Por: Germán Navas Talero y Pablo Ceballos Navas
El hombre que aspire a mandar sobre otros debe estar preparado para obedecer a su sucesor y para saber criticar a su antecesor.
Cuando en términos amistosos se habla de cínico, no nos referimos a aquellos que seguían los principios de Diógenes, Antístenes o Hiparquía. Cínico llamamos, en lenguaje de plaza, a quien es un completo descarado como, por ejemplo, quien después de robar o de engañar a sus electores busca la reelección. Por eso nos atrevemos a llamar cínico a Enrique Peñalosa, pues a estas alturas anda regañando al Presidente por cuanto Petro insiste en hacer parte de la primera línea subterránea. Lo cierto es que, a día de hoy, no conocemos a ningún familiar del Presidente que tenga negocios con las principales firmas de construcción de metros subterráneos, a diferencia del hermano del cínico que trabaja desde hace años en una empresa dedicada a vender TransMilenios.
El cínico no tiene caso dando cátedra de este asunto. Olvida, entre otras cosas, que siendo alcalde él engañó a Ernesto Samper, pues en el acuerdo de Monserrate el expresidente se había comprometido a financiar el proyecto de metro y Peñalosa, con su habilidad de vendedor de específicos, cambió las reglas y usó la plata que había entregado la Nación para la construcción de TransMilenio. Podría decirse entonces que el señor Peñalosa fue un engañifas que se valió del presupuesto de la Nación para montar el negocio del BRT que con su hermano tan eficientemente promovieron en el exterior, el mismo proyecto que fracasó en India y Chile, el primero de los cuales pudimos observar su desmonte durante una visita a Delhi.
Señor Peñalosa, deje en paz al Presidente. Aplaudimos a Petro por sus gestiones en este sentido y particularmente por tener el valor de atravesárseles a Kike, Guillermo, y un montón de gente interesada en preservar sus negocios a costa del beneficio común. Por si Peñalosa no lo sabe, Petro sí estudió en Europa y a diferencia de él, sus títulos son comprobables y han sido examinados en detalle por la prensa. Sea la oportunidad para recordar una información publicada hace dos años por Publimetro según la cual “-[p]or detrimento patrimonial al no usar estudios del metro subterráneo, Contraloría ordenaría embargo a Enrique Peñalosa”.
Conocimos por estos días un escrito que nos dio risa –que no rusa– en el que se decía, “muérase de la rusa, Venus Albeiro ahora terminó al lado de Peñalosa”. Cuando estuvo de Representante a la Cámara por el Polo Democrático –partido del cual fue expulsado–, el “caballerito” aquí mencionado decía ser contradictor de Peñalosa y enemigo de TransMilenio, sin embargo, cuando llegó al Concejo de Bogotá terminó votando los proyectos de metro elevado y vigencias futuras necesarias para financiarlo. Al concluir la votación en el recinto del cabildo, se veía a Venus escondiéndose en los rincones porque le daba pena darle la cara a sus compañeros de partido. Por eso no nos extraña que ahora este ‘sujetín’ ande amarrado a la peor mandataria que haya tenido la ciudad: Claudia López.
Divertido el cabeza a cabeza entre un estudiante del Externado y el representante Miguel Polo Polo, destacado en la opinión pública por sus ignorantes ocurrencias y mejor conocido entre sus pares por la encomiable labor que ha desempeñado como rascador de la senadora Cabal, su ‘madrina’ política. El tuit que llevó nuestra atención a este tema fue este, de la usuaria @AguaHer_vida: “Tenga cuidado señora, se podría ganar la primera demanda de un estudiante con carné. Parece que en el Externado no dejan graduar jumentos, así sean ‘hijitos’ dueños de trapiches o llegan certificados por FEDEGAN (desafortunadamente para la reputación de Los Andes).”
El colmo de la ridiculez fue otro comentario del empresario de buses Enrique Peñalosa, cuando afirmó que un TransMilenio “anda más rápido” que un metro. ¿Este bobolardo creerá que solo él se ha subido un metro? Quienes esto escriben han montado en más de uno y para su información, en Hong Kong; Beijing; Delhi; Sidney y en casi todas las capitales europeas corren los trenes a velocidades mucho mayores que las de un bus. Casualmente la mayoría van por debajo de la tierra. Tenemos las fotos para probarlo. Así que a engañar tontos a otra parte.
Algunos nos preguntan que por qué nos quejamos de este país. Esta semana vivimos un evento en carne propia que nos da la razón: hubimos de entrar a una droguería “La Economía” a fin de comprar un medicamento. Pagamos el valor del producto y le rogamos al dependiente si nos podía suministrar un vaso de agua para tomar la pastilla, a lo cual respondió, “lo lamento, pero no tengo vasos desechables. Si quiere agua se la puedo vender”. Aún no salimos de la sorpresa con que en una droguería no se cuente con agua para dispensar a sus clientes.
Esto nos recordó una experiencia que tuvimos cuando caminábamos por Minsk (Bielorrusia) y se estropearon los anteojos de Germán. Fuimos a una óptica, nos pidieron que regresáramos a las 10 de la mañana pues a esa hora llegaba el técnico, así lo hicimos, entregamos la montura y la repararon en cuestión de minutos. Cuando preguntamos por la cuenta, nos dijeron que no había nada por pagar, que era una atención a un par de visitantes en su ciudad. También en Minsk un mesero nos asistió para pedir un vehículo de regreso a nuestro hotel, habló con el conductor y no nos aceptó una propina.
Nos duele lo que nos pasó la semana pasada en la droguería porque nacimos acá, pero nos duele más cuando pensamos en que pueda pasarle a un ciudadano extranjero de visita en nuestro país. Esta falta de solidaridad, que se tornó en hábito sin mayor oposición de los bogotanos, ha llevado, entre otros aspectos, a que en la prensa extranjera digan que para robarse un reloj en
Bogotá “no dudarían en cortarle el brazo a quien lo porta”. Y es así pero no tendría que serlo.
Adenda: no podemos dejar escapar un mensaje del periodista y amigo Gustavo Castro Caycedo, el cual transcribimos junto con la fotografía inserta: “Sigue la mala leche del amanerado y resentido bobolardo Peñalosa. Petro aún no había ingresado al M-19, nada tuvo que ver con el túnel para el robo de armas en el Cantón Norte.”
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Oportuna la coletilla del ex-fiscal general y ex-magistrado de la Corte Constitucional, Eduardo Montealegre Lynett:
“Hay un opaco y gris abogado pescando en río revuelto. Quiere ser ternado a la Fiscalía General de la Nación invocando un “extraordinario mérito”: su cercanía con el gobierno y con el “innombrable”. No es su trayectoria como jurista o como profesor destacado lo que esgrime como credencial, solo el oportunismo y los supuestos nexos con el poder y con la guardia pretoriana del presidente. Ah, olvidaba: también ser abogado de Petro y de los exitosos emprendedores “Tom y Jerry”. Es una “especie” de poderoso “demiurgo” platónico, le prende una vela a Dios y otra al diablo. Quizás solo eso basta en la frivolidad de la ‘sociedad del espectáculo’.
Lo grave es que ese personajillo debe explicarle al país temas muy delicados. Le pregunto: ¿fue socio de oficina de un oscuro ex-magistrado del Consejo de Estado quien, al parecer, pedía dinero por sus fallos? ¿Qué relaciones profesionales tuvo con este vendedor de humo mientras ocupó la alta investidura de consejero? ¿Sabía, por las afirmaciones expandidas en la opinión, sobre los hechos ilícitos que supuestamente sucedían en una sala de la respetada institución? ¿Le ha contado al presidente Petro de esa relación –non sancta– con el patético magistrado? Lo peor que le puede pasar a la política de transparencia del Pacto Histórico –sincera por supuesto– es ternar a un sujeto que puede estar envuelto en un descomunal escándalo de corrupción.
Pero acontece algo más, igual de preocupante: hay personas cercanas a la Casa de Nariño impulsando ese nombre, a raíz de negocios profesionales con el candidato en ciernes. ¿Lo están “catapultando” para que deje en la impunidad crímenes de estado? Es indudable, alguien está jugando con las cartas marcadas y por debajo de la mesa. El país, tarde o temprano, lo sabrá. Algo paradójico: mientras Petro –con razones fundadas– piensa que la ultraderecha tiene una macabra estrategia para tumbarlo, sus “amigos” del primer círculo propician el nombre de alguien cercano a la política de desestabilización. ¿Será que Petro quiere dormir con el enemigo? Ver para creer. Como diría el príncipe Hamlet, ‘algo huele mal en Dinamarca’.”
¡Hasta la próxima semana!