel Mendoza es socio fundador con Guillen y Martínez del portal La Nueva Prensa. Sin embargo, explicaba Mendoza para el artículo en mención, que los otros dos no tuvieron nada que ver con la realización de dicha pieza propagandística. La contribución de Guillén y Martínez consistió en ser inspiradores del abogado para escribir el guion de la serie.

El artículo publicado por La Silla destaca irónicamente por ser un análisis destemplado que deja de lado los rigores del “periodismo experto” del que tanto se aprecia el portal bogotano. El artículo utiliza adjetivos generalizados contra Daniel Mendoza Leal, quien reconoce que el documental no es una investigación periodística, sino que busca un efecto claramente político. En varias partes, se insinúan la participación de Guillen y Martínez en su elaboración, y desde luego parece que se da larga licencia en calificar a estos dos autores como “investigadores abiertamente antiuribistas”, es decir, además de no reconocerlos como periodistas, califican su labor como abiertamente política. Aunque lo más grave, es que trivializa los crimines cometidos en el gobierno Uribe como una narrativa de los sectores de izquierda (Giraldo, 2020). Asunto que posteriormente en un editorial, Juanita León reconocería que fue un error fatal.

En mi opinión, La Silla Vacía se atribuyó la falsa tarea de ponderar la calidad periodística de Gonzalo Guillén y Julián Martínez e indirectamente toda la labor de su portal La Nueva Prensa. Este comportamiento encaja en el de un competidor con posición de prevalencia en un sistema de competencia abierta como es el ecosistema de la prensa digital. De hecho, La Silla con la consolidación de su posición de prevalencia en la opinión pública digital (Cifras y Conceptos, 2019), ha entrado en una dinámica disciplinaria del discurso y las formas periodísticas en el ecosistema de la prensa digital en cuanto a la manera de analizar, manera de decir y la profundidad del mensaje.

En otras palabras, este medio ha asumido una función dispositiva de control de la opinión pública en internet, y lo ha estado haciendo para apuntalar lo que desde su punto de vista está dentro de los parámetros de verdad de acuerdo con el criterio Objetivo / No Objetivo que debe tener todo discurso experto. En esa manera, la labor de La Silla Vacía en el ecosistema digital asume, en todo el sentido de la frase, una función plenamente política en la corrección, organización y control del discurso. Una pregunta interesante de explorar es ¿cuál es el sentido de esa acción política que se fuerzan en disimular? Dejaremos en suspenso esta cuestión, pues será un asunto que abordaremos en un próximo artículo.

Fuentes:

AGAMBEN, Giorgio. (2011): “¿Qué es un dispositivo?”. Sociológica, año 26, núm.

73, pp. 249-264.

CIFRAS Y CONCEPTOS. (2019). Panel de Opinión, la voz de las regiones. Consultado en: http://cifrasyconceptos.com/wp-content/uploads/2019/11/Cartilla-Panel-2019-1.pdf. Fecha de la consulta: 07/2020.

GIRALDO, Isis. (2020). El periodismo militante de La Silla Vacía a favor de la imagen y el legado de Uribe. Consultado en https://viragos.wordpress.com/. Virago: everything is political. Fecha de Consulta: 07/2020.

GIRALDO, Isis. EL ESPECTADOR. (2020). Redes Sociales y democratización de la esfera pública sociales y democratización de la esfera pública.  Consultado en: https://www.elespectador.com/opinion/redes-sociales-y-democratizacion-de-la-esfera-publica-columna-919558/. Fecha de Consulta: 07/2020.

EAGLETON, Terry. (2009): La función de la crítica literaria. Barcelona, Siglo XXI

LA SILLA VACIA. (2020). Entre opacidad, militancia y acusaciones a Uribe de genocida, arranca Matarife. Consultado en: https://lasillavacia.com/entre-opacidad-militancia-y-acusaciones-uribe-genocida-arranca-matarife-76808. Fecha de consulta: 07/2020.

WILLIAMS, Raymond. (2003): La larga revolución. Buenos Aires, Nueva visión.

ŽIŽEK, Slavoj. (2009): El sublime objeto de la ideología. Buenos Aires, Siglo XXI.

CEROSETENTA. UNIANDES. (2019). Despidos de periodistas causan miedo y silencio en los medios colombianos. Consultado en:  https://cerosetenta.uniandes.edu.co/medios-despidos/. Fecha de consulta: 07/2020.

 

Artículo de opinión que refleja exclusivamente los puntos de vista de su autor y no compromete el pensamiento u opinión de Cuarto de Hora.

 

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